Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, 1949) ha hecho historia en el Festival de Venecia al conquistar el León de Oro con La habitación de al lado. Nunca antes una película española había conseguido tal galardón, el segundo más importante en el mundo de los festivales tras la Palma de Oro de Cannes. Quien sí lo había conquistado fue Luis Buñuel, pero con una película francesa: Belle de jour (1967).
Pedro Almodóvar rubrica una trayectoria memorable en cuanto a distinciones conquistando el Oro en uno de los cuatro grandes festivales (Berlín, Cannes, Venecia y San Sebastián). Lo tuvo muy cerca en Cannes con Todo sobre mi madre en 1999, pero al final ha sido Venecia el certamen que se ha rendido a los pies del manchego. A partir de ahora, el felino dorado acompañará a su dos premios Oscar en su estantería de trofeos.
Y lo ha hecho con su primera película hablada íntegramente en inglés, y rodada en parte en Nueva York (la mayoría de interiores se localizaron en Madrid). Se trata de un drama con atmósfera de thriller (a lo que contribuye como ningún otro elemento la música de Alberto Iglesias) sobre dos mujeres que recuperan una amistad olvidada en el momento en el que se apaga la vida de una de ellas, diagnosticada con un cáncer terminal.
Una película que aborda con profundidad el tema de la muerte, en su forma más luminosa y vitalista, y que cuenta con dos enormes actrices en estado de gracia, Julianne Moore y Tilda Swinton. Y en la que Almodóvar sigue depurando su estilo, ahondando en su esencia, sin renunciar a los colores encendidos y a reivindicar la libertad, el deseo y la empatía. Como ya hacía en Madres paralelas, también tiene tiempo de denunciar lo que no le gusta del mundo, como el maltrato al medioambiente o el auge de la extrema derecha.
Con el galardón en la mano, sobre el escenario y hablando en inglés. Almodóvar ha dado las gracias a sus compañeros de viaje más cercanos, a su hermano Agustín, a Lola García y a Fernando Iglesias Mas y, tras ponerse las gafas, ha pasado a leer un discurso en español.
"Esta es mi primera pelicula en inglés, pero de espíritu es española. Quiero compartir el premio con Julianne Moore y con Tilda Swinton por su talento y su confianza. Este premio les pertenece porque es una película sobre dos mujeres. Como director, tengo el privilegio de ser el primer testigo cuando ocurre un milagro delante de la cámara. Ellas han convocado un milagro muchos días en este rodaje y no tendré nunca suficientes palabras de agradecimiento".
Y ha acabado su intevención con un alegato a favor de la eutanasia. "Mi película trata sobre una mujer que agoniza en un mundo agonizante, y de la mujer que la acompaña. Saber estar al lado, a veces sin decir un palabra, es una de las mejores cosas que puede hacer un ser humano. Esa es la solidaridad sin límites del personaje de Julianne Moore".
Y continuaba el manchego: "La decisión del personaje de Tilda de terminar con su vida cuando solo le ofrece dolor es un asunto humano, no es político, y requiere de humanidad para afontarlo. Sé que es un asunto que atenta contra cualquier religión o credo, pero pediría a todos los practicantes que no intervengan en decisiones individuales. El ser humano debe ser libre para vivir, y morir cuando la vida sea insufrible".
Tras años de rumores y proyectos frustrados, Almodóvar por fin ha cumplido el sueño de estrenar un filme en inglés, aunque sin recurrir a los grandes estudios de Hollywood ni apostando por una gran producción. La habitación de al lado, que adapta una novela de Sigrid Nunez, es un filme íntimo, rodado bajo el ala de su productora El Deseo, con colaboradores y cómplices habituales.
Al director manchego ahora le espera San Sebastián, donde recibirá el Premio Donostia, y después llegará el estreno del filme, el 18 de octubre. Y, sobre todo, una promoción importante en EE. UU., donde seguro que La habitación de al lado hará carrera por el Óscar. El arranque no podía haber sido mejor.
No es el primer premio que recibe Almodóvar en el Lido. Hace un par de ediciones le habían entregado el León de Honor, se había llevado el premio al mejor guion en 1988 por Mujeres al borde de un ataque de nervios, y el premio a la mejor actriz para Penélope Cruz por Madres paralelas (2021).
Aunque en un primer momento la película fue acogida con cierta frialdad por la prensa internacional en el festival, La habitación de al lado empezó a sonar con fuerza para el León de Oro tras recibir el director y las actrices una ovación de 17 minutos en la première.
Por encima de ella entre los gustos de la crítica solo aparecían The Brutalist, del estadounidense Brady Corbet, más conocido por su faceta de actor para Michael Haneke, o Lars von Trier, y April, de la georgiana Dea Kulumbegashvili, que con su ópera prima Beginning ya había ganado la Concha de Oro en San Sebastián.
Mejor director para The Brutalist
Brady Corbet se ha hecho con el premio al mejor director por The Brutalist, una cinta monumental de más de tres horas y media que aborda la peripecia de Lászlo Tóth (Adrien Brody), un arquitecto judío que huye de la Hungría de posguerra en 1947. Pese a vivir en la pobreza a su llegada a los Estados Unidos, el encuentro con un millonario (Guy Pearce) en los años dorados del país cambia su vida para siempre. Con sus construcciones faraónicas en frío hormigón, Tóth crea una nueva modernidad a la capital del imperio.
Este retrato del sueño americano, que bebe de un clásico como El manantial (King Vidor, 1949), ha cautivado a Venecia por su arriesgada narrativa, su poderoso estilo visual -la película está rodada en 70 mm- y por la magnética interpretación de Brody.
La cineasta georgiana Dea Kulumbegashvili generó un gran impacto en Venecia desde el primer pase de April, un drama sensorial sobre el aborto en el mundo rural. Ha conquistado finalmente el Premio Especial del Jurado con un filme que cuenta la historia de Nina, una ginecóloga que empieza a ser cuestionada tras la muerte de un recién nacido durante el parto, víctima de rumores que la acusan de realizar abortos ilegales.
Según la cineasta, el aborto en su país es legal hasta las doce semanas, pero cada clínica tiene el derecho a elegir si lo practica y a la hora de la verdad es casi imposible encontrar una donde lo hagan. Kulumbegashvili pasó casi un año observando el trabajo de los médicos en una clínica de maternidad y las vidas en las comunidades rurales. Fruto de esa inmersión, algunas mujeres le permitieron que rodara sus partos, imágenes explícitas que aparecen en la película.
La italiana Maura Delpero se llevó el Gran Premio del Jurado por Vermiglio, que sigue a una familia numerosa en el último año de la Segunda Guerra Mundial y como la llegada al hogar de un soldado desertor hace saltar la paz por los aires.
Murilo Hauser y Heitor Lorega ganaron el galardón al mejor guion por I’m Still Here, filme de Walter Salles basada en las memorias de Marcelo Rubens Paiva, en las que narra cómo su madre se vio obligada al activismo político cuando su marido, el diputado izquierdista Rubens Paiva, fue capturado por el régimen durante la Dictadura militar de Brasil, en 1971.
El veterano actor francés Vincent Lindon conquistó la Copa Volpi a la mejor interpretación masculina por Jouer avec le feu, de Delphine Coulin y Muriel Coulin, en donde da vida a Pierre, un trabajador ferroviario de cincuenta años que tiene que lidiar con un hijo que se introduce en grupos de extrema derecha.
La Copa Volpi a la mejor actriz ha sido para Nicole Kidman por Babygirl, un thriller erótico en el que comparte reparto con el español Antonio Banderas. Kidman no puedo estar en la ceremonia por la muerte de su madre, por lo que fue la directora Halina Reijn quien recogió el premio.
El premio Marcello Mastroianni al mejor intérprete emergente ha ido a parar a manos del francés Paul Kircher, un actor que ya brillaba en Dialogando con la vida (Christophe Honoré) y que ahora se come la pantalla en el drama Leurs enfants après eux, de Ludovic Boukherma y Zoran Boukherma.
El italiano Nanni Moretti recibió el premio al mejor filme restaurado por Ecce Bombo (1978), del sueco Alexandre O. Philippe, el de mejor película sobre cine con Chain Reactions, y la estadounidense Sarah Friedland, el León del Futuro, el premio a la mejor ópera prima del festival, por Familiar Touch. Después, ella misma también levantaría los premios a la mejor dirección de la sección Orizzonti.
En esta sección, el iraní Nader Saeivar se llevó el Premio del Público por The Witness, que dedicó al encarcelado Jafar Panahi; el canadiense Arshia Shakiba, el premio al mejor cortometraje por Who Loves The Sun; el palestino Scandar Copti, el de mejor guion por Happy Holidays; el italiano Francesco Gheghi, el de mejor actor por Familia; la veterana estadounidense Kathleen Chalfant, el de mejor actriz por Familiar Touch; Murat Firatoglu, el Premio Especial del Jurado por One of Those Days When Hemme Dies, y Bogdan Muresanu, el de mejor película por The New Year That Never Came.