El Museo del Prado, en el año de su bicentenario, ha sido el protagonista absoluto de la vida artística madrileña durante la primera mitad del año. Teatro en las salas, video mapping en las fachadas de la pinacoteca, obras de las mujeres de su colección en pantallas callejeras, danza, un sin fin de actividades que eran solo el preámbulo de lo que se avecinaba: el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades que su director, Miguel Falomir, recibirá el próximo mes de octubre, poco antes de su efeméride, el 19 de noviembre. Han sido doce meses de exposiciones de primera de las que este verano todavía puede verse la dedicada a Fra Angelico, con su recién restaurada Anunciación (1425-26) en el centro de una muestra que, en palabras de la crítica Elena Vozmediano “busca que nos olvidemos del Beato Angelico y conozcamos al pintor profesional, participante en los debates intelectuales”. 79 obras seleccionadas por Carl Brandon Strehlke, conservador emérito del Philadelphia Museum of Art, que nos llevan a la Florencia de la primera mitad del siglo XV. Hasta el 15 de septiembre.
Otro relato renovado es el que muestra el Prado en Miradas afines. Hasta el 29 de septiembre las obras de tres de los grandes, Velázquez, Rembrandt y Vermeer (muy bien acompañados por Ribera, Franz Hals, Zurbarán, Murillo, El Greco…), se cruzan para ofrecer “una interesante lección con préstamos excepcionales” (Rocío de la Villa). La clase la imparte el comisario Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del museo, con la idea de revisar el origen de la historia del arte. Con la presentación de la imponente pintura de historia El fusilamiento de Torrijos (1888), de Antonio Gisbert, y la nueva donación de Hans Rudolf Gerstenmaier, presentada hace apenas dos semanas y que incorpora a la colección de la pinacoteca once obras de Anglada-Camarasa, Eduardo Chicharro, Ignacio Zuloaga, Joaquín Mir, Sorolla y Beruete, cerramos la visita a nuestro principal museo que bien merece pasar el día.
En el Museo Thyssen-Bornemisza, que esta primavera anunciaba la esperada colaboración con TBA21, la Fundación de Francesca Thyssen con la que van a realizar dos proyectos anuales, ha dejado para el verano la exposición que vincula el universo del gran modisto Cristóbal Balenciaga con la tradición de la pintura española entre los siglos XVI y XX. Comisariada por Eloy de la Pera, la muestra recorre, con importantes préstamos, las referencias al mundo del arte que inspiraron al admirado diseñador de moda. Un conjunto de piezas del propio Balenciaga en el recorrido de las salas, no dejan lugar a dudas acerca de la inspiración que para él supusieron los grandes maestros, desde el mando azul de la Inmaculada de Murillo hasta los bordados blancos sobre negro del vestido de Doña Juana de Austria en el retrato de Sánchez Coello. Y es que, tal y como abogaba Javier González de Durana, a pesar de los prejuicios, la hibridación es imparable.
La de Rogelio López Cuenca en el Museo Reina Sofía es una de las imprescindibles de la temporada. Yendo leyendo, dando lugar repasa su carrera en un entretenido recorrido que, como todo su trabajo, da mucho qué pensar. El viaje, la frontera, el turismo y las migraciones están presentes en la primera retrospectiva de este artista malagueño bien conocido por haber acuñado el concepto de picassización. No se la pierdan (hasta el 26 de agosto). Junto a ésta, dos plantas más abajo, también en el edificio de Sabatini, la de David Wojnarowicz. Procedente del Whitney de Nueva York, la muestra es otro de los atractivos del verano en el Reina Sofía. Fotografía, collage, pintura, fotomontaje, texto, todo servía al estadounidense para abordar las políticas queer y de identidad que marcaron su vida y su obra. “¿Un Rimbaud pintor?” Se preguntaba José María Parreño en su crítica: “Wojnarowicz nació exactamente un siglo después que Rimbaud y murió con un año más que él. En muchos sentidos, podríamos decir que actualiza la figura del poeta en su tiempo y su lugar. Como Rimbaud es, indiscutiblemente, uno de los pilares de la modernidad artística”. Nada más que añadir.
La pintura de la suiza Miriam Cahn, una de las más destacadas de la última Documenta, las piezas del conceptual danés Henri Olesen, los acrílicos del japonés Tentsuya Ishida en el Palacio de Velázquez y las esculturas de Charles Ray en el Palacio de Cristal, otro nombre fuerte de documentas y bienales, completan la cartelera veraniega del Reina.
Dentro de ese triángulo virtuoso que forman los tres grandes museos, CaixaForum nos acerca a la figura de Olga Khokhlova, más conocida como Olga Picasso. 350 piezas, entre pinturas, dibujos, aguafuertes, fotografías inéditas, objetos y documentos, desde 1917 a 1935, a través de las que, escribía Rocío de la Villa, “volvemos a conocer al genio un poco más”. Junto a ésta otra no menos importante exposición recorre la historia de la ópera a través de ocho grandes estrenos en los principales escenarios europeos. Ópera. Pasión, poder y política es la historia de Europa a través de la lírica y de las ciudades donde se representa: Londres, Viena, Milán, Händel, Mozart, Verdi… Un paseo musical a tres voces (emocional, social y creativa) desde la Venecia de Monteverdi (1642) hasta la Barcelona del Liceo que estrenaba la Pepita Jiménez de Albéniz en 1896. Dense prisa, cierra el 11 de agosto.
Al sur de la estación
Hacia el sur de la llamada Estación del Arte, en La Casa Encedida, la Movida Madrileña ha inundado el edificio neomudéjar del barrio de Lavapiés gracias al universo de Ceesepe y sus Vicios modernos, una muestra centrada en el lenguaje del cómic y la viñeta del artista madrileño y en su producción de entre 1973 y 1983. Originales, fotografías y cuadernos procedentes del Archivo Lafuente que muestran los trabajos del particular creador en álbumes históricos, como el El Víbora. Muy cerca, en Tabacalera, dos muestras de fotografía bien distintas. Por un lado, la exposición del fotógrafo Eduardo Nave, que puede verse en La Fragua, nos da una visión de las playas que fueron escenario del Desembarco de Normandía. En la sala principal, Oscuro objeto de deseo nos acerca al mundo del cineasta Eloy de la Iglesia en un completo recorrido por su carrera profesional, entre 1966 y 2003. Un cine siempre a contracorriente que hoy nos llega de la mano del comisario Pedro Usabiaga.
Más allá, en Móstoles, el Centro de Arte 2 de Mayo acaba de inaugurar la individual dedicada a Paloma Polo. La artista se mete de lleno en El Barro de la Revolución de la mano del comisario Juan de Nieves. Su estancia en Filipinas desde 2013 le ha permitido investigar y producir este trabajo centrado en el papel de la guerrilla en el país. La exposición recoge también otro de sus proyectos más recientes, El Predicador y el Maniqueo. Carta de X a F, donde Polo acude a un episodio que refleja las desavenencias ideológicas entre dos de los personajes políticos centrales en la lucha antifranquista del momento, Javier Pradera y Jorge Semprún.
Siguiendo con el triángulo del arte como eje central del recorrido madrileño, y dirigiéndonos ahora hacia el norte. Lo primero que nos encontramos es CentroCentro en Cibeles, con las exposiciones de los jóvenes Eva Fàbregas y Aimée Zito Lema que permanecerán a viertas al público hasta el 20 de octubre y 15 de septiembre respectivamente. La de Fàbregas, explicaba Luisa Espino tras su visita, es toda una experiencia. El sonido de la sala y el material del que está hecha la pieza central de Gut Feeling atrapan al espectador que queda enredado entre sus coloridos tentáculos.
Los Retratos de la Modernidad de Berenice Abbott es la propuesta de la Fundación Mapfre para el verano madrileño. Comisariada por Estrella de Diego y recién llegada de la sede de Barcelona, la muestra, abierta hasta el 25 de agosto, huye del tópico que presenta a la artista como “fotógrafa documental” para mostrarnos otra faceta del Nueva York de los años 20 y 30 registrada por una mirada pionera y audaz. Casi enfrente, en la Biblioteca Nacional destaca hasta el 22 de septiembre la muestra dedicada a Piranesi. La institución celebra el tercer centenario del italiano con una exposición que recorre su obra pero también su relación con España a través de libros, estampas, pinturas y esculturas, procedentes de los fondos de la BNE y de otros prestadores internacionales.
En el Museo Lázaro Galdiano una propuesta singular, la de Patrick Pound: Fotografía y aire, enmarcada dentro de PHotoEspaña, puede verse hasta el 25 de agosto. Animado por la comisaria invitada del festival, Susan Bright, Pound, como decía la crítica Elena Vozmediano, reivindica “la artisticidad del coleccionismo” y muestra una selección de su propio archivo con el aire como común denominador. Un “museo del aire” que conecta también con la colección del Lázaro Galdiano. Ya al final del Paseo de la Castellana y solo hasta el 18 de agosto: Matisse grabador en Fundación Canal. 63 grabados del hijo del artista, el marchante de arte Pierre Matisse.
Salimos de la capital no sin antes entrar en el Centro Arte Alcobendas para visitar la exposición de Paula Anta, Nudos: topologías de la memoria, un proyecto realizado in situ para este espacio: cúmulos vegetales que, a pesar de su aspecto de caos enmarañado, responden a un orden planificado por la artista. Comparte el espacio con las fotografías de Jesús Madriñán realizadas en locales nocturnos de Madrid y Roma. Ganador el año pasado del premio a la Producción Artística de la Fundación Banco Santander, mezcla la técnica fotográfica del siglo XIX con la temática propia del XXI. Hasta el 24 de agosto.
Valladolid, capital de la escultura
La primera visita fuera de la capital este año es obligatorio hacerla a Valladolid que en los últimos meses ha cogido impulso artístico y se nota. La llegada de Javier Hontoria a la dirección de Museo Patio Herreriano ha sido recibida por crítica y público como un soplo de aire fresco que ha ventilado, para empezar, la estupenda Colección Arte Contemporáneo que alberga el centro y le ha dado una vuelta a su selección de escultura para ponerla en relación con la obra de otros escultores más jóvenes. Así, Una dimensión ulterior, reúne a más de treinta artistas en un recorrido por la escultura contemporánea española, desde Elena Asins, Pepe espaliu o Susana Solano, hasta Julia Spínola, Fernando García o Teresa Solar. En la Capilla de los Condes de Fuensaldaña y otras dos salas más, tres artistas jóvenes, Elena Aitzkoa, Mercedes Mangrané e Irene de Andrés (con su interesante proyecto sobre el turismo y la cultura de discoteca en Ibiza) completan la visita al antiguo claustro del Monasterio de San Benito.
Coincide todo esto con una feliz exposición en el Museo Nacional de Escultura. Almacén. El lugar de los invisibles muestra un original montaje realizado con obras habitualmente relegadas a sus almacenes que formalmente se acerca a la escenografía y conceptualmente al arte contemporáneo. Todo un acierto para revisitar maravillosas esculturas -300- desde el Medievo al Barroco.
A los Contemporáneos de Alberto Schommer los encontramos este verano en la Cárcel de Segovia, también en el marco de PHotoEspaña: una galería de retratos de personalidades de la cultural y la sociedad española del siglo XX, inmortalizados por la cámara de uno de los fotógrafos más relevantes del momento. Cierra el 11 de agosto.
Otra antigua cárcel, la de Salamanca, hoy DA2, acoge hasta octubre obras de otras dos buenas colecciones. La del propio DA2 y la de la Fundación Coca-Cola. El hilo conductor de esta exposición es la huella en su sentido más amplio y, siguiéndola, encontramos obras de Javier Baldeón, Jorge Perianes, Rosemary Laing, Ángels Viladomiu, Patricia Dauder, Eduardo Gruber y Marina Nuñez, entre muchos otros que han abordado esa temática desde la pintura, la escultura, el dibujo, el grabado, la instalación, la fotografía, el vídeo o la performance.
En León, el MUSAC muestra hasta el 15 de septiembre El giro notacional. Una exposición comisariada por José Iges y Manuel Olveira que reúne obras de artistas que van más allá del lenguaje formal para fijarse en el signo, en el gesto, en el hecho de anotar. Así, trabajos de Merce Cunningham o John Cage, de Concha Jerez o Valcárcel Medina, de José Luis Castillejo o Le Corbusier, de Ignasi Aballí o Laura Gibellini, conforma la muestra principal del museo durante estos meses. Además, el MUSAC ha convertido en exposición un libro, Cuerpos que aparecen: performance y feminismos en el tardofranquismo (consonni 2016) de Maite Garbayo, comisaria también de la muestra que analiza el papel del cuerpo en la performance y la acción durante los últimos años de la dictadura franquista. Bajo esa premisa, y siempre en clave femenina, la muestra se ha “escrito” con obras de Pilar Albarracín, Esther Ferrer, Fina Miralles, Antoni Muntadas y Carlos Pazos entre otros.
Sin salir de la provincia, en Cerezales del Condado, la Fundación Cerezales Antonino y Cinia reflexiona sobre la medida en Mesurasde la mano del comisario Jorge Blasco. Obras de 15 artistas contemporáneos –Rosell Messeger, Lara Almarcegui, Jorge Ribalta, Clara Montoya, Lúa Coderch- junto a material documental de archivos de Valladolid y León miden hasta lo que no se puede medir.
En Segovia, el crítico y comisario Miguel Cereceda propone en el Palacio de Quintanar Reconsiderando el monumento. Veinte artistas españoles y latinoamericanos que trabajan sobre los problemas del arte público y monumental: Leandro Erlich, Concha García, Rogelio López Cuenca, Cristina Lucas, Paula Rubio Infante, Fernando Sánchez Castillo y Santiago Sierra son algunos de los creadores que muestran aquí sus reflexiones al respecto.
Termina esta primera ruta en el Museo de Arte Abstracto de Cuenca para visitar la exposición que la Fundación Juan March ha organizado en torno a José Guerrero en colaboración con el Centro José Guerrero de Granada. 60 obras del artista, entre lienzos, dibujos y obra gráfica, además de documentación, fotografías y la proyección de una película del pintor trabajando en su estudio, conforman Pelegrinaje. Hasta el 29 de septiembre.