El legendario concierto de 1979 en el que Springsteen se ganó los galones
La inesperada publicación de aquella actuación en el Madison Square Garden nos descubre a un músico y a su banda "convertidos en un equipo de demolición"
20 enero, 2022 03:08La foto fija que queda de Bruce Springsteen es la del tipo que no se cansa nunca. La de un frontman que cuando terminan los bises se quita el reloj y lo tira al público dinamitando cualquier teoría que quiera definir el tiempo y atrapar el espacio. Pues bien, si aspiran a saber algo de la teoría de cuerdas (las de su guitarra, claro, nada de física teórica) tiene que hacerse con esta prodigiosa e inesperada grabación que recoge una de las actuaciones más efervescentes y enérgicas de toda su carrera (lo cual ya es mucho decir), no tanto porque se encontraba en plenas facultades, que también, sino porque a sus treinta años el Boss (siendo sinceros, aspirante aún) se comía el mundo con la banda que integraban en cuerpo y alma Clarence Clemons, Danny Federici, Stevie Van Zandt, Garry Talent y Max Weinberg. A todos los efectos, a los históricos también, la E Street Band.
Decíamos que Springsteen y su banda estaban en disposición de merendarse cualquier escenario –“éramos un equipo imparable de demolición”, reconoce en sus memorias–, así que en esta ocasión el banquete sería en el Madison Square Garden con motivo de sendos conciertos benéficos contra la energía nuclear, en los que también participaron grandes de la época (y de cualquier otra) como Jackson Browne y Tom Petty. Springsteen ya había olido “sangre fresca” en el fundacional Born to Run de 1975 y le quedaban solo unos meses para lanzar dos misiles de largo alcance: The River y Nebraska.
Desbroza aquí –en dos CDs y en un apretado documental– temas de cosecha propia como Badlands, Thunder Road, Prove It All Night, Sherry Darling y otros ajenos pero igual de intensos como Stay, Rave On o Detroit Medley, donde dispara directo al corazón del rock and roll. La entrega hace además un guiño a los coleccionistas con una reproducción de una entrada de aquella mesiánica aparición. “En el escenario domino el tiempo, alargándolo o acortándolo, avanzando hacia adelante o haciéndolo retroceder, ralentizándolo. Todo ello con solo una sacudida de hombro”. Un desafío más para la música y... la ciencia.