¿Qué libro tiene entre manos?
Acabo de leer Vengo de ese miedo (Tusquets), de Miguel Ángel Oeste, que me ha dejado sin aliento y sin lágrimas. He celebrado la valentía y generosidad en cada una de sus páginas. También Cicatriz (Anagrama), de Sara Mesa, donde Sara vuelve a poner contra la pared las contradicciones humanas más complejas.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
Siempre los termino, es como un acto de cortesía. En cualquier caso, raramente son lecturas por azar, suelo tomarme un tiempo para escoger qué quiero leer.
¿Con qué personaje le gustaría tomar un café?
Con Assia Wevill, una mujer con una historia vital llena de interrogantes y con un potencial que me fascina.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
Mi despertar literario vino en la pubertad gracias al realismo mágico de libros como La casa de los espíritus, de Isabel Allende, o Cien años de soledad, de García Márquez. El primer libro que leí en una noche fue Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, me sacudió por completo en plena adolescencia.
¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura?
Siempre papel, los libros son mi placer, tengo primeras ediciones que guardo como un tesoro. Prefiero estar en casa, pero desde la maternidad he aprendido a leer cuando y donde sea que encuentre la oportunidad.
¿Qué acontecimiento cultural le hizo cambiar su manera de ver el mundo?
El nacimiento de mi hija. No sé si es un acontecimiento cultural, pero fue un acontecimiento, eso seguro. De manera más genérica, el trabajo antropológico del historiador Yuval Noah Harari con Sapiens y Homo Deus.
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¿Conocía la novela de Sara Mesa antes de que le llegará la propuesta de Isabel Coixet de interpretar a Nat?
La primera novela que leí de Sara fue Un amor, cuando Isabel me pidió que lo hiciera porque estaba pensando en comprar los derechos y quería saber si aceptaría el papel. Eso fue en 2020 y desde entonces he ido leyendo prácticamente toda su literatura. Me fascina. Conocerla personalmente ha sido un regalo de este proceso creativo.
¿Fue el libro la única inspiración para abordar el personaje?
Obviamente el libro es el origen, pero el guion de Isabel Coixet y Laura Ferrero era la columna vertebral en el set, sobre todo la visión de Isabel. La familia de Sara Mesa e Intimidades, de Katie Kitamura, también estaban conmigo.
¿Fueron complicadas las escenas de sexo durante el rodaje de Un amor?
Se rodaron desde el cariño y la profesionalidad de todo un equipo entregado a que la confianza y la ternura estuvieran siempre presentes en el set. Cuanta más crudeza había en el guion, más amor compartimos. Eran vasos comunicantes.
Es su segundo trabajo con Isabel Coixet. ¿De qué forma conecta como actriz en su mundo?
Me interesa todo de ella: la Isabel artista, la creadora y la mujer. Es de las personas más inteligentes, curiosas y generosas que jamás he conocido.
¿Qué película ha visto más veces?
No repito casi nunca. Solo con Un amor he tenido la necesidad de verla dos veces. Pero por norma nunca veo dos veces la misma película. Quizás en cierto momento sienta que necesito revisar algunas, por aquello de ver cómo han caído los años en mí y en las películas.
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¿Se ha “enganchado” a alguna serie?
He visto muchas series del tirón, en un fin de semana, en una noche. Muchas. Pero ahora que ya no lo puedo hacer así, soy muy selectiva y voy poco a poco, despacito. Ahora un episodio, en unos días el siguiente... Creo que lo prefiero. Tengo la sensación de que el ritmo pausado nos ayuda a soñar y a reflexionar más, quizás incluso mejor.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
Más que una obra, me gustaría vivir en la casa de Benedetta Tagliabue, porque sería como vivir dentro de una obra de arte en sí misma.