La revalida de Lopetegui: la Europa League con el Sevilla para olvidar los fantasmas del pasado
El técnico del Sevilla afronta este viernes el reto de prolongar la racha del conjunto hispalense en esta competición tras sus fracasos personales.
21 agosto, 2020 00:07Noticias relacionadas
El Sevilla afronta este viernes la que será su sexta final de Europa League de la historia y buscará completar el pleno de triunfos en esta competición siempre que ha llegado a esta ronda. En frente tendrá un Inter de Milán que parece volver a flotar después de varios años vagando sin rumbo. Julen Lopetegui tendrá que idear alguna fórmula para parar los pies a la dupla Lukaku - Lautaro, pero, sobre todo, el técnico vasco buscará que España olvide de una vez por todas la polémica salida de la Selección y su corto idilio con el Real Madrid.
Después de dar una exhibición con el equipo hispalense en el regreso de la competición tras el parón por el coronavirus, el Sevilla y Lopetegui han demostrado que son uno de los equipos más en forma en Europa y se han plantado en esta final superando a Roma, Wolverhampton y Manchester United. La versión que ha mostrado durante estos últimos meses le ha valido para contar cada partido prácticamente por victoria, clasificar a la entidad de nuevo para la Champions League y buscar la victoria este viernes para redondear una temporada completa.
Llegó al barrio de Nervión discutido. El pasado pesaba demasiado. Las turbulencias que vivió en el vuelo que le llevó desde Oporto a la Selección y del combinado nacional al Real Madrid para desembocar en el paro provocaba unas dudas en la afición sevillista que la dirección deportiva se encargó de solventar. Ahora, solo con el buen trabajo en lo deportivo ha conseguido ese respaldo de una parroquia bastante complicada.
El pasado pesado
Lopetegui iba a cumplir un sueño al aceptar la oferta del Real Madrid a partir de que terminase el Mundial de Rusia 2018. Pero, se convirtió en pesadilla. La situación derivó en una locura para nada transitoria en el entorno de la Federación, al que se le apremiaba con una solución. De hecho, Luis Rubiales aterrizó en Krasnodar en la noche del mismo día que se anunció su contratación y declaró que "actuaría con responsabilidad".
Cogió la sartén por el mango y le despidió delante de los medios que se congregaban en la sala de prensa. El máximo mandatario del fútbol español destituyó, a dos días del Mundial, al técnico del Real Madrid alegando que no se enteró del fichaje de Lopetegui por el conjunto blanco hasta cinco minutos antes del anuncio. El delirio de Rubiales se transformó en que la Selección cayó en octavos de final ante Rusia en la tanda de penaltis.
La pesadilla se consumó con su corto periodo de tiempo en el banquillo. Cuatro meses duró su etapa en el Real Madrid. No completaría ni la primera temporada de un contrato de tres años tras una racha en la que solo pudo ganar al Viktoria Pilzn de los últimos seis encuentros. El exseleccionador precipitaría los acontecimientos tras recibir un 5-1 en el Camp Nou que sacaría las vergüenzas de una plantilla en reconstrucción.
Acabar con las dudas
Monchi se jugó gran parte de su crédito con la contratación de Julen ante las sospechas de gran parte de la afición sevillista, pero la apuesta no le ha podido salir mejor. Cuartos en La Liga, con puesto Champions para el año que viene, y ahora en la gran final de la Europa League. Pero no vale con llegar. La historia del Sevilla en esta competición obliga a ganar. A partir de ahí se ganará definitivamente al sevillismo. En caso contrario, volverá a ser uno más, como lo fue en las etapas anteriores.
Al que fuera portero del Sevilla le suelen salir muy bien las cosas y esta apuesta por el que también fue guardameta, pero de Real Madrid, Logroñés, Barça y Rayo, es un ejemplo más. Lopetegui ha hecho una apuesta deportiva atrevida, pero no podría haber tenido el mismo éxito sin haber contado con los aciertos de Monchi en las contrataciones de Diego Carlos, Jules Koundé, Fernando Reges y Lucas Ocampos. El vasco puso la idea, el andaluz las piezas.
En el mes de febrero, cuando no podía pasar del empate a cero ante el Cluj, escuchaba silbidos en el Sánchez Pizjuán y gritos de "dimisión". "A las aficiones hay que respetarlas", esgrimía tras el encuentro. Ahora ha cambiado esa presión por ánimo, tiene detrás a toda una ciudad con la ilusión de seguir manteniendo ese idilio especial con la competición. Y también tienen la intención que lo de Lopetegui dure para rato.
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