En un mercado gobernado por las tendencias, el vino no podía quedarse atrás. El cambio de década afectará al sector vitivinícola de muchas maneras, algunas de ellas fácilmente reconocibles ya, y que sin lugar a dudas serán una constante en 2020.
Si quieres estar al día de lo que se llevará este año en cuestión de vinos y no perder baza en ninguna reunión de expertos, este es tu decálogo de resoluciones vinícolas de año nuevo.
1. A vueltas con el cambio climático
Si de algo vamos a hablar este año es de cómo el cambio climático afecta a los viñedos y al vino. Desde Champagne hasta el País Vasco, pasando por todas las denominaciones de origen europeas y del mundo, el calentamiento global, los prolongados periodos de sequía y el clima extremo suponen para los viticultores una oportunidad y un desafío al mismo tiempo.
Las bodegas ya toman medidas más o menos radicales para contrarrestar los efectos de un cambio climático que amenaza con destruir la acidez de los vinos, y empiezan a valorarse diferentes planes de desarrollo sostenible que pasan por plantar viñas en otras latitudes o probar con variedades que siempre mostraron dificultades para madurar y que ahora podrían salvar la tipicidad de determinados vinos.
2. Transición ecológica
Las evidencias del cambio climático han desarrollado una conciencia medioambiental en los viticultores que se materializa en la adaptación de sus procesos a métodos más ecológicos y sostenibles. Un cambio de mentalidad necesario que empezó hace cerca de años, pero que en la década de los 20 naturalizará (nunca mejor dicho) las conversaciones sobre productos respetuosos con el ecosistema y el medio ambiente y los sistemas libres de químicos para recuperar la fauna y flora autóctona del viñedos, controlar biológicamente las plagas de insectos que atacan a la viña o resaltar la personalidad del terruño.
3. Vinos menos dulces y menos alcohólicos
Como consecuencia también de todo lo anterior, pero también por uno de los muchas antojos del mercado, los vinos menos alcohólicos y también menos dulces están en auge. Los gustos viran hacia sabores más ácidos o naturales (sobre todo en blancos y espumosos), sin azúcares añadidos, y aparece una conciencia saludable y muy 'millennial' que implica beber menos alcohol y que obliga a muchas bodegas a devanarse los sesos para encontrar la manera de bajar la gradación alcohólica de sus vinos a valores entre los 6 y los 8,5º.
Así, clásicas regiones productoras de vino dulce, como Tokaj o Sauternes, están pensando en elaborar más vinos blancos secos, y espumosos populares como el prosecco, se esfuerzan por reducir el azúcar en función de la calidad, pasando del método charmat al método ancestral y siguiendo la estela del pét-nat, la última corriente vinícola francesa: vinos naturales, con burbujas y sin sulfitos.
4. Auge de los vinos veganos
Hemos pasado de los vinos naturales o desnudos a los vinos ecológicos, biológicos, integrales, lo mismo da, pero en esta nueva década entran en juego los vinos veganos. Es decir, aquellos en cuya elaboración, además de no haberse usado productos químicos ni en el viñedo ni en la bodega, tampoco se ha utilizado ningún producto de origen animal o técnica que conlleve el trabajo con animales.
5. Rosados provenzales
Que el rosado está de moda no es ninguna novedad. Pero sí el tipo de rosado que ha llegado a España con fuerza desde Francia y parece que para quedarse. El estilo provenzal (de la Provenza, se entiende, la región del sureste de Francia que limita con Italia y el Mediterráneo) ha hecho evolucionar nuestros claretes hacia un perfil más elegante y sofisticado. Y esa va a ser la tendencia en los próximos años.
Son rosados sutiles que parecen blancos, no sólo por su color pálido sino por su estructura en boca. Una categoría de vino cada vez más cuidada y valorada, no sólo en Francia, sino en todo el mundo.
6. Lo local pisa fuerte
En el camino de la especialización y de la puesta en valor del producto local, el vino regresa también a sus lugares de origen, a sus variedades autóctonas y a sus tradiciones. En España, lo vemos en Jerez de la Frontera, en Montilla-Moriles (una caja de sorpresas aún por abrir), en Canarias o con los nuevos txacolis, zonas y denominaciones que apuestan firmemente por la singularidad de sus vinos y que este 2020 van a dar mucho que hablar.
Según los expertos, la "denominación regional" vende bien y seguirá siendo un criterio a tener en cuenta en los próximos años. Con un consumidor cada vez más entendido y unos sumilleres profesionales ávidos de rarezas enológicas, es el momento de los pequeños productores y será el año de las nuevas generaciones de valientes que se declinen por marcar la diferencia.
7. Vinos 2.0
Nos referimos a los 'vinos cruzados', esas nuevas elaboraciones que ya están llenando titulares, como los vinos de cerveza, los intensificados en barriles de whisky o los vinos infusionados con cannabis provenientes de Norteamérica, donde algunas zonas han empezado a permitir el cultivo de marihuana con fines terapéuticos; pero también a los que apuestan por la recuperación de las tradiciones más antiguas.
En este último caso, los Orange Wines (esos vinos blancos originarios del Cáucaso que en contacto con las pieles cambian de tonalidad) se llevan la palma por haber estado en boca de todos en 2019 gracias a una labor de divulgación sin igual y la organización de unas jornadas informativas y degustativas que volverán a repetirse este año en el marco de la Madrid Orange Week.
8. Nuevos países productores
Aunque las zonas productoras tradicionales siguen fuertes, la aparición de regiones que hasta ahora no producían vinos, como es el caso de Inglaterra (que hasta hace menos de diez años apenas existían o eran malísimos) o Europa del Este (que en los últimos años ha visto aumentada su exportación en un 400%), está haciendo sudar la gota gorda a los bodegueros históricos. El cambio climático y el aumento en la inversión ha hecho que cada vez lleguen más y mejores vinos de estos países, con precios más bajos.
9. Vino enlatado
Aunque la botella de vidrio sigue siendo el sistema más usado y va a seguir siéndolo en los próximos años (con un crecimiento significativo de las botellas de menor volumen y de pequeños formatos), empiezan a despuntar otros envases alternativos como el Bag in Box y las latas. Sí, las latas pisan fuerte en el sector vinícola, y prueba de ello es la recomendación BestBuy de este año de la revista Wine Enthusiast, que incluye dos vinos en lata (los primeros de la lista) y uno en cartón (el séptimo).
10. Etiquetas inteligentes
Este año puede que empieces a ver también alguna que otra etiqueta inteligente, dotadas con código QR para acceder rápidamente a una información más detallada sobre el producto, pero también con sistemas antihurto y checkpoint para prevenir las pérdidas y garantizar la trazabilidad de la mercancía. Son etiquetas interactivas que si bien suscitan dudas en algunos países, en otros suponen un valor añadido para tranquilizar al consumidor sobre la autenticidad del producto.
11. Descorche futurible
El sueño de la hostelería 'al descorche' se hará realidad esta década. La tendencia de llevar nuestro propio vino a un restaurante y que nos pongan un precio fijo por usar sus copas, abrirlo y servirlo a la temperatura correcta, dejará de ser una rareza para convertirse en algo habitual. El mercado anglosajón ya ha dado el primer paso, pues son muchos los restaurantes que quieren satisfacer esta demanda. Que España se suba al carro será cuestión de tiempo.