Gratias Eme, el vino que reafirma el renacer de La Manchuela
Bodegas Gratias destaca en La Manchuela por su pasión por el terruño y su labor en la recuperación del patrimonio vitivinícola de la región. Este macabeo negro criado en damajuana es el mejor ejemplo.
21 junio, 2023 02:00- Nombre: Eme (M)
- Bodega: Bodegas Gratias
- Tipo de vino: Tinto
- Variedad: Macabeo negro (bonicaire)
- Añada: 2021
- Región (D. O.): Sin D.O. zona Manchuela
- Crianza: En damajuana
- Alcohol: 11.5 % Vol
- Formato: 750 ml
- Cata: Aterciopelado, ligero, fresco y fácil de beber
- Precio: 24,95 €
- Web: www.bodegasgratias.com
Situada entre la llanura de La Mancha y la serranía de Cuenca, la comarca de La Manchuela abarca física e históricamente pueblos conquenses, albaceteños y valencianos. Se trata de una región de vino con denominación de origen propia, en la que se producen tintos, blancos y rosados con una marcada personalidad. Aquí se encuentra Bodegas Gratias, un tesoro oculto en Casas Ibáñez convertido en un secreto a voces gracias a Bodeboca, en su apuesta por los pequeños productores españoles.
En La Manchuela pero fuera de la D.O., Gratias le concede toda la importancia al terruño. Para ello, recuperan técnicas ancestrales como las tinajas y elaboraciones poco intervencionistas. Todo ello desde una perspectiva de recuperación de uvas autóctonas, abrazando la tradición con el fin de conservar lo mejor del pasado en beneficio de las generaciones futuras.
Como parte de la iniciativa de recuperación de variedades perdidas llevada a cabo por la bodega, Eme (M) debe su nombre a su uva, la macabeo negro (que es como denominan en la zona a la bonicaire), variedad que en esta zona presenta una personalidad única. Se trata de un tinto ligero, frutal y especiado, de los que no dejan a nadie indiferente. Uno de los vinos que ponen de manifiesto la pasión de Iván, Ana, José y Silvia, dos parejas de apasionados de la enología que, hace algo más de 10 años, decidieron unirse para elaborar vino con las uvas del abuelo del primero.
Lo que comenzó como una afición acabó convirtiéndose en un proyecto personal y con alma, avalado por unos resultados excepcionales. “Fui yo quien contagió a Ana el amor por el vino cuando éramos novios, quien le animó a estudiar enología tras terminar Ingeniería Agrícola. Y a ella le siguió su hermano José Armando, por lo que Silvia ya estaba perdida... Se acababa de rodear de locos del vino”, bromea cuenta Iván Gómez, fundador y responsable de Bodegas Gratias.
Al cabo de 10 años ya eran bodegueros. Y desde entonces no han cambiado su filosofía de respeto y compromiso hacia el medioambiente: “Elaboramos vinos que que se cultivan, se elabora y se vende, desde el respeto, la honestidad, la felicidad y la ilusión de los que trabajan con nosotros y de los que lo consumirán. Desarrollamos un proyecto responsable, consciente y respetuoso con lo social y lo ambiental”.
Acompañan al vino en todos sus procesos, empleando métodos artesanales y naturales para su elaboración, y evitando el uso de aditivos. El resultado son vinos de terroir, la máxima expresión de variedades como la bobal de viñas viejas, con la que, gracias a su saber hacer y experiencia, consiguen vinos llenos de frutosidad y frescura; la tardana o la pintaillo, uvas autóctonas y prácticamente desaparecidas, de las que no existen parcelas monovarietales, que la bodega busca recuperar.
Vinos éticos, aptos para veganos y vegetarianos, como Eme, elaborado a partir de una variedad antiguamente muy extendida en Levante: la bonicaire, identificada por los viticultores de la región como macabeo negro, que en esta zona adquiere una personalidad diferente. Un tinto de viñedos de más de 40 años, cultivados en vaso y en secano, cuya vendimia se realiza de manera manual y en cajas. Las uvas se despalillan y estrujan para realizar la fermentación en pequeños recipientes de 800 litros y, tras la maceración y un prensado suave, se lleva a cabo una crianza en damajuanas.
Maridajes recomendados para Gratias Eme
Gratias Eme destaca por su paso de boca aterciopelado y fresco, que invita a beber una y otra vez. En nariz, su intensidad frutal se entremezcla con un carácter especiado muy peculiar. Un vino ligero pero complejo, tremendamente gastronómico, perfecto para acompañar “comidas livianas o conversaciones intensas sin comida”, como sugiere su ficha de cata. Desde la bodega nos proponemos tomarlo con platos tan eclécticos como atún rojo encebollado, ensaladilla rusa, gyozas de carne, anchoas, muslos de pollo a la brasa, pasta a la boloñesa, arroz con conejo y caracoles, o sopa de miso con verduras.