Angélica Liddell, bajo el volcán
La poesía, la liturgia, la denuncia, la revelación, el sexo... Angélica Liddell vuelve a sacudir la rutina de los escenarios con The Scarlet Letter, un montaje inspirado en la novela de Nathaniel Hawthorne que llega el próximo 14 a los Teatros del Canal tras pasar por los escenarios franceses.
13 febrero, 2019 12:26Tras la Trilogía del infinito, con la que nos quedaríamos muy cortos si dijéramos que Angélica Liddell (Figueras, 1966) homenajea a Emily Dickinson, Pessoa o la Biblia, los Teatros del Canal vuelven a acoger -se diría que ya es su escenario de cabecera en nuestro país- a una de las máximas agitadoras de nuestra escena. Llega con The Scarlet Letter, un montaje inspirado en la novela homónima del escritor estadounidense Nathaniel Hawthorne (publicada en 1850), estrenado en Francia el 6 de diciembre en el CDN de Orléans, organismo que colabora en su producción junto a los teatros madrileños y el Théâtre National de París. Hawthorne (Salem, 1804- Plymouth, 1864) está considerado por autoridades en la materia, como Eduardo Lago -quien le otorga una "estatura colosal" en su reciente Walt Whitman ya no vive aquí (Sexto Piso)- e incluso Paul Auster, como uno de los padres de la literatura estadounidense y uno de los representantes más originales de la novela gótica. "Americaniza el género al trasladarlo no sólo al escenario colonial sino también a la sociedad de su época. En The Scarlet Letter Hawthorne arremete contra el puritanismo sectario, haciendo de la hipocresía y la represión sexual el motor de todas las desgracias que le ocurren a Hester Prynne, su protagonista", señala el crítico Jesús Palacios a El Cultural. "En los tiempos de Hester la religión y la ley eran una sola cosa -explica Angélica Liddell-. Hoy se pretende que la ideología y la ley sean una misma cosa y se exige al arte que sea ideología y por tanto que sea igual que la ley". Quizá sea el desafío a la represión social de Hawthorne lo que más le llamó la atención a Angélica Liddell a la hora de adaptar libremente su texto y tomar las riendas de la dirección, el vestuario y la escenografía de su nueva propuesta escénica. Para la ganadora del II Premio Valle-Inclán, el montaje se sumerge en nuestras pesadillas, en la necesidad de la culpa y en la incapacidad de fuga, como rebelión contra la salud y el orden: "La condición puritana no soporta la causa obscena de la fecundación y la propagación, esconde el origen genital de nuestra concepción y de nuestro nacimiento. Niega que el hecho sublime de la vida y del amor proceda del deseo, de un sucio y violento movimiento entre penes y vulvas, de una pasión irrefrenablemente violenta. Y por supuesto no tolera en absoluto la raíz sexual de nuestras alegrías y nuestros dolores".
Tiago Costa, la propia Liddell, Sindo Puche -también productor ejecutivo-, Eduardo Molina y Vinicius Massucato, son algunos de los intérpetes que estarán en los Teatros del Canal para intentar encontrar en el arte la fuerza de la naturaleza salvaje, porque, según la directora, "hemos ganado en pacatería, en estupidez y en embuste. La cobardía y la mojigatería son más agresivas que nunca".
Liddell habla desde el escenario, pero también desde la literatura. Conmueve Una costilla sobre la mesa (La Uña Rota), texto en el que se enfrenta en carne viva a la poesía y a dolorosas experiencias personales: "Ese viaje de ida y vuelta entre la vida y los símbolos no es nada más que la búsqueda instintiva de la fe, la carga del conocimiento enfrentada a la mística de los prodigios. Bajo el símbolo subyace el inconsciente sometido al rigor visible de la liturgia, cuyo resultado es la revelación. El volcán sometido al rigor de la poesía".