Image: Rambert salta otra vez al cuadrilátero

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Escenarios

Rambert salta otra vez al cuadrilátero

7 diciembre, 2018 01:00

Irene Escolar y Bárbara Lennie protagonizan Hermanas. Foto: Gorka Postigo

Dos seres salvajes que se odian y que se quieren. Dos personalidades felinas que muerden y que emocionan. Se llaman Bárbara Lennie e Irene Escolar y protagonizan Hermanas, el nuevo pulso escénico de Pascal Rambert que mantiene la energía de La clausura del amor y Ensayo. El próximo 14 en el Central de Sevilla.

En La clausura del amor, Pascal Rambert (Niza, 1962) convirtió las relaciones de pareja en un combate de lucha libre dialéctico, crudo, visceral y extremo. Su metralla emocional dejó en 2015 secuelas en nuestro teatro, herido ya por un autor que manejaba la puesta en escena como quien cava una trinchera. Israel Elejalde y Bárbara Lennie no salieron indemnes de aquel enfrentamiento pero continuaron colaborando con el autor galo: Elejalde con Ensayo (2017), en la que daba continuidad a sus obsesiones sobre la frustración y el desencanto, y Lennie con Hermanas, la obra que llega al Teatro Central de Sevilla el próximo día 14 y al Pavón Kamikaze de Madrid el 10 de enero. La nueva entrega de Rambert nace de su intención de escribir un texto específicamente para la actriz madrileña. “Fue mucho antes de pensar en la versión francesa”, reconoce a El Cultural (versión que acaba de estrenar en el Théâtre des Bouffes du Nord de París). “Escribir para Bárbara me sale de manera natural. Es un guepardo. Yo también. Es fácil llegar a captar su energía. Habitamos el mismo país”, sentencia. Si en Francia han subido al “cuadrilátero” Audrey Bonnet y Marina Hands, en España será Irene Escolar quien acompañe a Lennie en esta potente historia sobre hermanas que lleva la traducción y la adaptación de Coto Adánez. “Le pregunté a Bárbara con quién quería trabajar y me dijo que le encantaría hacerlo con Irene Escolar”, explica el director, que ya la tenía en su cuaderno de notas desde que la vio el año pasado en Blackbird: “A Irene también la veo como un felino. Con esa aparente fragilidad parece que está esperando morderte. Lo que he escrito le permite hacerlo. Y, al igual que Bárbara, muerde muy fuerte”.

Dos seres salvajes

“Yo sigo los deseos de la gente con la que trabajo -puntualiza-. Me encanta elaborar los montajes no sólo sobre mis ideas sino sobre las de los demás, en especial si son actores. Así lo he hecho también en París con Hands y Bonnet. Por eso, aunque veamos dos personajes en escena, la pieza está hecha para cuatro mujeres con energías muy distintas. Ambos montajes representan dos formas diferentes de ser mezquino”. Hermanas, por tanto, es un relato sobre el amor y el reproche, una historia violenta de dos seres salvajes que, pese a tener la misma sangre, son completamente opuestos. La obra no sólo habla del odio entre ellas, también del amor que no deja de manifestarse entre ambas. Para Rambert, si algo queda claro es que el ser humano nunca sabe cómo decir las cosas, cómo hablar o qué decir: “No me refiero a un plano moral. Hago referencia sobre todo al uso que se hace del lenguaje. Como ocurría en La clausura del amor nos da la posibilidad de expresarnos y de condenarnos al mismo tiempo. De modo que el público asiste a una pelea entre hermanas, claro, pero también a una reflexión de cómo utilizamos lo que somos capaces de expresar”.

De las cuatro décadas que Rambert lleva consagradas al teatro -pese a que montó su primera obra, Les Parisiens, en 1989-, sólo en los últimos años ha conseguido alcanzar la sencillez absoluta en los montajes. Huye de técnicas de moda como las videoproyecciones y de vestuarios excesivos capaces por sí solos de complicar lo que considera esencial: la palabra. “Cuanto más sencillo, mejor. La representación de la naturaleza humana sobre el escenario ha de ser lo más simple posible. De ese modo, le das al público los instrumentos para ser coautor de lo que están viendo, de ser parte activa del trabajo. Montar el espectáculo puede resultar muy difícil pero lo importante es que sea fácil de ver. Debe tener un poderoso impacto en las emociones del espectador”. Rambert construye así un nuevo dispositivo para transmitir sus preocupaciones existenciales. La cuestión es cuándo, cómo y por qué. “Yo no soy violento -acalra con contundencia- pero el mundo sobre el que escribo sí lo es. No existe diferencia entre la violencia de La clausura... y Hermanas. Odio la violencia, no me he peleado en mi vida, ni siquiera cuando era niño, pero es un asunto que me interesa. Observo lo que me rodea y tengo una gran preocupación por nuestro tiempo, marcado por el teléfono móvil. Antes, las conversaciones privadas las teníamos en casa porque se hacían en una habitación cerrada o las hacías desde el teléfono fijo. Nadie más que tú podía escucharlas. Ahora, la gente expone su vida por la calle. En dos segundos puedes llegar a ser testigo de varias a la vez. Algunas veces escucho disimuladamente. Así es como atrapo muchas ideas, energías en las que llego a conocer el ADN o las huellas dactilares de una persona a la que ni pongo cara”.

Diferencia de tensiones

Además de la inspiración cotidiana, el director busca directamente la expresión a través de los polos enfrentados. “Funciona muy bien -explica-. Es como cuando un coreógrafo le explica a un bailarín qué hacer para saltar más alto. La clave está en encontrar una base sólida. Hay que apoyarse muy fuerte para saltar más. Me gusta mucho esa diferencia de tensiones entre las protagonistas, esas ganas de vivir lejos la una de la otra, de no verse, de no forzarse a compartir cosas y de reencotrarse al final”. Sin quererlo, el sorprendente y descarnado éxito de La clausura del amor sigue flotando en todo lo que toca el autor francés. Desde su estreno en Aviñón en 2011 se ha convertido en un rey Midas al que le caen ofertas de todo el planeta: “El éxito me llegó cuando me acercaba a los 50 años, de modo que no era ya el típico director joven en busca de un gran éxito (risas). Me pilló en un momento muy calmado. Eso me dio la oportunidad de elegir a las personas con las que quiero trabajar, especialmente a los productores”. Para Hermanas la elección ha vuelto a ser el habitual tándem de Kamikaze formado por Aitor Tejada y Jordi Buxó. @ecolote