Alberti, en vilo
Hay poetas inseparables de su tiempo: su vida y su obra queda marcada por él pero además su figura sirve para simbolizar y comprender su época. A ese reducido grupo de elegidos pertenece Rafael Alberti, de cuyo nacimiento se cumplen el próximo día 16 cien años. El más torrencial de los poetas de la Generación del 27 fue un poeta comprometido como pocos (protagonista de un largo, doloroso y fértil exilio) y variado como ninguno, en cuya obra están presentes todas las preocupaciones estéticas y morales de su siglo, pasadas por el tamiz de su personalidad genial y única: del neopopulismo inicial a la poesía comprometida que le llevaría a querer ser “el poeta en la calle”, pasando por el surrealismo de Sobre los ángeles.
El Cultural celebra su centenario publicando (bajo estas líneas) un bello soneto de amor que jamás había visto la luz hasta ahora mismo, así como otros cinco poemas políticos inéditos ,y repasa su vida y su obra de la mano de los mejores estudiosos y conocedores de su obra: Antonio Colinas, José Corredor Matheos, Francisco Díaz de Castro, Francisco Javier Díez de Revenga, Luis García Montero, Pere Gimferrer, Eladio Mateos, Luis Muñoz, Benjamín Prado, Jaime Siles y James Valender.
Su hija, Aitana Alberti, recuerda al poeta tras releer una carta inédita que aquí publicamos y Francisco Umbral le dedica el poema Los Albertis de Alberti. Además, seis jóvenes poetas (Jordi Doce, Antonio Lucas, Elena Medel, Ana Merino, Andrés Neuman y Lorenzo Oliván) dan cuenta de la vitalidad de su obra, una obra viva de mil modos distintos, poliédrica y única, una obra que consigue el milagro de ser fruta del día, pero también del siglo y para siempre.
"Cuando Aitanita crezca un poco y de oveja pase a ternera...", por Aitana Alberti. La hija de Rafael Alberti y María Teresa León, recuerda tras releer esta carta inédita del poeta que hoy publicamos, su infancia en Argentina, los versos del padre -"los poemas se enredan unos con otros"-, el exilio, Cádiz -"bahía de los mitos"-, la nostalgia...
Del neopopularismo a la poesía cívica, por Jaime Siles. Si exceptuamos la poesía pura, la escritura de Alberti se presenta como una especie de espejo o de crisol en los que vemos reflejarse y fundirse todos y cada uno de los distintos modos de escritura que caracterizarán a su generación.
La poesía comunista de Alberti, por Luis García Montero. La conciencia crítica es inseparable de la creación artística más rigurosa, y la voluntad política, en manos de un poeta de calidad, suele convertirse en una reflexión ideológica que enriquece los horizontes de los contenidos.
¿Yo conocí a Rafael Alberti?, por Pere Gimferrer. Si yo le conocí, me parece evidente que algunos que creen haberle conocido no tuvieron la misma clase de conocimiento, y en consecuencia, cabe preguntarse en qué consistía conocer a Rafael Alberti, y, al cabo, quién y qué era Rafael, en persona.
Cinco poemas inéditos. Versos perdidos del poeta en la calle. "Mi tío Vicente" se publicó en 1931 en La Gaceta Literaria de Madrid. "Guerra en los vergeles de España" se publicó en Mundo Obrero en 1938. "Un camarada..." fue descubierto en Moscú por Ángel Luis Encinas, en 1999 y publicado en la revista Natural.
Alberti en el contexto de su generación, por Francisco Javier Díaz de Revenga. Participa Alberti en las conmemoraciones gongorinas, firma la convocatoria del centenario (con Guillén, Salinas, Alonso, Diego y Lorca) y su fervor hacia el poeta cordobés determinará las características de su cuarto libro, Cal y canto.
- Argentina, una etapa creativamente decisiva, por Antonio Colinas. Es opinión generalizada que no se puede comprender la obra poética de Alberti sin el latido testimonial o social. Sin embargo, el mejor y más intenso latido lírico de su obra se expande y consolida durante los años de Argentina.
- París, por Luis Muñoz. El Rafael Alberti sentado en el café de Flore no parece sentir su pasado en París como un patrimonio, sino como una falta. Está solo y ausente, tiene la lluvia como única cantinela de fondo, y escribe: "París, París, París, y llueve, y llueve, y llueve/y yo no estoy, no estoy, no estoy, no estoy".
- El teatro albertiano en perspectiva, por Eladio Mateos. No es la teatral la faceta más conocida ni valorada de Alberti, a pesar de que su proyecto dramático se desarrolla en todas sus etapas artísticas. "Si hubiera estrenado con regularidad -confesó- habría hecho teatro constantemente".
- Un pintor llamado Rafael Alberti, por José Corredor Matheos. A quienes conocen la poesía de Rafael Alberti no ha de sorprenderles que su interés por el color y la pintura, tan presentes en sus versos, le llevara a realizar una obra pictórica propia que ha recibido amplio reconocimiento en las últimas décadas.
- La tercera España de R. A., por Benjamín Prado. El Alberti de 74 años que aterrizó en Madrid en 1977 era casi una figura mitológica, un superviviente de la Edad de Plata de nuestras letras, un emblema de la resistencia. Alberti nunca fue un conformista. Cuando llegó a España su plan era publicar un libro, Amor en vilo.
- Alberti y Cernuda, por James Valender. El momento de mayor cercanía entre Cernuda y Alberti se dio durante los años anteriores a la Guerra Civil. Pero sus caminos pronto se separaron. A principios del 37 Cernuda se puso a escribir poemas que evidenciaron la distancia de las consignas de la causa revolucionaria.
- Presencia y vigencia de Alberti. Una de las formas de medir la importancia de un poeta, o al menos el favor del que goza en un determinado momento, es sondear su influencia entre los poetas más jóvenes. ¿Cuál es la vitalidad actual de la escritura de Alberti? ¿Se identifican con sus ideas y versos los nuevos vates?
- Las vidas de Alberti, por Francisco Díaz de Castro. Aunque plagada de dificultades, la intensa vida de Rafael Alberti fue resolviéndose en afirmaciones, encuentros, descubrimientos. Como escritor y como símbolo ideológico, Alberti se esforzó por estar a la altura de las circunstancias.
- Los Albertis de Alberti, por Francisco Umbral. Alberti, Mar y tierra, qué sorpresa, libro robado en una librería, me nutría de Alberti como fruta, como pescado crudo, como sangre. Alberti, el alhelí, mano robada, perfumaba mi cruel adolescencia, con los versos de Alberti, masticados.
Perdón, mi amor, anoche...
Por ti, mi amor -¡perdón!- yo desvarío.
Sin ti, mi amor, no existe la mañana.
Por ti, mi amor, sin ti, me habla el vacío
precipitado desde mi ventana
De todo lo que tienes, nada es mío.
Tan lejos, en la noche, ¿qué me afana
el sueño, si amanece solo, frío,
mientras el tuyo en otro se devana?
Estoy maldito de verdad. ¡Qué pena
el maltratarte inútilmente, vida
tú que mereces la más alta almena
donde la luz del mar, estremecida,
te bañe y cante para siempre llena
de puro amor sin sombra, sin herida.
Rafael Alberti