La Reina y Doña Sofía muy cómplices en la Almudaina
Este domingo Felipe VI, Doña Letizia y la reina emérita han recibido a 450 invitados representantes de la vida balear. Todo muy institucional y sobrio. A destacar, las sandalias de vértigo de la Reina.
8 agosto, 2016 03:36Noticias relacionadas
Donde esté un buen jaleo que se quite lo demás, debieron de pensar los cuatrocientos cincuenta invitados que acudieron a la llamada de los reyes. El bellísimo Palacio de la Almudaina lo vio todo.
El ritual fue el siguiente: la prensa esperando con una hora de antelación en el patio principal del palacio, turistas y locales arrejuntándose en la calle detrás de las vallas a la caza del pokemón. Y los ilustres invitados en fila india hasta la puerta más cercana al mar.
Alguna estuvo a punto de despeñarse por las empinadas escaleras que conducen a la zona donde el día anterior se entregaron los premios de la Copa del Rey de Vela. Los tacones en suelo adoquinado son, siempre, la pesadilla de las señoras. Sea cual sea la situación. Según iban accediendo a las dependencias del palacio unos señores les indicaban el camino. Los políticos con cargo institucional por la primera puerta. El resto, por la segunda.
Unos gritos desde la calle, al parecer espontáneos, de "¡viva el Rey!" pusieron firmes a la incontrolable fauna de cámaras y plumillas vestidos, por un día, como un domingo de fiesta mayor. Y entonces entraron ellos, el rey y las dos reinas. Doña Sofía, como siempre anda, unos pasos por detrás de la pareja. Cediendo el sitio. Sin meterse en el plano de Felipe y Letizia juntos.
La Reina lució un vestido de flores con fondo blanco de manga corta, ceñido hasta la cintura desde la que nacía el volumen. El look elegido resaltó su ya cuidado pecho. Y ninguna mujer aguantó las sandalias como ella. Ninguna es ninguna.
Los reyes, los tres reyes, posaron ante las cámaras y dio comienzo "el saludo situacional", el conocido como besamanos. Para algunos la reverencia, los menos de toda la vida.
Y empezaron a desfilar uno por uno los invitados encabezados por la presidenta del Govern balear, embutida en un arriesgado pero favorecedor vestido corto de flecos medios y tirantes finos. Francina Armengol vistió, como en todos sus momentos importantes, de color azul. A juego con la cresta del portavoz de Ben Amics, Asociación de Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales de las Islas Baleares.
Hace justo un año, Jan Gómez consiguió salir en todos los medios por abanicarse, durante el besamanos, con un paipái con los colores de la bandera gay. Como el acto era con los representantes de la sociedad balear hubo de todo. Igual que en la calle. Y no hubo invitados de los que cualquier señora en la peluquería podría reconocer, a excepción de Pepe Aviones acompañado por su hija María José Hidalgo, subida a unos taconazos de marca que marcaban, más, la diferencia de estatura entre padre e hija.
Bebieron balear y comieron michelín, de las deliciosidades que preparó Fernando Pérez Arellano, un foraster afincado en Mallorca y con dos incuestionables estrellas en su restaurante Zaranda.