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Arte

Guardianes del Prado

Hablamos con los siete conservadores al frente de las colecciones del Prado en un viaje por la historia de su oficio. Visitamos las tripas del museo, iniciando una serie de reportajes por su bicentenario.

14 diciembre, 2018 17:26

Desde el despacho de Leticia Azcue, Jefa del Área de Conservación de Escultura y Artes Decorativas, se ve una vista espectacular del Parque del Retiro. No es apto para todas las alturas y, para asomarse, hay que subirse a una pequeña banqueta de madera que Azcue ha colocado estratégicamente. Desde ahí se ve el famoso ahuehuete, el árbol más antiguo de Madrid, lo datan en 1630 y todo apunta a que formó parte de los jardines del Palacio del Buen Retiro, el mismo al que perteneció el Casón que acoge hoy buena parte de las oficinas del Museo del Prado. En las distintas plantas del edificio se reparten los despachos de sus conservadores, el archivo, la biblioteca, documentación, el Centro de Estudios y el despacho del director. Su ubicación aquí es relativamente reciente, no llega a los diez años, y coincide con la ampliación de Moneo y con la restauración de la Alegoría del Toisón de Oro, la impresionante bóveda de Luca Giordano que corona la sala de lectura de la biblioteca. Por este inquilino tan ilustre todo el Casón está climatizado siguiendo los más estrictos estándares museográficos: 22 grados de temperatura y humedad relativa del 50 % los 365 días del año. De todo el conjunto, los grupos mejor conservados están protagonizados por Cibeles, representación de la tierra, y Minerva, diosa de la guerra y de las artes. Nos los descubre Andrés Úbeda, director adjunto de Conservación e Investigación y responsable de esta restauración.

Úbeda es uno de los quince conservadores del Museo del Prado, contando con el propio director, Miguel Falomir. “La figura del conservador -explica- es tan antigua como lo son las colecciones, aunque a lo largo de la historia hayan ido adquiriendo distintos nombres. Cuando el Museo del Prado se inaugura en 1819, el conserje y autor del primer catálogo sobre las 311 obras que tenía la pinacoteca fue Luis Eusebi. Aunque ya Velázquez, que tuvo muchos oficios además del de pintor, ordenó la colección de El Escorial, algo que también hace un conservador”.

Cronistas del pasado

¿Qué hace, pues, un conservador en el Prado hoy en día? Sus labores abarcan tanto temas prácticos como académicos. Investigan sobre la historia de las obras, proponen y supervisan sus restauraciones, deciden junto con la dirección qué piezas se ven en las salas, se aseguran de que estén en buen estado, hacen exposiciones, escriben los textos de los catálogos, las cartelas, artículos... Gestionan también administrativamente la colección, respaldando, o no, con sus informes para el patronato el préstamo de obras a otras instituciones. A veces las acompañan como “correo” cuando salen fuera. E incluso, desvela Manuela Mena“son peritos del Estado en su área de especialización y pueden asistir a juicios por estafa”. También recomiendan compras, aunque no sea esta su labor fundamental y varíe mucho según el área de especialización. En el caso de Alejandro Vergara, responsable de Pintura flamenca, depende de las oportunidades que surjan a través de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico, el órgano que autoriza la salida de todos los bienes de más de 100 años. Mientras que en otros períodos, como Pintura del siglo XIX -ilustra Javier Barón- los precios no son tan altos: “Se llega a las obras por ofertas, subastas, galerías, además del capítulo de las donaciones”.

“Velázquez tuvo varios oficios, entre ellos ordenar la colección de El Escorial. Él también fue un conservador". Andrés Úbeda

En la mesa del despacho de Alejandro Vergara, especialista en Rubens y Jefe del Área de Pintura Flamenca y Escuelas del norte (hasta 1700) hay un plano de las salas del museo desplegado. Está trabajando en una exposición que se inaugurará en junio de 2019: Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines en España y Holanda que “compara estas dos tradiciones pictóricas llamando la atención sobre lo que tienen de similar, alejándonos de la idea de la historia del arte de señalar diferencias y supuestas esencias nacionales. Esto es algo que nadie pondría en duda de las vanguardias en adelante. Sin embargo, se dice que Zurbarán es muy español, cuando en realidad bebe de Caravaggio”. La muestra es un poco inusual, lo habitual son los proyectos que estudian aspectos menos conocidos de artistas, como Rubens. Pintor de bocetos.

Diálogos entre escuelas

La otra joya son las 29 salas dedicadas a la Pintura española hasta 1700: El Greco, Ribera, Murillo, Zurbarán... El museo tiene nada menos que 48 Velázquez, el 40% de su producción total. Su responsable es Javier Portús, especialista en pintura del Siglo de Oro. “Tenemos algo más de 175 obras expuestas de pintura barroca española, casi la sexta parte del total de la colección. Se busca dar una visión lo más completa posible de los niveles de calidad y de los principales intereses temáticos y estilísticos. Igualmente del contexto creativo en el que nació”. ¿Un ejemplo? “La presencia del Rapto de Europa de Rubens junto a Las hilanderas de Velázquez, o la cercanía entre el Retrato ecuestre de Carlos V, de Tiziano, y los retratos ecuestres de Velázquez”.

Manuela Mena y José Manuel Matilla

Manuela Mena y José Manuel Matilla

A Manuela Mena, Jefa del Área de Pintura del siglo XVIII y Goya le queda poco tiempo en la casa. Cuenta con orgullo que las obras del pintor están expuestas en su totalidad. Trabaja en el catálogo razonado y la muestra de sus dibujos. “Es importante en este momento -señala- la exposición excepcional de la obra invitada, La última comunión de San José de Calasanz. Ha obligado al cambio de salas, a ver El Coloso -atribuido durante un tiempo a Goya- en la sala de los impresionantes cuadros de la guerra, el 2 y el 3 de mayo de 1808 en Madrid, y a comprobar con claridad la diferencia de calidad entre esa obra mediocre y los originales del autor de La familia de Carlos IV. Los proyectos para el Palacio Real y los retratos de los reyes y sus familias, explican con claridad lo que supuso Goya, su dependencia de las necesidades de los reyes, y su vinculación con el arte cortesano, pero también, evidencia su singularidad y la excepcional calidad de sus invenciones modernas y su técnica prodigiosa”.

Ilustres desconocidos

La plaza de jefe de área de Pintura italiana y francesa (hasta 1700) está pendiente de concurso, también la de Manuela Mena y otras vacantes por jubilación. Andrés Úbeda subraya de la primera que es uno de los ejes vertebradores de las colecciones pictóricas del Prado, junto con las obras españolas y flamencas. “No es por la importancia de sus principales artífices (Rafael, Tiziano, Veronés, Caravaggio, etc.), sino porque su presencia en la colección real española condicionó el devenir de la pintura de artistas españoles, como Velázquez, cuya pintura no podría entenderse sin la influencia de los venecianos”. El reto actual es “abordar de forma preferente temas que han sido tradicionalmente desatendidos o que no están suficientemente representados en nuestras colecciones, por ejemplo las mujeres”. Buen prueba de ello es la exposición Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. Dos modelos de mujeres artistas que se inaugurará en octubre de 2019.

“Tenemos la mayor colección de dibujos de Goya del mundo pero apenas se muestra para evitar su deterioro por efecto de la luz”. José Manuel Matilla

Las otras tres áreas de conservación, quizá menos conocidas, son la Pintura del siglo XIX, Dibujo y Estampas y Escultura y Artes Decorativas. La primera, liderada por Javier Barón, proviene del Museo de Arte Moderno y se empezó a mostrar en 2009 con la ampliación del Museo del Prado. “El índice de exposición de esta colección en salas es del 5%. Hacemos varios programas para complementarlo: la sala 60 se dedica a la rotación de colecciones, y, además, organizamos exposiciones para revisar a grandes artistas como Madrazo o Fortuny”.

Tampoco se airea demasiado la de Dibujos y Estampas, aunque por distintas razones, explica José Manuel Matilla, su responsable desde 1999: “Los 9.561 dibujos, 5.973 estampas y más de 15.000 fotografías -la mayor colección de dibujos de Goya del mundo- apenas se muestran porque se trata de obras sobre papel, y no se pueden exponer de forma permanente para evitar su deterioro por efecto de la luz”. Lo hacen en exposiciones temporales, tanto dentro como fuera del museo, en condiciones de iluminación muy reducida. Matilla trabaja ahora en el catálogo razonado de Goya (se acaba de presentar el primer volumen de un total de cinco) y en la exposición que ya adelantaba Mena, “la mayor jamás celebrada”.

Otra desconocida para el gran público es la colección de Escultura y Artes Decorativas. Abarca desde la escultura romana al siglo XX, es decir, varias escuelas y períodos. Leticia Azcue subraya un dato curioso: el Prado no es sólo una pinacoteca, tiene más de 1.000 esculturas y 3.500 piezas de Artes Decorativas. “El museo se fundó como Real Museo de Pinturas en 1819, pero ya en 1838 cambió su nombre a Real Museo de Pintura y Escultura”. Estas son las colecciones en las que menos equilibrio hay entre lo expuesto y almacenado, porque no hay espacio suficiente y porque las prioridades en pintura son máximas. Tiene cuatro salas dedicadas ex profeso a la escultura clásica, una a la escultura renacentista y otra a las artes decorativas. El resto de las obras se exponen en las salas en combinación con las colecciones de pintura, como la escultura barroca en las salas de Velázquez o Rubens. De entre todo, Azcue destaca el nuevo montaje del Tesoro del Delfín inaugurado en junio, y apunta: “Redescubre a los visitantes lo que significan, de verdad, las artes suntuarias. Una gran pieza en cristal de roca, valía a la muerte de Felipe II, más de cinco veces que un cuadro de Tiziano”.

“La futura incorporación del Salón de Reinos al Prado y el traslado allí de parte de su colección obligará a replantearse la actual disposición de las colecciones. Será entonces el momento de que artistas de orígenes geográficos diversos, que en algunos casos mantienen afinidades estéticas muy notables, dialoguen entre sí de forma más fluida”, adelanta Úbeda. La reforma integral, a cargo de Norman Foster y Carlos Rubio, está prevista para 2021, pendiente todavía de los Presupuestos Generales del Estado. El nuevo edificio agitará la presentación de las obras tal y como la conocemos y arrojará nuevas lecturas a la colección.