Fernando León
La película respira versos de Claudio Rodríguez
19 septiembre, 2002 02:00Fernando León y Javier Bardem en el rodaje de Los lunes al sol
Con su muy esperado tercer largometraje, el cineasta Fernando León es uno de los más sólidos aspirantes a la Concha de Oro. Protagonizada por Javier Bardem y Luis Tosar, Los lunes al sol retrata a un grupo de amigos que, afectados por las reconversiones industriales en el norte de España, están unidos por la búsqueda de un trabajo digno. El Cultural ha hablado con Fernando León sobre su nueva película y las claves de su corta pero relevante obra cinematográfica.
En los últimos cuatro años, desde el destello de popularidad y buen nombre que le reportó el éxito de Barrio (Concha de Plata a la Mejor Dirección y tres premios Goya), Fernando León no ha parado. Comprometido con el uso del audiovisual como reflector de la memoria histórica y de las injusticias sociales de nuestro tiempo, se ha dedicado en cuerpo y alma al género documental -La espalda del mundo, La guerrilla de la memoria, Caminantes-, con alguna que otra incursión como guionista de encargo -Fausto 5.0, de La Fura dels Baus-, y, por supuesto, a la realización de su última propuesta, la tan esperada Los lunes al sol. En su temática ya se entrevé una relación con Barrio, y es que Fernando León ha vuelto a pasear su cámara sobre los dramas de las clases más desfavorecidas, los humillados y ofendidos de la lucha de clases. En este caso, ha situado su historia y sus criaturas "en el mundo de la precariedad laboral, el desempleo y el marco de las reconversiones industriales en el norte de España", en palabras del cineasta.
Ambientado en la ciudad de Vigo (también se ha rodado en Pontevedra), el filme rastrea las vidas cotidianas de un grupo de amigos unidos por el paro y la necesidad urgente de encontrar un empleo digno. "Después de Barrio -ha explicado el cineasta a El Cultural-, Ignacio del Moral me propuso una historia a partir de un recorte de periódico que tenía guardado. ése fue el punto de partida, aunque con el desarrollo del guión la noticia se fue quedando en anécdota para quedarnos con los personajes y sus peripecias vitales". Dramas de supervivencia, por lo tanto, que se presumen radiografías de una sociedad bajo el síndrome de las carencias. Pero esta vez, los dramas -que, como acostumbra el director, se supone que estarán alimentados también de humor incisivo- no los ha construido Fernando León en solitario. Por primera vez firma el guión junto su compañero de armas Ignacio del Moral. "A Ignacio lo conozco desde hace muchos años, él tiene mucha experiencia en teatro y hemos trabajado juntos en series de televisión. Lo importante es que al escribir, los dos teníamos la misma película en la cabeza. Aunque del último barniz, que concierne sobre todo al sonido de los diálogos, he preferido encargarme yo solo".
Pulso poético
Si para Familia fue el jazzista Stephan Grapelli y para Barrio el poeta Jorge Guillén ("Yo no seré mi cadáver"), León ha encontrado esta vez "el pulso emocional" de su historia en las creaciones de otro gran poeta: "Media hora antes de ponerme a trabajar en el guión, leía a Claudio Rodríguez para buscar su tono -explica el cineasta-. Sin darme cuenta estaba muy tocado por su influencia, y acabé haciéndolo de modo consciente. Es un poeta que consiguió situarme emocionalmente en lo que quería contar. La película, sin duda, respira muchos versos de Rodríguez, sobre todo cuando habla de las clases, de los oprimidos, de los seres marginales...".
"Hablo también de una colectividad -añade el autor de Barrio-, con un valor social muy potente, pero tampoco quiero quedarme ahí, tengo muchas historias individuales que contar". Dos referencias casi ineludibles del imaginario fílmico saltan a la palestra con estos antecedentes. Por un lado, cuando se habla de cine social europeo -y en especial de colectividades asfixiadas por la precariedad laboral- se hace casi inevitable establecer comparaciones con dos veteranos del cine de guerrillas británico, Ken Loach y Mike Leigh -este último acude también a San Sebastián, en Zabaltegi, con All or Nothing, retrato de la familia de clase media-baja-, si bien el director español siente que su cine camina por territorios más líricos. "Yo no hago un cine social al tipo, me muevo entre el realismo y la fábula", concluye León.
Por otro lado, sin duda más anecdótico, el retrato colectivo de un grupo de parados nos transporta a Full Monty, acercamiento en clave de comedia con que el también director británico Peter Cattaneo sorprendió a la parroquia cinematográfica internacional en 1997. Fernando León, sin embargo, no es autor aficionado a calcar éxitos ajenos: "Full Monty me parece una película estupenda, con la que te ríes mucho, pero al tratar de este modo el tema del desempleo corres el riesgo de pensar en lo bien que se lo pasa esa gente, en que si se lo proponen pueden salir del hoyo, y eso es algo que me cuesta mucho creer. Al ser tan optimista caes en la comedia social, que es una opción, pero no la mía". No es que la corta obra de Fernando León sea alérgica al humor, de hecho, siempre tratado con inteligencia e intervininendo en los momentos más decisivos, es un elemento indispensable tanto en Familia como en Barrio, pero en ningún caso son estas piezas susceptibles de ingresar siquiera en los márgenes de la comedia social. "Me gusta, por encima de todos, el humor paradójico", añade.
Frente al dilema
La originalidad y carga lírica de sus historias, por tanto, entroncan directamente con el dilema de las representaciones, como bien intuye su autor: "Tratar de aportar soluciones es muy complicado, así que siempre me planteo abordar las historias desde dos puntos de vista: como realmente son y como quiero que sean". No sólo en sus dos largometrajes estrenados, sino en el corto Sirenas, el trasunto de sus ficciones descansa en la fuga de un mundo envenenado en el que el autor no se siente especialmente cómodo. "Todas mis pelculas son una huida de la realidad -explica-. Los personajes sienten la necesidad de inventarse otra vida a su medida y vivirla en su imaginación". Contraste entre dos realidades, la que golpea y la soñada, que inevitablemente conformará el paisaje humano de Los lunes al sol.
Un reparto coral integrado por actores de altos vuelos como Javier Bardem, Luis Tosar, José ángel Egido, Nieve de Medina y Enrique Villén, y a través de cuyas vivencias el cineasta redundará en valores como la amistad, el honor y el compañerismo. El todoterreno Bardem -"Un monstruo de la interpretación", en palabras de León- tendrá la oportunidad de conquistar su segunda Concha de Plata (la primera por Días contados en 1994) en su personificación de Santa, papel protagónico de la película y baza fundamental de Los lunes al sol: "No puedo imaginarme a otro actor que no sea Javier para este papel".
Para alguien que reconoce que la misión principal del rodaje es "intentar no desvirtuar el guión", es lógico que la conexión con los actores sea para Fernando León uno de los elementos cruciales que determinan el éxito o fracaso artístico de sus películas. "En lo que más me concentro es en dirigir a los actores -sostiene-. Me divierte mucho y al mismo tiempo me parece lo más importante del rodaje, porque viene a ser el puente que tiendes entre lo que está en el papel y el espectador. Cuanto más hablemos y más machaquemos el plano y el ensayo, mejor saldrá. Afortunadamente, nunca he tenido problemas con mis actores". Y Los lunes al sol no es la excepción a la regla.
Fiel al productor que le abrió las puertas, Fernando León ha rodado su tercer largometraje bajo la órbita del veterano Elías Querejeta, productor en quien el cineasta parece haber encontrado su media naranja cinematográfica. "Elías asume riesgos, y eso ya es algo que por sí mismo habla de su talento. Se lleva la fama de intervencionista porque con él se discute mucho. Si está en desacuerdo contigo te lo dirá hasta cansarse, porque se siente con el deber moral de decirte que te estás equivocando, pero nunca lo impondrá". El próximo lunes, ambos verán sus dudas despejadas -si todavía las tienen- frente al exigente público de San Sebastián.