Es cierto, entrar en una tienda de vinos puede generar un poco de estrés cuando no tenemos ni idea de lo que comprar. Elegir el vino adecuado no siempre es tarea fácil. Todo depende de con qué lo vayamos a acompañar, de lo que le guste a nuestra visita o del momento de consumo. No desesperes, con estos tips acertarás seguro si lo que buscas es un vino blanco.
Según el momento
A estas alturas de la vida ya te habrás fijado en que la gente (tú mismo, seguro) prefiere un guiso en invierno y una ensalada en verano. Pues con el vino sucede lo mismo. Por eso no hay que elegirlo solo en función de tus gustos sino también de tus ganas y del momento. Con los vinos blancos, una de las cosas más importantes a tener en cuenta es si lo tomaremos al aire libre.
Un día de mucho calor, acertaremos más con un blanco seco y afrutado, fácil de beber y para todos los gustos, que además de quitarnos la sed, nos deje una sensación agradable en el paladar y nos invite a tomar otra copa. Si la temperatura no es demasiado elevada, podemos prescindir de la frescura en pro de la intensidad eligiendo, por ejemplo, un blanco con trabajo de lías o con crianza en madera.
Decidido esto, lo siguiente a valorar es el ambiente. Aquí tienes algunas propuestas. Si se trata de un evento elegante, dejaremos a todos boquiabiertos con un chablis o un godello de Valdeorras. Para un momento más relajado, podemos abrir un verdejo de Rueda o un Burdeos blanco. Y si pretendemos conquistar a una persona especial, un blanco de Loira o un blanco seco con moscatel de Alicante nos ayudará a crear el ambiente sensual que estamos buscando (de nada).
Para esa cena profesional en la que el objetivo es ganar puntos delante del jefe, un blanco del Priorat si no quieres arriesgar, y un borgoña o un ribera del Duero blancos (los hay, y muy interesantes) si vas a por todas. En una fiesta con colegas, un blanco gallego, pero de Monterrei, por ejemplo, para salirse de las eternas Ribeiro y Albariño, o un blanco de Jumilla para poner en valor otras denominaciones españolas igual de interesantes.
Según lo que te guste
Lo adelantábamos un poco más arriba. Aunque en España la costumbre sigue siendo beber blancos del año, frescos y afrutados, lo cierto es que la tendencia una vez que ya te has bebido todo lo anterior y empieza a picarte la curiosidad por otras realidades vinícolas, es ir hacia vinos blancos con crianza, más intensos, complejos y versátiles. Blancos que no entienden de estacionalidad y se muestran igual de sugerentes y apetecibles tanto en verano como en invierno. Que funcionan bien con carnes y con pescados y cuya largura permanece en boca como si se tratara de tintos ligeros.
¿Cómo decidirse entonces? Muy fácil. Si ya tienes un poco definido tu paladar y sabes que te gustan los aromas frutales, florales, de hierbas secas o aromáticas como de infusión, el vino blanco de tus sueños seguramente no tenga crianza. En ese caso, opta por monovarietales jóvenes de pequeños productores que busquen identificar la singularidad de un terruño o de un viñedo concreto. Atrévete con variedades de uva que no hayas probado hasta ahora, y di sí a vinos ecológicos elaborados con la mínima intervención.
Si, por el contrario, lo que te gusta es que esa fruta varietal se mezcle con olores avainillados, de mantequilla, pan tostado y frutos secos, lo tuyo es el vino blanco con barrica, pues estos nuevos aromas los transmite el contacto con la madera, y el resultado en boca también varía, ganando en sedosidad y estructura. Bien por ti (aunque no tanto por tu bolsillo), una vez que descubras esta categoría no habrá vuelta atrás.
Según lo que vayas a comer
Una de las reglas más establecidas en lo que respecta a maridaje para vinos blancos es que siempre han de ir acompañando a los entrantes, los platos fríos, los arroces o los mariscos. Nunca a las carnes. Error. Como hemos visto, hay muchos tipos de blancos y no todos son frescos o frutados (al menos no solamente). Si quieres armonizar el menú con vinos blancos deberás tener en cuenta los ingredientes para optar con una referencia más ácida o más intensa.
Desde Cocinillas, como viene siendo habitual, te proponemos salirte un poco de la norma y poner a prueba los maridajes por afinidad o contraste con una serie de recomendaciones. Por ejemplo, un carpacho de gambas con un gewürztraminer alsaciano sin madera; un risotto de verduras y setas con un Rioja blanco criado en barrica, o un arroz del senyoret con un riesling joven. El verdejo funciona muy bien con una ensalada César, sobre todo si tiene trabajo de lías, y si te atreves con las cocochas o con cualquier otro pescado gelatinoso, una garnacha blanca mediterránea con algo de madera ayudará a limpiar el paladar.
La trucha o el salmón admiten perfectamente un blanco con estructura. Y si optamos por el picante y las especias, podemos demostrar que las recetas exóticas de cocinas internacionales como la china, la tailandesa, la coreana o la japonesa, no son inapropiadas para el vino si este es blanco. Lo haremos proponiendo un juego de equilibrio como el que se produce con la ayuda de un blanco aromático como muscat, gewürztraminer o riesling, aunque Ribeiro y Rías Baixas son buenas opciones para sushis y sashimis, y los blancos fermentados en barrica son los mejores amigos de recetas thai con coco, cilantro, chiles y hierbas.
Las salsas ácidas y a menudo picantes propias del recetario indio, los vegetales y las frituras típicas de esta gastronomía, agradecen un blanco aromático; incluso con los currys pueden funcionar. Por su parte, el azafrán va especialmente bien con los blancos jóvenes, mientras que la nuez moscada se lleva de maravilla con los blancos de marcada acidez, como los elaborados con chenin o sauvignon blanc.
Por otro lado, los vinos blancos demuestran que son mejores acompañantes para determinados quesos que los vinos tintos. La mayoría de los quesos franceses de pasta blanca, como el camembert o el brie, son capaces de destruir por completo la expresión de un tinto, pero por el contrario son magníficos compañeros para los blancos secos y minerales.
El maridaje es algo subjetivo, pero si no queremos llevarnos un disgusto, tendremos que evitar ingredientes como las alcachofas, el vinagre, el ajo, el pimentón o la cebolla, que son algunos de los famosos saboteadores del vino, junto con el apio, los berros e incluso los huevos, cuya textura resulta catastrófica para los vinos blancos. Aunque en forma de tortilla entran de maravilla con un blanco intenso.
Pistas en la etiqueta
Otro buen elemento de apoyo para acertar siempre en la elección del vino blanco es prestar atención a la etiqueta. Entre todas las menciones hay que buscar los indicadores que garantizan que el vino posee buena calidad y ha sido producido cuidadosamente. Pero, aparte de esta información básica y, sobre todo, más allá de que la etiqueta nos parezca más o menos original, hay otros factores en los que podemos fijarnos para elegir mejor, como los certificados de ecológico o biodinámico, los premios y medallas o las puntuaciones en guías especializadas.
Si lo que buscamos son vinos naturales o nos fijamos en el grado alcohólico, la etiqueta puede determinar nuestra elección. En este punto, conviene tener en cuenta que una uva poco madura tendrá siempre un bajo potencial alcohólico y un sabor más vegetal, por lo tanto, vinos blancos con un mínimo del 12 % de alcohol sería un grado aceptable.
Detecta la información que la botella aporta sobre el origen del vino, la denominación o el pago si fuera el caso, y no te dejes llevar por textos poéticos que solo intentan convencerte de que compres ese vino y no otro. En lugar de dejarte seducir por palabras vacías (ok, son muy bonitas, pero en lugar de hablarte del vino te cuelan el primer capítulo de un tratado filosófico), decántate por textos descriptivos que hablen del origen y del carácter de ese vino. Porque esta explicación no sólo te ayudará a decidirte, sino que te evitará una desilusión.
Otro aspecto en el que te puedes fijar con respecto a los vinos blancos es el tapón. Un vino blanco del año puede ir perfectamente tapado con un bonito tapón de cristal o incluso con una moderna rosca. Un vino blanco con crianza tendrá siempre un tapón de corcho natural. Ninguna de estas opciones habla de la calidad del líquido embotellado, esto ya deberías saberlo. Simplemente, te puede venir bien para identificar rápidamente tus preferencias.
Porque entendemos que, si has tomado nota, en este punto ya sabrás elegir en función de tus gustos si quieres un vino fresco para beber joven o si prefieres algo más evolucionado y con crianza en roble. En cualquier caso, no te vuelvas loco, si tienes una urgencia y te encuentras comprando vino en el colmado de la esquina, deja de lado las grandes denominaciones (que suelen ser más caras y necesitan largos envejecimientos) y escoge casas comerciales cuya calidad suele ser más uniforme en la gama de vinos económicos. Y, ante la duda, olvídate de los blancos secos de marcada acidez y opta por vinos redondos y afrutados como los de la Provenza, Penedés o Alicante, para contentar a todo el mundo.