51 San Sebastián
Camino en las nubes, de Vicente Amorin
Una apuesta valiente. El Festival de Cine de San Sebastián abre la noche del 18 de septiembre sus puertas a una edición comprometida a todas luces con el cine español. Competirán por la Concha de Oro Achero Mañas, con Noviembre; Icíar Bollaín, con Te doy mis ojos, y Cesc Gay con En la ciudad. El Cultural ha hablado con los tres directores. Joaquím Jordà, Joaquín Oristrell (que escribe nuestra Primera Palabra) y Julio Medem participarán en Zabaltegi. Como siempre, no faltarán las estrellas, entre las que figura Kevin Costner, que llevará fuera de concurso Open Range.
En la edición de este año compiten un total de dieciséis películas dentro de la sección oficial. La carrera la abre, en atrevida y elogiable decisión, una obra de estirpe documental que llega precedida de notable prestigio: Suite Habana. Retrato colectivo de una ciudad y de sus gentes, a medio camino entre el documental y la ficción, este trabajo de Fernando Pérez (que filma la vida cotidiana de diez personas reales) ha sido el gran éxito del cine cubano y llega a San Sebastián precedida por el rumor que la presenta como uno de los más agradables y originales descubrimientos de este año.
La apuesta es valiente. La gala inaugural se despoja de fastos y brillos glamourosos para colocar en el frontispicio del certamen una obra que se aparta de la ficción convencional y que supone todo un desafío a las viejas tradiciones. Una decisión que parece anunciar el espíritu juvenil, inquieto y heterodoxo de una selección que se cerrará, nueve días después, con una guinda de signo diametralmente opuesto, sólo que colocada ya fuera de concurso: Open Range, el costoso y estelar espectáculo de Hollywood en el que Kevin Costner, de regreso a las tareas de dirección, ha convertido este western de grandes praderas y de vocación clásica interpretado por él mismo junto a Robert Duvall y Annette Bening.
Jefes de fila
Entre medias queda un abanico de quince títulos liderado, en principio, por el nuevo trabajo de Jacques Rivette (Historia de Marie y Julien), con el que el irreductible experimentador francés -uno de los jefes de fila de la Nouvelle Vague- vuelve a ese territorio predilecto suyo en el que la ficción y la mentira, la realidad y el sueño, se confunden y se interrogan entre sí atrapando entre sus redes, en este caso, a la siempre perturbadora Emmanuelle Béart, estrella central de la película.
Dos sólidos y bien conocidos realizadores latinoamericanos, el peruano Francisco Lombardi y el argentino Edgardo Cozarinsky (afincado en Francia), serán los encargados de representar al cine de habla hispana realizado fuera de España. El primero, con una denuncia de la hipocresía, el oportunismo y la corrupción política en el Perú de Fujimori (Ojos que no ven) y, el segundo, con un relato que entrecruza, por las calles de París, las trayectorias de tres personajes interpretados por Marisa Paredes, Féodor Atkine y Bruno Putzulou: Crepúsculo rojo. El brasileño Vicente Amorim completa, con una bici-movie titulada Camino en las nubes, el muestrario que ofrecerá la producción de aquel continente.
El cine norteamericano jugará las bazas de dos trabajos con sello autoral y ajenos al Gran Hollywood: la nueva y personal película del irregular artesano Joel Schumacher (Veronica Guerin)¸en la que Cate Blanchett interpreta a la figura real que da título al filme -una valiente periodista irlandesa que se atrevió a denunciar a los jefes mafiosos de las drogas y que murió asesinada en 1996- y una comedia agridulce sobre seres solitarios (The Station Agent), que viene avalada por haber recibido en Sundance el premio del Público y el galardón para la mejor actriz.
La representación asiática, tan abundante en otros festivales, aquí estará exclusivamente en manos coreanas y a cargo de Bong Joon-ho, un viejo conocido del certamen donostiarra (en el que hace dos años presentó la fallida Barking Dogs Never Bite) que ha realizado una desconcertante mezcla de oscuro drama social y estrambótica comedia (titulada Memorias de un asesino) sobre el impacto y las consecuencias que tiene el comportamiento de un serial killer entre los policías que investigan sus crímenes y en la pequeña ciudad en la que transcurren los hechos.
Delegación europea
Menos conocidos para la mayoría de los espectadores españoles son los cineastas que integran la plural y diversa delegación europea. El alemán Jan Schötte presenta un melodrama basado en una prestigiosa novela holandesa (Supertex), un filme de vocación clásica que llega firmado por quien es, en realidad, uno de los más prometedores realizadores germanos. Y de Alemania procede también Gun-Shy (de Dito Tsintsadze, realizador de Lost Killer), que se anuncia como una película de humor negro, como una historia "trufada de personajes extravagantes, de momentos absurdos y divertidos".
El británico Peter Webber firma otra ficción de origen literario, pero en este caso con una fuerte vocación pictórica: Girl with a Pearl Earring, historia de la joven criada que se convirtió en modelo de uno de los más famosos cuadros de Vermeer, cuya luz impregna la fotografía de la película. De Dinamarca llega la segunda parte de la trilogía que Peter Fly está realizando sobre la sociedad de aquel país (La herencia), retrato de la alta burguesía industrial y de su falta de escrúpulos para mantenerse en el poder, mientras que el holandés Alex Van Warmerdan entrega una particularísima versión posmoderna del cuento clásico de Hansel y Gretel, titulada Grimm y protagonizada por dos hermanos abandonados en imprevistos ¡paisajes españoles!
Finalmente, las bazas españolas estarán también en las imágenes filmadas por tres jóvenes y emergentes cineastas que han dado ya prueba de su talento, pero que ahora hacen avanzar su filmografía con pasos tan firmes como esperanzadores: Icíar Bollain, Achero Mañas y Cesc Gay, tres valores de las nuevas generaciones cuya selección para integrarse en la sección oficial y competitiva del certamen señala otra de las más llamativas y valientes apuestas del festival.
Ninguno de los grandes nombres ya consagrados estará presente, por lo tanto, en esta poderosa caja de resonancia que constituye el certamen. Su lugar ha sido ocupado por una valerosa y sincera indagación en la temática de los malos tratos que constituye -digámoslo ya por adelantado- la contribución más lúcida y más compleja que el cine español ha ofrecido hasta ahora en este campo (Te doy mis ojos, de Icíar Bollaín), por una exaltación del idealismo reivindicativo de un juvenil grupo de teatro callejero, con formato de aparente falso documental y con ambiciosa vocación de discurso sobre la función del arte (Noviembre, de Achero Mañas) y por un retrato coral de un grupo de amigos, a medio camino entre el melodrama contenido y la comedia de costumbres, filmado por Cesc Gay, realizador de la ya prometedora Krampack.
La representación nacional se completa con el estreno, fuera de concurso, de El misterio Galíndez, adaptación de la novela de Manuel Vázquez Montalbán que ha producido y dirigido Gerardo Herrero con Harvey Keitel como figura-estrella para dar consistencia a un thriller de investigación que se mueve entre la ficción novelesca y el testimonio político a propósito de la figura histórica del exiliado político, nacionalista vasco y chivato de la CIA y del FBI Jesús de Galíndez.
Delicatessen fuera de norma
Una sección bautizada "Zabaltegi Especial" brillará este año con luz propia al recoger tres títulos de estirpe documental que están entre los trabajos más esperados del año. En primer lugar, la combativa y heterodoxa radiografía del sistema judicial español trazada por Joaquim Jordà (realizador de Monos como Becky) en una extensa e inclasificable propuesta (casi tres horas de duración) que llega con el título de Juego de niños, centrada en el famoso y delicado tema del Caso Raval. Después, el ambicioso documental filmado por Julio Medem, que se atreve a hincarle el diente al espinoso tema del conflicto vasco en La pelota vasca. La piel contra la piedra, destinado a generar un jugoso y necesario debate. La tercera, abiertamente planteada como necesario combate contra la subordinada posición del gobierno español en la Guerra de Irak, es Los abajo firmantes, un trabajo despierto y oportuno de Joaquín Oristrell que integra la campaña emprendida por la mayoría de los actores españoles.