Dea Kulumbegashvili: “'Beginning' es una experiencia desafiante para el espectador”
La directora georgiana estrena su ópera prima, ganadora de la Concha de Oro. Un filme que aborda la crisis existencial de una mujer y en el que se rastrea la sombra de Haneke y Tarkovski
4 diciembre, 2020 09:52Dea Kulumbegashvili (Oriol, 1986) arrasó con Beginning, su ópera prima, en la pasada edición del Festival de San Sebastián. La película recibió cuatro premios: la Concha de Oro, las Conchas de Plata a mejor dirección y actriz (una inmensa Ia Sukhitashvili) y el Premio del Jurado al mejor guion. Sin embargo, a la joven cineasta georgiana se le quedó una espina clavada a su paso por Zinemaldia.
“La experiencia de San Sebastián la voy a recordar toda mi vida porque me ofreció la oportunidad de ver mi película por primera vez en una pantalla grande acompañada de público. Estaba extremadamente nerviosa, es una experiencia muy emocional porque es un trabajo al que le has dedicado muchísimo esfuerzo. Y de repente, en mitad del metraje, veo que alguien se levanta y se va… Me hubiese gustado ir detrás de esa persona para pedirle que le diera otros diez minutos a la película, porque a veces diez minutos marcan la diferencia”.
“Me atraen los personajes femeninos queejercen un rol secundario en narrativasmás conservadoras”
No podemos afirmar que la persona a la que Kulumbegashvili vio marcharse fuera uno de los más conspicuos críticos del país, del que sí sabemos que desertó de la proyección por sus crónicas del festival, en donde calificó la película como “bodrio psicologista”. Otras plumas, sin embargo, hablaban de un filme “asombroso”, “inmenso”, de “una minuciosidad espeluznante”. En definitiva, Beginning dividió a la crítica, avivando el debate sobre un filme en el que seguimos la crisis existencial de Yana, la esposa del líder de una comunidad de Testigos de Jehová, y de cuya historia es casi mejor que el espectador no sepa más para que decida por sí mismo en qué lado ponerse.
Pregunta. Es su primera película, pero parece el filme de un veterano. ¿Es producto de una consumada cinefilia?
Respuesta. Crecí durante la guerra civil de mi país y no vi películas, al menos de principio a fin, hasta que tuve casi 20 años. En aquella época había escasez de electricidad, no había salas en Georgia y la gente tenía problemas serios que resolver, como conseguir comida. El descubrimiento del cine, sin embargo, fue como una explosión para mí. En cualquier caso, no sé si mi película es madura, pero sí tengo la convicción de que solo hay una manera de rodar cada proyecto.
P. ¿Cómo surgió la idea de centrarse en una comunidad de Testigos de Jehová?
R. Después del colapso de la Unión Soviética, el cristianismo se convirtió en un elemento muy importante de la identidad de Georgia y la gente se vio incapaz de aceptar a grupos religiosos más pequeños. Esto lo pude ver de primera mano cuando, en 2014, descubrí que mi familia se relacionaba con Testigos de Jehová y pude percibir cómo la gente en general mantenía una relación pasivo-agresiva con ellos. Fue en ese momento cuando empecé a interesarme más en este asunto, que por otro lado conectaba con mi interés por la religión en general, que nos permite cuestionar la naturaleza humana, y por el tema de la alienación, de lo que significa ser un extraño en el lugar que llamas ‘casa’.
P. Yana aparentemente tiene una vida perfecta, pero las cosas no son como parecen…
R. No me interesan los micro conflictos externos, sino indagar en el sufrimiento interno de las personas cuando se enfrentan a dilemas, como qué es realmente el amor. Además, me atraen los personajes femeninos que seguramente ejercerían un rol secundario en narrativas más conservadoras o tradicionales. Creo que el cine feminista en nuestros días no es aquel que tiene un mensaje concreto o que aborda una temática determinada, sino que es el que investiga los estados de ánimo de los personajes, el que los mira de cerca. Esa es la narrativa que me interesa. Quería abrir a la audiencia una ventana por la que pudieran atisbar a esta mujer para empatizar con su dolor y compartir su sufrimiento.
P. ¿Por qué decidió que la historia de Yana debía narrarse con largos planos secuencia y casi siempre estáticos?
R. Quería trabajar en torno a lo que significan el espacio y el tiempo en el cine. La película es una invitación a mirar cómo vive esta mujer y el público necesita tiempo para atravesar su experiencia. Además, forzar la paciencia del espectador es también una manera de captar su atención, aunque el visionado de la película se convierta en una experiencia desafiante para algunas personas.
Desde la distancia
P. Hay una escena de violencia muy dura en la película. ¿Por qué decidió rodarla desde la distancia?
R. Todas las escenas en las que vemos violencia en la película están rodadas con distancia porque no quiero que se conviertan en un espectáculo ni tampoco manipular al público para que sienta algo determinado. La distancia permite crear un espacio que el espectador puede recorrer por sí mismo si así lo desea. Si hubiese rodado primeros planos, estaría interfiriendo en la experiencia y creo que es el espectador el que debe dar un paso adelante.
P. En esta película se puede rastrear la sombra de Haneke o de Tarkovski. ¿Son directores que le interesan?
R. Es halagador escuchar esto porque Haneke y Tarkovski son para mí maestros del cine. Al final, todos estamos influidos por lo que vemos, escuchamos o leemos, pero no pensaba en ellos mientras hacía la película. De hecho, yo uso herramientas que Tarkovski probablemente hubiese considerado inaceptables. Pero esas conexiones deben existir ya que muchas personas lo han mencionado. En cualquier caso, El espejo, de Tarkovski, es uno de los filmes con los que más conecto.