Image: 30 años sin Ingrid Bergman

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Cine

30 años sin Ingrid Bergman

La actriz sueca, una de las más grandes divas del celuloide, deslumbró a directores como Hitchcock, Rossellini, Renoir e Ingmar Bergman

28 agosto, 2012 02:00

Ingrid Bergman hacia 1942.

Tal día como hoy, hace 30 años, murió Ingrid Bergman, una de las mayores estrellas de la historia del cine. Se fue el mismo día de su 67° cumpleaños. La actriz sueca, según una lista del American Film Institute, es la cuarta diva más importante del celuloide, sólo por detrás de Katharine Hepburn, Bette Davis y Audrey Hepburn.

Bergman ingresó a los 18 años en la Real Escuela de Teatro Dramático, la misma en la que estudió su compatriota Greta Garbo. Tras iniciarse en el teatro y el cine en su país, donde rodó una docena de películas, debutó en Estados Unidos como protagonista de Intermezzo, una nueva versión de una película que había hecho en Suecia, producida por David O. Selznick.

Recién casada con un dentista sueco y convencida por su marido, rodó una película en Alemania en 1937. Allí conoció a Goebbles, el ministro de propaganda nazi, que intentó convencerla, sin éxito, para que rodara películas para el III Reich.

La película que la catapultó a la fama mundial fue Casablanca, de Michael Curtiz, que protagonizó junto a Humphrey Bogart en 1942. Al año siguiente fue nominada para los Oscar por Por quién doblan las campanas. En 1944, obtuvo finalmente el premio por su papel en Luz que agoniza. La actriz llegaría a obtener tres Oscar, siendo la primera en lograr esta hazaña. El segundo y el tercero los ganó por su interpretación en Anastasia (1956), de Anatole Litvak, y asesinato en el Orient Express (1974), de Sidney Lumet, esta vez como actriz secundaria. Volvió a ser nominada a la mejor actriz por Sonata de Otoño (1978), dirigida por Ingmar Bergman.

La actriz fue una de las musas de Hitchcock, para quien rodó Encadenados y Recuerda en los años cuarenta. Poco después, en 1949, protagonizó uno de los escándalos más sonados de la historia del cine. Tras ver la película Roma, ciudad abierta, de Roberto Rossellini, escribió al director italiano comunicándole su deseo de trabajar con él. Tras conocerse en persona, Bergman se marchó a Italia para rodar Stromboli. Durante el rodaje comenzó una relación con Rossellini, fruto de la cual nació su segundo hijo, Roberto. El episodio hizo que fuera repudiada por la censura estadounidense, la iglesia luterana sueca y la católica, y buena parte de la opinión pública.



En 1950 se casó y tuvo otras dos hijas con Rossellini, y trabajó con él en cinco películas más, que no fueron apreciadas en su momento por el público ni la crítica. En 1957 se separó del italiano. A las órdenes de Renoir en la película Elena y los hombres, Bergman recuperó el éxito y a finales de la década pudo volver a Estados Unidos, donde fue recibida como una "hija pródiga".



Ya como actriz madura, en los 70, continuó brillando en películas como Asesinato en el Orient Express, que le valió su tercer Oscar, y Sonata de otoño. En 1975 se le diagnosticó un cáncer de mama y ese mismo año se divorció de su tercer marido, el productor sueco Lars Schmidt. La enfermedad no impidió que continuara trabajando hasta el final, incluso en telefilmes como la miniserie que rodó en Israel meses antes de su muerte en 1982, en la que interpretó a la política Golda Meir.