TOTO, reyes del AOR, se coronan en una noche mágica en Madrid en donde no faltó ni la 'blessed rain'
A casi 40 grados pocos podríamos esperarnos que, tal y como dicta la canción, empezaran a caer gotas del cielo poco antes de entonar la mítica 'África'.
28 julio, 2024 22:11Musica bonita. La definición perfecta de armonía y compenetración. Toto, tras más de 40 años de carrera, sigue haciendo que parezca sencillo fusionar a la perfección la melodía que emana de nueve instrumentos y sus seis voces, mientras crean un show paralelo de humor sobre el escenario.
Completamente entregados a su público desde que salieron, permitiéndose todo tipo de licencias: desde hacerle un masaje al icónico teclista de Michael Jackson o Steve Wonder, Greg Phillinganes, hasta ponerse a cantar 'Hakuna Matata'. Toto calla las bocas de todos los 'haters' que consideran el rock "ruido" y que, tan sólo con escuchar la palabra, ya relacionan el término con "ser unos broncas". Por suerte, todos los que pudimos asistir ayer a las Noches del Botánico pudimos llevarnos un dulce a nuestros oídos.
"Aquí la mayoría ya no tiene pelo", le comentaba un hombre a su amigo mientras se pedían una cerveza. Pero Toto no sólo reunió a aquellos que querían rememorar su romanticismo adolescente. A aquellas -ahora- mujeres a las que les dedicaron alguna de sus baladas para enamorarlas con 20 años. Entre el público destacaban los que ahora podrían ser sus hijos: niños y niñas, muchos de menos de diez años, que cantaban a pleno pulmón canciones que cuando nacieron ya tenían veinte años. Un concierto para todos los públicos. Un público sin edad con un gusto exquisito.
Un show que, a pesar de no contar con un súper escenario de pantallas dinámicas, bailarines, cambios de look y decoración o pulseras fluorescentes, fue mágico y Madrid puso de su parte. Parece que ayer la capital quiso teletransportarnos a África para que reviviéramos su canción más famosa. A casi cuarenta grados pocos podríamos esperarnos que, tal y como dicta la canción, empezaran a caer gotas del cielo poco antes de entonar el mítico "I bless the rains down in Africa".
Una banda nacida en California a mediados de los años 70, de la mano de los músicos de sesión David Paich y el batería Jeff Porcaro. Ganadora de seis premios Grammy cuyos integrantes han trabajado para artistas como Michael Jackson (en su álmbum Thriller), Steve Wonder, Madonna, Cher, Bruce Springsteen o Ringo Star.
A pesar de las diversas variaciones de sus integrantes, los actuales miembros, Steve Lukather (único de los fundadores) y Joseph Williams, hijo del compositor de cine John Williams, mantienen la esencia original. Podría decirse que es de los pocos casos en los que a penas se aprecia el paso de los años y que, al igual que el vino, mejora con los años.
Entre los himnos con los que nos deleitaron se pueden contar Hold the line, Pamela, Rosanna, Stop loving you, I'll supply your love, With a little help from my friends de Lohn Lennon y Paul McCartney, terminando por todo lo alto con una versión de la inconfundible África de más de seis minutos.
Un cierre en el que dieron todo y más, un momento que parecía que -por suerte- jamás iba a acabar. Seis minutos de virguerías musicales en los que hicieron partícipes a todo un público entregado por aquel romance imposible en el desierto del Serengeti.
"No hay nada que cien hombres o más puedan hacer" mejor que ellos, simplemente piel de gallina y corazon lleno. Así es como nos hicieron irnos cerca de las doce de la noche uno de los grupos más míticos de la historia de la música rock, jazz, soul y funk que perduran en el tiempo incluso en los oídos de desconocen su nombre pero reconocen su esencia.