Lo adelantaba el pasado mes de octubre la Guía Vinos Gourmets (GVG), uno de los termómetros de tendencias más fiables en el sector vitivinícola: el interés de los consumidores por buscar vinos con ADN, es decir, aquellos singulares, diferentes y únicos que muestran la expresión del terruño, es cada vez mayor. “También es notable el crecimiento en la demanda de blancos, los cambios en la crianza y la implementación de técnicas biodinámicas para obtener vinos más naturales”, añaden los expertos de la GVG.

Basándonos en estos nuevos rumbos, seleccionamos cinco clases de vino que tienes que probar este año si quieres estar al día de las últimas tendencias.

Los blancos criados en tinaja

Mientras los grandes grupos bodegueros continúan expandiéndose por diferentes zonas vinícolas, los pequeños elaboradores se centran en buscar la identidad de la zona en variedades endémicas, terruños únicos o elaboraciones ancestrales. Nuestra Fauna es un verdejo natural con crianza en tinaja de barro. Uno de los vinos ecológicos y veganos de El Lagar de Moha (la primera y única bodega biodinámica de la D.O. Rueda), fermentado en depósito de acero inoxidable con las levaduras naturales presentes en la piel de la uva y madurado en ánfora durante 15 meses. Un blanco sin filtrar ni clarificar, embotellado directamente desde la tinaja. Precio: 26 euros

Nuesta Fauna, de El Lagar de Moha

Los claretes a la riojana

Vintae recupera en El Pacto de Cárdenas el concepto de “ojo gallo”, una elaboración casi desparecida en Rioja que da nombre a esos vinos tintos de poco color que resultan de la vinificación de cepas viejas blancas y tintas mezcladas en el propio viñedo. Un clarete elaborado a partir de parcelas situadas en el Alto Najerilla en las que conviven garnacha tinta, viura, tempranillo, malvasía, graciano y mazuelo, entre otras variedades, que pone en valor la autenticidad de los vinos de pueblo, hechos en casa para compartir con vecinos y forasteros. Un vino que lleva la impronta de su lugar de origen, con el que la cuadrilla pretende preservar el patrimonio vinícola de la región y devolver el esplendor a las cepas centenarias del lugar. Precio: 19,90 euros

El Pacto de Cárdenas, de Vintae

Los espumosos ancestrales

El término francés Pét-Nat o Pétillant Naturel se refiere al espumoso natural elaborado por el Método Ancestral del que tanto hemos hablado en 2023. Son vinos secos con una burbuja ligera y crujiente, frescos y encantadoramente rústicos, perfectos para disfrutar sin remordimientos en cualquier momento y lugar. Espumosos divertidos y desenfadados como AUS Pét-Nat de Alta Alella, embotellado sin filtrar, levemente turbio y sellado con chapa en lugar de corcho. El ancestral de la familia Pujol-Busquets está elaborado con pansa blanca (xarel·lo) procedente de viñedos de agricultura ecológica situados en Alella (Barcelona), donde adquiere sus irresistibles matices florales, de frutas blancas y almendras verdes. “Abrir cada botella es una sorpresa que evoca el momento y el lugar donde se embotelló”, aseguran desde la bodega. Precio: 12,95 euros 

AUS Pét-Nat, de Alta Alella

Los vinos biodinámicos

El enólogo y alma de Cruz de Alba, Sergio Ávila, elabora todos sus vinos en biodinámica y sin utilizar pesticidas ni herbicidas. Cruz de Alba Fuentelún es el mejor ejemplo de lo que este tipo de viticultura respetuosa (para muchos una filosofía de vida que trasciende de la viña) es capaz de conseguir. De la parcela vallisoletana del mismo nombre se obtienen las uvas de tempranillo que dan lugar a este vino destinado a un largo afinamiento en barrica. Intenso, sedoso, profundo y complejo, el equilibrio y la delicadeza final subraya la armonía entre viñedo y prácticas culturales. Precio: 29 euros

Cruz de Alba Fuentelún

Los vinos de pasto

Vino de pasto es la mención tradicional con la que Jerez y Montilla-Moriles amparan los vinos blancos con crianzas estáticas, es decir, sin encabezar. Una mención que hoy alude a vinos de calidad, marcados por su identidad y su conexión con el origen. Para muchos expertos, entre ellos Ferran Centelles, el futuro de estas denominaciones. Elaborado por la bodega Alvear, Tres Miradas Viña de Antoñín emplea la uva Pedro Ximénez de la parcela con el viñedo más viejo del paraje de Riofrío. Situado a 525 metros de altitud en la Sierra de Montilla, son viñas viejas del viticultor Pablo Delgado, cultivadas en vaso y poda baja “a la ciega”. La fermentación se realiza en botas viejas de roble americano anteriormente envinadas con los finos de la bodega, donde el vino cría bajo velo de flor durante unos 22 meses. Precio: 26,60 euros

Tres Miradas Viña de Antoñín, de Alvear