Qué fue del Padre Apeles, el sacerdote que intentó suicidarse y cayó en el alcohol
Hubo una época en que no se estrenaba programa sin que apareciera él con su alzacuellos. La iglesia le negó y, tras unos años apoteósicos, se inclinó hacia el infierno y huyó de España. Este es su presente.
24 marzo, 2019 03:00Noticias relacionadas
José Apeles (52 años) siempre ha sido un hombre muy echado para adelante, una persona que nunca ha tenido problemas a la hora de relacionarse. Desde bien pequeño tuvo claro que le encantaban las personas, en su amplio sentido de la palabra. Más que el físico, su alma. Siendo sacerdote, abogado, presentador de televisión y comentarista estuvo siempre vinculado a los medios de comunicación, participando en programas de radio infantiles de distintas emisoras de Barcelona. Tenía esa labia especial, hipnótica, que conectaba con la gente.
Su amplia vocación católica lo llevó a colocarse el hábito y, desde ese día, su conexión con el mundo del espectáculo fue inmediata. Era la época de los noventa y nobles, artistas y otros famosos se codearon con él hasta el punto de que un día la pequeña pantalla le dio una oportunidad. Su salto a la fama se produjo gracias al programa de debate Moros y Cristianos, que estuvo presentado en sus inicios por Javier Sardá (60) y, más tarde, por Jordi González (56) y que alcanzó el liderato de audiencia gracias en gran parte al estilo irónico y mordaz, con el que el sacerdote disertaba en cada una de sus emisiones.
Pero esa fama luego decayó y le borró del planeta tele. Actualmente, el cura catalán vive en Colonia -Alemania- y su próxima meta es ser ordenado hermano terciario de los Predicadores de Santo Domingo de Guzmán. Pero antes de su presente alejado de la caja tonta, analicemos su periplo por la fama y los focos de las televisiones. Durante la emisión de Moros y Cristianos, en 1997, fue desautorizado por la Conferencia Episcopal española, que afirmó que Apeles nunca había pertenecido a diócesis española alguna o a institutos en España, ejerciendo el sacerdocio fuera de toda jurisdicción. Todo un escándalo que hizo aumentar su popularidad.
Fue en ese momento cuando el Padre Apeles se alejó de toda vinculación eclesiástica y, aunque con alzacuellos, se convirtió en todo un personaje estratosférico e histriónico, en carnaza para los espacios de espectáculo, y fue reclamado de varios programas punteros. Ahí lo tenían en Crónicas Marcianas o La Noria; ya Apeles había esprintado hacia lo descacharrante, hacia el personaje. El mundillo de la farándula le proporcionó muchos amigos y una autoproclamada novia, Yola Berrocal (48). Llegó a presentar el telecupón con Carmen Sevilla (88) y en 1997, en su punto álgido de fama, presentó junto a Rocío Carrasco (41) el programa Cita con Apeles. Se rodeó de lo más granado de la sociedad vip, como Terelu Campos (53), los Mohedano, la vidente Cristina Blanco o Lara Dibildos (47).
En los documentos audiovisuales que se pueden rastrear por internet, aparece el padre Apeles peleando con Aramis Fuster (64) o dando de comer a Ivonne Reyes (51), en lo que quedó como una estampa más erótica que religiosa. "Me arrepiento de algunas cosas, de otras no tanto. ¿Pero quién en la juventud no ha cometido faltas? Yo tenía 27 años, y uno en la juventud es más atrevido y menos prudente. Con la experiencia vas aprendiendo a ser más discreto", aseguró hace unos años. Mantuvo entonces que lo que más daño le hizo en aquella época fue que le atribuyeran una relación con Berrocal: "Eso fue como cuando te pasa un tren por encima, que no te hace ninguna ilusión. Me defendí, puse pleitos y los gané. Pero la sentencia vino dos años y medio después y ya a nadie le interesó publicar que aquellas fotos eran un montaje y que yo no había tenido nada con esa señora".
Sin embargo, el brilli brilli se acabó pronto. Las presiones de ciertos sectores provocaron que se convirtiera en un juguete roto. En junio de 2012, intentó suicidarse mediante una masiva ingesta de fármacos y alcohol por la que fue ingresado de urgencia en el hospital. Meses antes ya había confesado en el programa La Noria de Telecinco que cada día le pedía a Dios que fuera el último de su vida: "Me voy solo al cine y bebo sin parar. No sé ni el día ni la hora que es, mis ventanas están bajadas".
Hace cinco años decidió que necesitaba un cambio. Así que se mudó a Bolonia, diócesis a la que ahora pertenece y donde trabaja como director de un archivo histórico. "En la Iglesia me recriminan esa época continuamente. Muchas veces se habla de perdón pero, qué va, la gente se acuerda de todo y lo repite y te miran mal. En la Iglesia estoy muy marginado". Ahora su vida pasa por páramos alejados del ruido mediático. En la actualidad, su única misión es estudiar la vida de los santos y ejercer noviciado tres años.
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