Rosario Bermudo, hija del marido de la 'duquesa roja': "La herencia ayudará a mis hijos a pagar sus hipotecas"
La primogénita de Leoncio González de Gregorio responde por primera vez a sus hermanos en EL ESPAÑOL. "Me voy a cambiar el apellido", sostiene.
8 noviembre, 2023 01:46"Soy la primogénita de Leoncio González de Gregorio y Martí, tengo mis derechos. Ya no soy la última de la cola", sostiene, categórica y rotunda, Rosario Bermudo (70 años) en conversación con EL ESPAÑOL. Ha costado que dijera "sí" a esta entrevista porque defiende que no es ni una mujer mediática ni ambiciosa; sólo creyó en la justicia y, finalmente, ésta le ha dado la razón.
El pasado lunes 23 de octubre de 2023, el Tribunal Supremo sentenció que Rosario Bermudo es hija biológica de Leoncio González de Gregorio, marido, a su vez, de Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, duquesa de Medina Sidonia. Tras nueve años de infatigable lucha en los tribunales, por fin una sentencia ha puesto, negro sobre blanco, quién es Rosario Bermudo.
Existe un enfrentamiento abierto, público y notorio entre ella y sus hermanos paternos, Leoncio, Pilar, Gabriel y Javier, quienes sostienen que Bermudo no ha hecho las cosas de acuerdo a como le hubiera gustado a su padre en vida. De entrada, con discreción y de puertas para adentro. Es el momento de ella, de responder a sus hermanos por primera vez.
"Yo les diría que llevan razón en que estén dolidos porque el padre no ha querido nunca contarles la verdad. Lo comprendo, pero no es para que me odien a mí", asegura, conciliadora, Bermudo.
Ella no quiere guerras a estas alturas de su vida, sólo disfrutar de la paz y la tranquilidad de espíritu que esta sentencia le ha reportado.
Asegura que el dinero nunca le importó ni lo buscó, aunque no esconde que le va a venir muy bien para ayudar a sus hijos con sus hipotecas. Está decidida a cambiarse el apellido y a hacer valer sus derechos. Atiende la llamada de EL ESPAÑOL en compañía de dos de sus tres hijos, Nuria y Alberto.
Rosario Bermudo, antes de nada, ¿se le debe felicitar?
Claro, claro. Eso es lo más importante para mí: la justicia que se ha hecho.
Llevaba desde 2014, nueve años, batallando...
Son nueve años, pero yo llevo muchos más con esta lucha.
¿Ha podido hablar con alguno de sus hermanos?
Por ahora no. Yo con el único que hablé fue con Gabriel, hace muchísimos años. Hablé de todo este asunto y él me ayudaba y me llamaba. Cuando se enteró de lo que salió en el ADN me dio la enhorabuena. Desde entonces, nada. No sé si ha cambiado de teléfono. Ya no hubo más comunicación, cuando se enteró de todo ya no hubo más.
En su pueblo, en Écija, le dicen 'la condesita'. Ahora, más que nunca debe sentirse.
Sí, ahora sí que sí (Risas).
¿Cuántos intentos ha hecho para hablar con su padre y sus hermanos?
Muchos. Yo hace mucho tiempo conseguí el número de teléfono del abogado de mi padre. También llamé al palacio de Soria directamente. Recuerdo que había unos guardeses que estaban cuidando el palacio. Llamé varias veces y me preguntaron que quién era y le dije a una 'soy Rosario, la hija de Leoncio'. La guardesa dijo 'que dice que es la hija del señorito'. Y le dijeron a ella, de vuelta, que me mandara a... ya sabe.
También hablé con Pilar, que tenía yo un teléfono suyo, de Madrid. Se puso la criada y cuando le dije quién era se me dijo 'no está, no está'. Esto fue sobre el año 2017, cuando se supo lo de la prueba de ADN. Pilar nunca se quiso poner al teléfono, ni en el Palacio de Quintana Redonda, en Soria, ni en su casa de Madrid.
¿Usted cuándo supo que su padre era Leoncio González de Gregorio y Martí?
Desde que nací, desde pequeña se me dijo. Fue mi abuela quien me lo comenzó a decir, en plan 'hija, si es que tu padre es muy rico, es un señorito de alta sociedad'. Yo ya tenía en esa cabeza de niña que era un conde y todo eso. Nunca me lo han ocultado. Cuando mi madre me dejó en la casa de mi abuela, en Écija, se lo contaba a todo el mundo, orgullosa, quién era mi padre. No hay engaño ninguno, mi madre se lo dijo a mi abuela todo.
Usted llegó a conocer a su abuela Leticia, la madre de su padre...
Cuando mi madre se casó con su marido, que luego tuvo seis hijos más -mis hermanos por parte de madre-, cuando yo tenía más o menos siete u ocho años, mi madre me llevó a la casa de mi padre, donde ella servía. La doncella llamó a mi abuela Leticia -madre de su padre Leoncio-, y me dijo esa mujer 'no sé si te podrá recibir'. Mi abuela Leticia salió y nos tiró a empujones. No nos dejó siquiera que entrásemos. Nos dijo que nos iba a denunciar como siguiéramos con esa historia.
Su madre trabajó como personal de servicio en la casa y ahí conoció a su padre y tuvieron un romance.
Sí, en Madrid. Estuvo trabajando allí hasta que se quedó embarazada y la echaron.
¿Su padre Leoncio era menor de edad cuando conoció a su madre?
Sí, pero él tenía un cuerpo como si fuera de veinte años.
Sus hermanos sostienen que usted nunca ha podido demostrar que su madre trabajó como servicio en la casa...
Yo eso no lo sé. Lo que tengo son unas cartas de mi madre, donde hablaba de que se mudaron de casa en Madrid. También tengo una foto que lo demuestra que trabajó allí.
¿Usted conoció a su padre físicamente en algún momento?
Nunca. Una vez llamé al abogado de mi padre y éste me dijo 'si quiere saber de mi cliente Leoncio, me ha dicho que te dé noticias de cómo se encuentra cada vez que llame. Eso no se lo voy a negar'. Pero de conocerlo nada.
¿Entiende que, indirectamente, esa comunicación era una forma de reconocerla como hija?
Exacto, así es.
Uno de los grandes enfados de sus hermanos con usted es que no llevara este caso de forma privada. Javier González de Gregorio sostiene que se reunieron con usted antes de conocerse públicamente para tenderle la mano y pedirle que esta situación se llevara en términos de discreción.
Eso es una mentira como una catedral. La única vez que nos reunimos con los abogados de los hermanos fue en un hotel que se llamaba Los galgos. Vino mi abogado, Fernando Osuna. Estaba Gabriel y el abogado de Javier. También estuvo una hermana mía, mi hija y yo. Ahí estuvimos reunidos. Mi abogado les dijo que se solucionara en ese momento todo, que yo lo que quería era ser reconocida y saber de mis hermanos. Nada se quedó acordado en esa reunión.
Al igual que para sus hermanos, para usted también fue muy duro el momento de la exhumación del cuerpo de su padre, ¿no?
Lo iban a exhumar un año antes, pero les dimos otra oportunidad -a mis hermanos- porque dijeron que se iban a hacer la prueba de ADN.
Javier González de Gregorio aseguró a EL ESPAÑOL que nunca se negaron a hacerse las pruebas y que no dilataron el proceso ellos...
La exhumación tenía una fecha. Ellos no se querían hacer la prueba. Se paralizó la exhumación porque ellos mandaron un comunicado diciendo que sí iban a hacerse la prueba. Eso lo hicieron en su momento para ganar tiempo. Yo me presenté en el Instituto Nacional de Toxicología de Madrid, que tenían allí mi ADN. A mi hermana Pilar le mandaron hasta tres veces la carta para que fuera a hacerse la prueba, y no fue.
Javier sostiene que Pilar y él quisieron hacerse la prueba. Y también la madre de Javier.
Mentira de las gordas, siempre dicen lo mismo. Mi prueba está hecha. Ellos no fueron y ante esto fue el juzgado el que dijo que se tenía que exhumar el cuerpo de mi padre. Lo hicieron para ganar tiempo. Yo sí me presenté. No sólo yo, también mis seis hermanos. Mis hermanos quisieron ayudarme. Lo pagué yo todo -las pruebas-. Le dije a la chica del instituto '¿y mis hermanos?'. Y me dijo que no habían ido, que 'del juez no se ríe nadie. Ellos sabrán lo que hacen'.
Sus hermanos tampoco entienden por qué esperó a la muerte de su padre para pedir la paternidad, por qué no lo hizo con él vivo.
Yo lo quería ver, a mi padre, pero era su abogado quien me decía 'mi cliente me ha dicho que me pregunte a mí lo que necesite saber, que él no quiere saber nada'. Yo he llamado muchas veces a mi padre y ese teléfono lo tengo yo guardado.
Su hermano Javier, que también fue reconocido en 1995, me dijo que empatizó con usted y que le tendió la mano.
Interviene en la entrevista Nuria, la hija de Rosario Bermudo. Te voy a contar yo, que he estado presente en los juicios. Te doy mi palabra de que su abogado es el que más pegas ponía. Yo decía '¿cómo puede ser que él, que ha estado en una situación similar... jamás ha tendido la mano. Lo he vivido yo.
El dolor de sus hermanos, además, se basa en que el caso haya visto la luz, porque, según ellos, su padre hubiera querido la discreción.
Yo no quiero prensa. Soy una mujer discreta, pero la verdad se ha visto y tenía que verse. Ellos, al fin y al cabo, no tienen culpa de lo que hizo su padre, no son responsables. Fue mi padre quien no quiso saber nada. Mi madre, incluso, esperó un tiempo porque él le prometió que volverían a juntarse, pero él se casó y mi madre perdió la esperanza.
Hábleme de su padre legal, el que la adoptó, que fue clave en su vida.
Ese hombre era el ser más bueno que ha pisado la Tierra. Nunca me ha hecho de menos con respecto a sus hijos. Yo era la primera para todo. Una persona trabajadora, honrada, buena. Era una bella persona. Estaba enamorado de mi madre, pero ella no estaba por él.
Reconocida como hija, ¿tiene pensado cambiarse el apellido?
Pues sí, me lo pienso cambiar, sí. Y mis hijos están de acuerdo. Lo he hablado también con mis hermanos. Me dicen 'papá se habría alegrado de que esto haya salido adelante'.
Se ha publicado que recibirá una herencia millonaria, ¿se ha informado?
Es que de dinero no hemos hablado nada todavía, porque no se sabe. Me lo tiene que decir Fernando Osuna. No voy a decir nada de eso. Yo soy la hija primera, y tengo mis derechos, y no soy la última de la cola.
¿Es usted una mujer ambiciosa?
Para nada. No soy nada avariciosa. Antes vivía en una casa muy humilde y gracias al Ministerio de la Vivienda me dieron este piso en que vivimos. Si no, seguiríamos viviendo en esa casa que no teníamos ni agua. Ahora, con este piso, es cuando mejor estoy viviendo. Hace dos años, mi marido se quedó invalido y no puede ni salir a la calle porque no cabe la silla en el ascensor. Si sale, es con mucho trabajo.
¿Qué le diría a sus hermanos hoy en día? ¿Qué mensaje les lanzaría?
Yo les diría que llevan razón en que estén dolidos porque el padre no ha querido nunca contarles la verdad. Lo comprendo, pero no es para que me odien a mí.
Por último, ¿qué piensa hacer con la herencia de su padre?
Lo primero que voy a hacer es pagarle la hipoteca a mis hijos, que lo están pasando muy mal.