Molly Manning Walker estrena 'How to Have Sex': “Los jóvenes tienen prisa por deshacerse de la virginidad”
La directora, fenómeno del cine indie británico, estrena la película con la que triunfó en Cannes, una profunda reflexión sobre el consentimiento.
15 marzo, 2024 01:52Como es habitual entre los jóvenes británicos, Molly Manning Walker (Londres, 1993) viajó a la costa mediterránea de España antes de iniciar los estudios universitarios para vivir unos días de desfase etílico con sus amigos. Se encontró un mundo artificial construido en torno a la presión por tener sexo y es lo que ha querido retratar en How to Have Sex, su primer largometraje tras curtirse en el mundo del corto y como directora de fotografía en Scrapper (Charlotte Regan, 2023).
El filme es un crudo e inteligente acercamiento al tema del consentimiento que no ha parado de acaparar galardones y entusiastas críticas desde que se presentará en Cannes, donde fue considerada la mejor película de la sección Un certain regard. La actriz Mia McKenna-Bruce brilla en el papel de Tara, una joven cuyo objetivo en sus vacaciones en Grecia con sus dos mejores y más experimentadas amigas será perder la virginidad, aunque nada saldrá como ella espera.
Pregunta. La película se inspira en un viaje que realizó a España. ¿Cómo lo recuerda y por qué decidió que la película se ambientara en Grecia?
Respuesta. Lo recuerdo tal y como se ve en la película. Creo que no es importante dónde transcurre la historia porque todos estos lugares dedicados a la fiesta para británicos son muy similares en todos los países: hoteles cutres, bares agrupados en una sola calle, discotecas baratas…
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P. ¿Sienten los jóvenes mucha presión para perder la virginidad cuanto antes?
R. Sí, sienten mucha presión. Creo que la vergüenza y la culpa están muy asociadas al sexo y esto provoca que los jóvenes tengan prisa por deshacerse de la virginidad, como si fuera algo malo aferrarse a ella. Si las personas hablaran sobre lo que es el buen sexo, habría menos urgencia por quitársela de encima, y también una intriga sana por saber lo que le gusta a cada uno.
P. ¿Cómo preparó la parte visual de la película?
R. Hice un completo storyboard a mano que nunca le enseñé a nadie. También tenía un documento de 600 páginas con la lista de planos, las referencias, la paleta de colores… Estoy realmente obsesionada con el color y con cómo usarlo en pantalla. El proyecto estuvo diseñado y elaborado a conciencia. Pero siempre digo que tienes que intentar preparar algo perfecto y después destruirlo para que parezca real.
P. ¿De qué forma planeó las escenas de abusos sexuales?
R. Teníamos a un coordinador de intimidad que nos ayudó a coreografiarlas. La idea siempre fue utilizar primeros planos del rostro de Tara, porque quería entender cómo se sentía, en vez de sexualizar el abuso o hacerlo supergráfico.
P. La mayoría de los personajes sospechan lo que le ha ocurrido a la protagonista, pero no lo verbalizan. ¿Por qué?
R. La gente no tiene el lenguaje necesario para lidiar con ello. Estamos mal educados en este tema, nos avergüenza y preferimos evitarlo, en vez de afrontarlo de cara. A la edad que tienen los personajes el sexo da miedo. Nos protegemos al no hablar de ello.
P. ¿Qué cineasta le ha servido de inspiración?
R. Soy una gran admiradora de Andrea Arnold. American Honey (2016) fue una gran referencia en el sentido de que la historia está contada a través de los ojos de una persona, desde una perspectiva muy íntima, pero al mismo tiempo es capaz de capturar la energía del grupo de jóvenes que retrata.
P. ¿Qué destacaría de la actriz Mia McKenna-Bruce?
R. Tiene la maravillosa habilidad de hacer dos cosas al mismo tiempo. En la película está escondiendo sus sentimientos y también conduciendolos al olvido. Es una actriz increíble, muchas veces su primera toma era la mejor.
P. ¿Cuál es su impresión de cómo ha sido recibido el filme?
R. Lo más impactante ha sido ver como muchos chicos se reconocían en la película. Era algo que nunca hubiésemos esperado y puede que abra la conversación sobre el consentimiento. Por otro lado, mujeres de todas las edades, géneros, generaciones y países han reconocido su propia experiencia e historia, algo que es a la vez triste y realmente empoderador.