Federer es irrepetible: 11 veces finalista de Wimbledon
El suizo (7-6, 7-6 y 6-4 a Tomas Berdych) jugará el próximo domingo por su octavo título contra Marin Cilic (6-7, 6-4, 7-6 y 7-5 a Sam Querrey).
14 julio, 2017 19:49Noticias relacionadas
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Por sexto partido consecutivo, Roger Federer hizo lo que le dio la gana: detener el tiempo, seguir ganando, hacerse inmortal. El suizo, que venció 7-6, 7-6 y 6-4 a Tomas Berdych, se clasificó para jugar su undécima final de Wimbledon contra Marin Cilic (6-7, 6-4, 7-6 y 7-5 al estadounidense Querrey) y se quedó a una victoria de desmontar el significado de ser leyenda. Si el domingo gana el título, si desempata con William Renshaw y Pete Sampras (siete títulos) levantando una octava copa de récord, (19 de Grand Slam), su lugar en el Olimpo del deporte se habrá quedado ridículamente pequeño. A los 35 años, la historia la sigue escribiendo el genio suizo. [Narración y estadísticas]
“Me siento un privilegiado de estar en otra final, no puedo creer que sea verdad”, reconoció Federer tras el triunfo. “Ha sido un viaje largo desde el año pasado, difícil de recorrer. He tenido que ser paciente y dialogar mucho con mi equipo para tomar decisiones acertadas sin precipitarme”, prosiguió el suizo, que en tras caer en las semifinales de 2016 se tomó seis meses para recuperarse de su lesión en la rodilla, y acertó. “Hoy ha sido el partido más duro de todos, fue ajustado. Estoy contento de haber ganado los puntos importantes”, añadió. “Con Cilic voy a tratar de jugar al ataque. Si le das tiempo puede acabar los intercambios muy bien. La pista está todavía bastante rápida. Esto ayuda a mi servicio, pero también le ayuda a él”.
Existe un aviso más antiguo que el hilo negro en el vestuario: en hierba, cuando Federer ataca es mejor quitarse de en medio. Ahora, en pleno 2017, la efectividad del suizo al lanzarse al cuello de sus rivales se ha multiplicado por 10. Contra Berdych, el número cinco convirtió la central de Wimbledon en una pista de ping-pong que engulló al checo, pese a que resistió todo lo que pudo. Sin que la dimensiones de juego importasen lo más mínimo, quitándole protagonismo al espacio para dárselo a su raqueta, el campeón de 18 grandes fue en tromba a por su oponente con unos tiros que abrieron en canal a Berdych (53 ganadores) hasta llevarle a la eliminación.
La exigencia de la semifinal, que obligó al suizo a disputar dos desempates seguidos, no tuvo efecto en Federer, preparado para subir todas las marchas que sean necesarias. Tras coronar sus cinco partidos anteriores de un bocado (no gastó más de dos horas en ninguna de las victorias que le llevaron a la penúltima ronda), el número cinco se vio ante un rival que le obligó a jugar mejor que en el todo torneo y logró igualar el desafío bailando, como tantas otras veces. La fiesta, sin embargo, todavía no ha terminado porque lo más difícil le espera el domingo, y da igual que Cilic no sea el favorito.
“Ganar aquí sería lo más de lo más”, confesó el croata, que ha perdido seis de los siete precedentes. “Cuando gané el Abierto de los Estados Unidos sentí que un montón de posibilidades aparecieron para mí en lo que me quedase de carrera. Volver a ganar un Grand Slam significaría aún más, teniendo en cuenta la increíble sensación que sentí con el primero. Sería un sueño hecho realidad ganar Wimbledon”, insistió. “En las últimas semanas he sentido que mi nivel de tenis ha estado muy arriba y eso hace que mi consistencia y mi mentalidad se hayan visto beneficiadas”.