Robert Smith, líder de 'The Cure'. Foto: Europa Press.

Robert Smith, líder de 'The Cure'. Foto: Europa Press.

Música

Robert Smith resucita el espíritu de The Cure 16 años después con un nuevo álbum oscuro y catártico

Publicada
Actualizada

"Si me arrepiento de algo es de haber hablado públicamente del disco en 2018", confiesa Robert Smith, líder de The Cure, en una larga entrevista con el periodista Matt Everitt, publicada en la web oficial de la banda. Lo hizo durante el 40º aniversario de su primer álbum, Three Imaginary Boys (1979), y aumentó las ya de por sí altas expectativas de un posible regreso del legendario grupo, del que no se había oído nada nuevo desde 2008, cuando lanzaron 4:13 Dream. 

Siete años después llega Songs of a Lost World, un disco formado por 3 canciones inéditas (All I Ever Am, Warsong, Drone: Nodrone) y cinco de ellas (Alone, Endsong, And Nothing Is Forever, A Fragile Thing I Can Never Say Goodbye), que ya formaban parte del repertorio de su última gira, Shows Of A Lost World, en 2023 y 2022.

Con este nuevo álbum, la banda de rock que marcó la década de los ochenta y conquistó los noventa podría habérsela jugado todo a la nostalgia. De hecho, era su primera opción, buscaban hacer un disco para fardar, que dijese: "Aquí está The Cure después de 40 años, ahora asómbrense", reconoce Smith en la entrevista. Hacer resumen de su carrera hubiese sido algo lógico, tienen mucho que celebrar, pero que una banda de su envergadura busque superarse artísticamente y no muera en el intento es aún más loable. 

Para el propio Robert Smith, vocalista, compositor y alma de la banda, el disco es una especie de rara avis. Reunió algunas maquetas con canciones que escribió hace casi una década, se las mostró al resto e hizo un disco solo con este material. "Esto es algo inusual, no pasaba desde hace años", asegura el músico, quien recalca que muchas de las canciones de los primeros 15 años de carrera fueron compuestas junto con Simon Gallup (bajista), Roger O'Donnell (teclista) y Perry Bamonte (guitarrista). 

"Muchas veces las cosas raras que hacemos no son mías, sino de ellos. Yo he escrito las letras pero la música viene de ellos. Me incitan a escribir de otra manera. Si fuese solo mi aportación creo que sería una banda mucho menos interesante", señala Smith, quien a pesar de haber ejercido siempre de jefe de mandos, defiende que sin Gallup —quien ha abandonado la formación hasta dos veces—, la banda simplemente "no se llamaría The Cure". 

Otras canciones del álbum, como I Can Never Say Goodbye, surgieron en los últimos años como forma de canalizar el dolor y la pérdida de su familia —tanto su hermano como sus padres fallecieron antes de la pandemia, pero todos sus tíos y tías murieron en residencias de ancianos durante la Covid—. 

"Un lamento de voz rota que nos llama a casa / Este es el final de cada canción que cantamos en soledad", canta Smith en Alone, un llanto catártico de 7 minutos de duración en el que el músico solo se atreve a aparecer tras tres minutos de pura instrumentación. Smith, de 65 años, se enfrenta musicalmente a la muerte, a esa sensación de verse cada vez más solo en el mundo, más frágil y vulnerable. Aun así, el músico considera que no es un álbum totalmente pesimista, hay algo de luz entre tanta oscuridad.

Smith ha intentado encontrar un equilibrio entre este "torrente de emociones", pero su voz resquebrajada y melancólica sigue siendo igual de característica. "Siempre siento una voz que me dice: 'recuerda ese sentimiento de miedo'. Y esa voz ahí, en las decisiones que tomo, sigue siendo la voz ingenua de un chico de 19 años. Está bien así. Creo que es algo bueno. Odiaría sentir que no soy capaz de justificarme ante ese chico de 19 años". 

En un principio, iba a ser un disco de 13 canciones, pero Smith decidió simplificarlo. "Ha habido largos períodos en la historia de The Cure en los que algunas de las canciones importaban y otras no. En este álbum, todas las canciones importan", señala el británico.

Para el músico, el nuevo disco se aleja de trabajos más pop como Kiss me, Kiss me, Kiss me (1987), álbum "caótico" que abrió a The Cure las puertas del mainstream y del sueño (y del mercado) americano con Just Like Heaven, y se acerca a la cohesión y atmósfera postpunk de Disintegration (1989), considerado por la crítica musical como su disco cumbre, del que salieron algunas de sus canciones más míticas: Pictures of You, Lovesong o Lullaby. 

Será este 1 de noviembre, coincidiendo con el lanzamiento del álbum, cuando la banda toque por primera vez en directo el disco entero. Lo harán en un concierto titulado Show of a Lost World en la mítica sala Troxy de Londres, que será retransmitido vía streaming. Aunque se preveía que la banda tocase en festivales el próximo verano, finalmente se reservará para una gira mundial en otoño de 2025. 

Aunque puede que se arrepienta de nuevo, Smith ya ha confesado que en cinco años, cuando cumpla 70, pretende retirarse. "Si llego tan lejos, eso es todo", dice a Everitt. Será en 2029, esta vez con el 50.º aniversario de su álbum debut de fondo y un futuro documental sobre la banda.

Antes, pretende hacer otro disco más y tocar mucho. "Los últimos 10 años tocando en vivo han sido los mejores, mejor que los anteriores 30". Tras cuatro décadas de carrera, Robert Smith parece estar disfrutando ahora de la libertad que da no tener ya nada que perder y todo por ganar.