James Marsh: Es imposible trasladar al cine el lenguaje matemático
James Marsh (Dcha.) junto a Eddie Redmayne en el rodaje de La teoría del todo
El genio de Stephen Hawking no parece en principio un asunto especialmente propenso a la épica cinematográfica. Sin embargo, a partir de las memorias de su primera mujer, Jane Hawking, el británico James Marsh, ganador del Oscar por el documental Man on Wire, ha llevado a la pantalla La teoría del todo, el extraordinario periplo vital del autor de Historia del tiempo. El cineasta nos cuenta en Londres las claves de la película.
El vínculo entra las extrardinarias vidas de Petit y Hawking va más allá de los desafíos físicos que ambos han protagonizado. Como verdaderas expresiones del triunfo de la voluntad, sus historias han sido trasladadas al cine por el británico James Marsh (Cornwall, Inglaterra, 1963), quien recogió un Oscar por el magnífico documental Man on Wire (2008) basado en las hazañas del trapecista francés, y quien ahora ha llevado a la gran pantalla las memorias de Jane Hawking, primera esposa del renombrado autor de Historia del Tiempo. "Cuando me invitaron a dirigir la película, pensé que yo no era el más adecuado -explica Marsh en un hotel del Soho londinsese-. Creía que era esencialmente un biopic de Hawking, pero cuando lo leí comprendí que se trataba más bien el retrato de una poderosa relación de amor haciendo frente a extraordinarias circunstancias, tanto a las presiones de una prodigiosa carrera científica como a un dramático deterioro de la salud. Era un punto de vista muy distinto a una biografía cinematográfica convencional".
-Cuando dirigió Proyecto Nim, dijo que le atraía mucho realizar el biopic de un chimpancé. ¿Cuál ha sido el gran desafío de La teoría del todo?
-Proyecto Nim era de hecho un biopic documental, un recorrido por la vida de un extraordinario chimpancé desde que nace hasta que muere. Y además era una película también sobre ciencia, en torno a un fallido experimento científico. Cuando leí La teoría del todo hice inmediatamente estas conexiones, pues también se trataba de una especie de biopic en un contexto científico, si bien en forma de ficción. Pero en esencia es una extroardinaria historia de compañerismo, amor y resistencia. El film concede la misma importancia y el mismo tiempo a Stephen Hawking [Eddie Redmayne] que a su mujer Jane (Felicity Jones), otorgándole a ella una posición muy determinante en la vida del físico.
-En ambos filmes, de todos modos, la ciencia se deja de lado. ¿Cree que el cine no es el mejor medio para plantear asuntos de índole científica?
-Diría que no. En el caso de Proyecto Nim, el experimento falló y fue llevado a cabo de una forma muy chapucera, así que en realidad no había motivos para dedicar gran espacio a los mecanismos científicos. En el caso de La teoría del todo, su pregunta tiene más sentido, porque la física teórica envuelve prácticamente todo en la vida de Hawking. Pero persiguió sus ideas a través de las matemáticas, y es imposible trasladar el lenguaje matemático complejo a un lenguaje cinematográfico comprensible.
-Hay un precedente que tuvo mucho éxito: Una mente peligrosa, el biopic del también premio Nobel John Forbes Nash, genio de las Matemáticas afectado de esquizofrenia...
-Sí, la conozco, claro, pero lo cierto es que no podemos fiarnos de la honestidad dramática de esa película en lo que concierne a la representación matemática...
-¿Hawking ha tenido algún tipo de implicación? ¿Ha visto el filme?Hawking pareció conmovido por la película. Nos escribió diciendo que estaba satisfecho pero que le hubiera gustado más ciencia"
-Por cortesía, le enviamos el guion antes de rodar porque de algún modo queríamos su bendición. Nos dio a entender que no iba a poner ningún problema. Él entiende que es una figura pública y que no puede controlar todo lo que se haga en torno a él. Cuando terminamos la película, es cuando realmente nos enfrentamos al punto crítico: ¿qué iba a pensar del retrato que habíamos hecho del fracaso de su matrimonio? Así que le hicimos una pase privado y realmente pareció conmovido. Permaneció muy callado y después nos dijo lo que había visto era básicamente la verdad. No es algo malo de escuchar de una persona que acaba de ver su vida dramatizada con gran detalle. De hecho, en mis trabajos documentales generalmente me encuentro con mucha más resistencia por parte de las personas retratadas. Su verdadera bendición fue que nos ofreció su voz electrónica para poder utilizarla en la película. Es algo que marca la diferencia, pues viene a ser como su firma en la película. Nos envió un email diciendo que estaba satisfecho, aunque le hubiera gustado ver más ciencia.
-En este sentido, ¿siente otra clase de responsabilidad respecto a las personas que retrata cuando rueda un documental o una ficción?
-Creo que la responsabilidad es la misma, sobre todo si la ficción está basada en una historia real, como es el caso. Creo que en un documental no hubiera logrado extraer el aspecto emocional de la historia en el caso de la vida privada de Hawking. Pero hay un deber en el cineasta a la hora de lograr que los sentimientos de la historia sean los correctos, y el gran reto de Eddie fue precisamente incorporar a la persona desde al absoluto respeto, sobre todo cuando tienes que mantener vivo a un personaje, con todas sus emociones, en una situación de degradación física tan extrema como la que sufre. Hemos sido muy cuidadosos para que la representación sea lo más exacta posible.
-Hawking mantiene una postura atea, sin embargo su mujer Jane era muy creyente. ¿Cómo ha abordado este conflicto de creencias en la película?
-Es cierto que esto planetaba una serie de tensiones en la relación. Lo que hace Hawking es básicamente tratar de responder a las grandes preguntas que todos nos hacemos, pero desde su visión de la física no podía abrir una puerta a la construcción cultural que nuestra civilización ha hecho de un Dios creador y omnipresente. Cuando se ha referido a Dios en su obra, lo ha hecho como una construcción metafórica, no como una divinidad creadora. Era importante que la película planteara esa tensión en su obra y en el matrimonio.
Eddie Redmayne caracterizado como Stephen Hawkins en La teoria del todo
-Parece que le gustan las historias sobre personas que luchan contra sus limitaciones. Es una constante en sus filmes. ¿Es una coincidencia? -Creo que lo es y que no lo es. Es una idea recurrente, pero también creo que la idea general que hay detrás es el concepto de cómo las familias son funcionales o no lo son, y de qué manera gestionan las diferentes presiones a las que se enfrentan. Ya en mi primera ficción, The King, narraba la destrucción de una familia, y en Proyecto Nim y Man on Wire he seguido explorando esas tensiones familiares mediante individuos que se enfrentan de forma heroica a sus límites, a los límites del ser humano.-Los intervalos en vídeo que narran la intimidad familiar y el paso del tiempo, ¿están basados en verdaderos vídeos domésticos de la familia Hawking?
-Sí, los grabamos en Super 8 y en 16 milímetros, tal y como fue filmado Hawking en su entorno familar, sobre todo por su mujer. La idea pasaba por significar los saltos en el tiempo y retratarlos en momentos cotidianos como a cualquier familia normal. Están basados en un archivo de home movies que Stephen y Jane tienen en California. Cuando vi un vídeo en el que los niños juegan en la silla de su padre, decidí que podríamos reproducir muchas de esas imágenes con los actores y diseminarlas a lo largo de la película. De hecho, el rodaje de esos vídeos los hicimos fuera del plan de rodaje oficial, en los tiempos muertos, y acabó siendo un gran reto para Eddie [Redmayne], pues en esos momentos más libres y naturalistas no podía abandonar a su personaje, tenía que seguir siendo Hawking, con todo lo que eso conlleva.
-No analizo mi carrera de ese modo, salto de un proyecto a otro sabiendo que voy a estar implicado en cada película al menos dos años, así que tienen que ser proyectos con los que pueda obsesionarme. En este caso, creo que fue una cuestión de timming. El proyecto me llegó después de hacer una película muy oscura, Shadow Dancer, con una intención muy espífica respecto al género del thriller. Fue una exploración creativa sobre un tema que me interesa mucho. Y la idea de hacer algo más accesible para un gran público creo que, en este momento de mi carrera, era lo que me atraía. No solo para buscar mayores audiencias y manejar presupuestos más altos, sino para explorar mi potencial como director a partir de esas nuevas circunstancias.
-¿Ha sentido que su ingreso en el cine mainstream de algún modo limita también su libertad creativa?
-Bueno, para serle franco, es inevitable. Con el guion no tenía mucho margen de maniobra, es lo que es, no podía convertirlo en una película de Bergman, para que me entienda. Tenía que aceptar que estaba haciendo una película mainstream y entonces lo que hago es centrarme en lo que sé hacer bien, en cuidar los mínimos detalles, en hacerlo todo lo verdadero que pueda, en que la cámara y los actores expresen conflictos emocionales de forma clara. Después de sumergirme en el universo civilizado y limpio de Stephen Hawking, lo que me apetece ahora es probablemente hacer lo contrario, algo pornográfico y violento.
-¿Puede hablarme de su "Dream Project", esa película en la que lleva trabajando varios años?
-Es una película en marcha, efectivamente, que tiene una versión corta y una vesión larga. El caso es que me encontré con el "diario onírico" de un hombre que a lo largo de los años fue describiendo todos los sueños que tenía con la mujer de la que estaba enamorado, y que murió muy joven. Así que el diario es en esencia su historia de obsesión con esta mujer. Escribí un guion a partir del diario. Este señor es un judío ya muy anciano que vive en Toronto, y a quien he filmado varias veces, así que el proyecto tiene una naturaleza muy experimental, no sé exactamente qué saldrá de ahí, pero ya solo el intento merece la pena. No he visto nada así antes: la filmación de sueños reales que cuentan una historia de amor encriptada con los verdaderos deseos del soñador.
-¿Será su próximo proyecto? -No creo. Ahora estoy trabajando en una nueva serie de la HBO, titulada Crime, en la que voy a dirigir algún capítulo. Es una historia muy bien escrita, un proyecto que estaba hecho a la medida de James Gandolfini, y que finalmente va a protagonizar John Turturro. Es un material extraordinario, y no me extraña que con los grandísimos escritores que están trabajando para la teleficción, tantos cineastas sintamos la tentación de involucrarnos en proyectos para la televisión.