La escritora que se hacía pasar por hombre (y quería 'cargarse' a los puteros y al rey de España)
Seix Barral recupera a la autora Matilde Cherner (Salamanca, 1833), una intelectual progresista y feminista que tuvo que firmar como Rafael Luna para que se la leyera.
21 febrero, 2020 04:56Noticias relacionadas
Hay un nombre tachado en la portada de un libro llamado Ocaso y aurora (Seix Barral). No, esta vez no es el de Matilde Cherner, sino el del pseudónimo con el que tuvo que firmar para poder ser leída y respetada: Rafael Luna. Rafael Luna nunca existió, nunca pensó, nunca escribió; sólo fue la pátina de seriedad que necesitaba una hembra inteligente y crítica para poder realmente contar historias. Para salir del bucle de los cuidados del hogar, de la vida previsible e intelectualmente inerte que habían tejido para ella. Ya lo decían: las mujeres que escriben son peligrosas. Se sabe poco de Matilde Cherner, como que nació en Salamanca en 1833, como que estudió latín y francés y que era una republicana federal convencida.
Se sabe que era una mujer culta, una lectora feroz y una persona interesada por la música. Trabajó en algunas publicaciones como La Revista Salmantina y El Federal Salmantino, incluso llegó a mostrar al mundo algunos de sus poemas. Más tarde se fue a vivir a Madrid y allí colaboró en varios periódicos, como El Tiempo, La Ilustración de la Mujer o la Revista Española. Sus coetáneos la consideraron periodista y escritora, aunque siempre subterráneamente, a partir de su nombre ficticio y macho. Así aparece reseñada en el Catálogo de Periodistas Españoles de Manuel Ossorio y Bernard y en la Historia del partido republicano, de Enrique Rodríguez Solís, publicada en 1883.
“Nuestra intención es dar visibilidad a Matilde Cherner y acercarla a una generación de lectores más jóvenes; como también hemos hecho con Amantine Aurore Dupin”, cuenta Teresa Bailach, editora de Seix Barral, a este periódico. “En el caso de Cherner, vimos pertinente incluir a una escritora muy involucrada en el contexto político y social de su tiempo a través de sus escritos. Su obra es conocida sobre todo en ámbitos académicos. Efectivamente, el gran público no conoce a esta ni a otras autoras, que tuvieron una presencia relevante en la esfera cultural de su época, y al publicarla damos a conocer la obra de una escritora con un espíritu crítico muy marcado”, señala.
Comprometida con su tiempo
La novela que nos ocupa, Ocaso y aurora, “conjuga tanto su faceta de escritora como su labor periodística, ya que fue publicada por entregas a partir de 1875, en el diario El tiempo”, apunta la editora. “En su obra literaria vemos por tanto la importancia que otorga a involucrarse en la vida pública a través de una mirada crítica, una característica de su personalidad como autora y como ciudadana”. Así lo hizo Matilde, que se caracterizó siempre por sus posturas liberales, feministas, abiertas y progresistas, además de por un interés inédito en la educación de la mujer española -infantilizada e invisibilizada en el campo del intelecto-.
Una de sus grandes preocupaciones sociales fue la situación de la mujer y el papel en su tiempo. Ojo a su novela María Magdalena, que es una crítica sin grietas acerca de la prostitución legalizada. Recuerden que la prostitución fue, a mediados del siglo XIX, un gran objeto de estudio “desde los campos de la ciencia y el derecho; por ello y en relación a este tema, que preocupaba a la sociedad del momento por múltiples razones clínicas y sociales, se publicaron gran cantidad de ensayos, estudios médicos y obras literarias”, explica desde el Centro Virtual Cervantes María de los Ángeles Rodríguez Sánchez.
Contra la prostitución
La visión de nuestra autora era claramente abolicionista, una postura compartida entonces “por los sectores más avanzados de la sociedad”, mientras esta lacra se reglamentaba desde el Estado y las instituciones. Su obra narraba los infortunios y dolores de una joven prostituta, siempre en tono de denuncia y reiterando una y otra vez lo “degradante” de ese oficio. “Esta obra, que la escritora define en su prólogo como ‘naturalista’, aunque con matizaciones, es más reflexiva que descriptiva, y contribuye no sólo a la recuperación de una opinión femenina española ante la prostitución y las prostitutas, sino que también aporta el reflejo de la sociedad e su momento”.
Matilde arremete de nuevo contra la escasa formación que se le daba a las chicas por entonces, lo que impedía su superviviencia y el verse abocadas a trabajos de este tipo. “Tanto la autora como la protagonista manifiestan su rechazo a señalar como motivo de la caída de estas mujeres la propensión innata al vicio, como se mantenía desde algunos foros”, detalla Rodríguez Sánchez.
Importante: “Señala la responsabilidad social y la culpabilidad masculina, afirmando que son los hombres los que van a los prostíbulos llevados por el vicio y los deseos pasajeros”. Su relato es agrio e inmisericorde con los puteros y con la situación de las muchachas: habla de degradación, de malas condiciones de vida, de enfermedad, de humillación, de desprecio de la sociedad, de repulsa social, lo que “supone una injusticia añadida, ya que su condición de rameras se deriva de la necesidad que de estas mujeres tiene la misma sociedad que las rechaza”. Hipocresía pura.
Contra el Rey
Aún le da tiempo a escupir sobre otro tipo de hipocresía plenamente instaurada, “la de los matrimonios de conveniencia tan generalizados en la sociedad del momento”. Se quejaba de que para muchos hombres, realmente las mujeres eran “seres inferiores, incapaces o indignos de interesar el corazón y mucho menos el pensamiento”. Gira las tornas al dibujar a la protagonista de la novela no como una mujer vulgar, sino como una chica “de elevada formación ética y moral”, con cierta “educación, clara inteligencia, capacidad de opinar y de algo aún más grave para determinadas mentalidades: juzgar”.
Simplemente el hecho de que Matilde se atreviese a escribir sobre la prostitución ya era un éxito: el tema estaba vetado para las mujeres, ya fuera en formato oral o escrito. Esta novela, por supuesto, se recibió con un terrible silencio. Prefirieron ignorarla a discutirla: poco había que decir ante esas verdades como templos.
No obstante, la obra reeditada por Seix Barral es otra posterior, Ocaso y aurora, que también aborda cuestiones problemáticas.“Es la historia de una conspiración para encontrar un sucesor de sangre española a la muerte de Carlos II, y muestra a una escritora interesada en temas de gran alcance político como la sucesión, el patriotismo o la monarquía, pero es también una obra literaria escrita como folletín por entregas, con unos personajes muy bien definidos y una trama perfectamente construida”, concluye la editora. Encantados de conocerte por fin, Matilde.