Ezio Frigeiro firma los decorados de 'Los gavilanes'

Ezio Frigeiro firma los decorados de 'Los gavilanes'

Escenarios

'Los gavilanes' de Mario Gas

Regresa al Teatro de la Zarzuela, en el que nació en 1923, 'Los gavilanes', uno de los títulos cimeros y más populares de nuestro repertorio lírico

8 octubre, 2021 09:35

Regresa al Teatro de la Zarzuela, en el que nació en 1923, Los gavilanes, uno de los títulos cimeros y más populares de nuestro repertorio lírico, y uno de los que en mayor medida crearon la aureola de su autor, Jacinto Guerrero, que entre 1921 y 1930 alumbraría algunas de sus obras más célebres, como La alsaciana, La montería, El huésped del sevillano y La rosa del azafrán.

El melodismo del compositor de Ajofrín, directo, amable, que prende y se recuerda de inmediato, resplandece aquí como nunca. Con él y con ciertos toques de fácil dramatismo y un sabio manejo de los timbres orquestales y de temas de carácter popular, integrados en una planificación armónica y temática más bien parva, con frecuente doblaje por parte de la orquesta de la esbelta línea vocal, el músico llegaba al oyente y lo embarcaba en el discurrir de la tópica anécdota: la llegada del Indiano a su aldea –en una improbable Provenza–, y su cortejo a Rosaura, hija de su antiguo y despechado amor, Adriana.

Como constante atmosférica el tema de la romanza que canta en el segundo acto Gustavo, el enamorado pretendiente de aquella. En un amplio estudio María Encina Cortizo recogía algunas contrastadas opiniones de la crítica periódica de la época. Antonio de la Villa subrayaba en La Libertad la vaciedad del libreto de José Ramos Martín y consignaba en relación con la música: “Haciendo zarzuela de pretensiones, el maestro Guerrero no ha pasado de las primeras letras”.

Con todo, siempre es agradable y entretenido escuchar de nuevo Los gavilanes. En particular si se cuenta con un reparto bien cuajado. Los dos que se alternan en los primeros papeles no hay duda de que lo están. Bajo el siempre ágil mando de Jordi Bernácer actuarán los barítonos Juan Jesús Rodríguez, fornido y contundente, y Javier Franco, más flexible y lírico; los tenores de espectro lírico-ligero Ismael Jordi, estilista y espirituoso, y Alejandro del Cerro, vibrante y certero; las mezzos María José Montiel, de panoplia tímbrica muy rica, y Sandra Ferrández, de atractivas y coloristas irisaciones; y las sopranos lírico-ligeras Marina Monzó, de tersa emisión y finura expresiva, y Leonor Bonilla, más aérea y clara. Buenos tantos se apunta la escena con la dirección de Mario Gas, decorados de Ezio Frigerio y figurines de Franca Squarciapino.