Dice Isabel Mijares que los blancos de Marqués de Riscal están ‘domados’, que “se les ha enseñado modales”. La gran dama del vino se refiere a la capacidad de esta bodega para mantenerse fiel a su filosofía y trasladar una educación cultivada durante siglos desde la Rioja Alavesa a otros terruños españoles, como Valladolid o Guipúzcoa.
El tiempo pasa, y la bodega más antigua de Álava, que comenzó su actividad en 1858, se adapta a las nuevas exigencias y a los gustos actuales del mercado. Lo hace sin prisa pero sin pausa, a través de la diversificación de sus esfuerzos en otras denominaciones de origen (lleva desde 1972 elaborando vino blanco en Rueda, Valladolid, y ahora también prueba suerte en el País Vasco con un txacoli), el mantenimiento y la recuperación de las tradiciones (su XR Reserva 2015 es una muestra de ello) y, sobre todo, de una concienzuda transición a la agricultura ecológica con Marqués de Riscal Sauvignon Blanc Organic como cabeza de cartel.
“Es importante destacar que una cosa es la agricultura ecológica y otra la sostenibilidad”, aclara el enólogo de la casa, Luis Hurtado de Amézaga. “De momento la bodega está muy centrada en que nuestros vinos sean ecológicos y en certificar el viñedo como tal, tanto en Rioja como en Rueda”.
El proyecto que tienen entre manos, firmado por el arquitecto de interiores Lázaro Rosa Violán, y que pretende convertir la nueva bodega de Rueda en un escaparate de la vanguardia ecológica y sostenible, está aún empezando, pero ya se conocen cuáles serán sus ventajas.
“Con la agricultura ecológica la planta adquiere defensas naturales, se relaciona mejor con el terruño y, a su vez, al ser más fuerte y vigorosa, se prepara para el cambio climático”, asegura Hurtado de Amézaga.
Los vinos resultantes, comenta, al tener menos dosis de sulfuroso, sientan mejor y se expresan mejor, con más personalidad. “Se recuperan muchos sabores y aromas de siempre, como los anises, al no tener levaduras que no son de la zona, sino autóctonas”.
Pensando en verde
El cambio de mentalidad comenzó en el año 2010. Una bodega como Marqués de Riscal, con más de 1.000 ha en propiedad en tres denominaciones de origen, necesitaba un mayor compromiso con el medio ambiente y también garantizar la perennidad de sus viñas para consolidar en el futuro la calidad de sus vinos.
“El cultivo ecológico permite la recuperación de la vida del suelo, aumentando la población de microorganismos que actúan en simbiosis con la planta para mejorar la absorción de nutrientes y aumentar el vigor, esto facilita el desarrollo de una mayor resistencia a las diferentes enfermedades y a la sequía”, explica Luis Hurtado de Amézaga.
La recuperación de la fauna y flora autóctona ayudan a un mejor control natural biológico de las plagas de insectos que atacan a la viña. En definitiva, dice el enólogo, “una planta más sana produce uva con mejor sabor y a su vez vinos con un mayor carácter varietal, capaces de resaltar toda la personalidad del terruño de donde proceden, siendo vinos más originales y auténticos”.
Pero el cambio de mentalidad y de proceder no se produjo de un día para otro. Inicialmente hubo un proceso de transición que duró tres años, hasta conseguir la certificación, donde la bodega dejó de utilizar herbicidas, insecticidas, abonos minerales o productos de síntesis en general, y pasó a emplear únicamente productos naturales de contacto como el azufre, abonos orgánicos a base de estiércol de oveja y técnicas de confusión sexual para el control de plagas de insectos.
“No hubo que arrancar ninguna viña, simplemente se adaptaron las técnicas de cultivo utilizando productos naturales respetuosos con el ecosistema y el medio ambiente”, señala Hurtado de Amézaga.
La zona de Rueda, describe el enólogo, “tiene un clima y unos suelos privilegiados y muy adaptables a este tipo de cultivo, ya que gracias a la baja pluviometría y humedad relativa, la presión de enfermedades es muy limitada. Los suelos arenosos de canto rodado de las terrazas altas del Duero poseen un drenaje inmejorable que también facilita el cultivo y limita la presencia de hongos”.
Mirando al futuro
“La idea es transformar toda la producción de nuestros vinos de Rueda para que sean ecológicos en un plazo máximo de 5 años. Estamos consiguiendo que además de nuestras 350 ha en propiedad también nuestros proveedores de uva de la zona se sumen al cultivo ecológico, para lo cual disponemos de un equipo técnico de ingenieros agrónomos asesorando y haciendo el seguimiento del cultivo para facilitar esta transición”, adelanta el experto.
Cinco años pasan volando, por eso la bodega trabaja ya en la presentación de novedades. “Seguimos vinificando muchas parcelas de viñas viejas por separado para poder identificar alguna que tenga la personalidad suficiente que merezca el lanzamiento de un nuevo vino de finca. Y habrá alguna sorpresa”.
En este sentido, destaca el txacoli que Marqués de Riscal se ha aventurado a elaborar en Guipúzcoa. “Estando en Rioja alavesa ya se nos demandaba hacer un txakoli, detectamos un interés muy grande sobre este vino en determinados ambientes de Reino Unido y de Estados Unidos, y se ha dado una gran oportunidad de realizarlo junto a Caserío de Upaingoa. Tenía que ser ahora”, razona Luis Hurtado de Amézaga.
Marqués de Riscal 2018 es un txakoli que se elabora a partir de uva hondarrabi zuri cultivada en la finca Upaingoa del municipio guipuzcoano de Oñati. La parcela está situada en un valle, a los pies del monte Aloña, en la comarca del Alto Deba a 60 Km del mar y a 250 m de altitud. En palabras del enólogo: “Se trata de un txakoli que expresa el carácter de la zona con un clima atlántico templado, pero que se aleja de los txacolis tradicionales en busca de un vino blanco con cuerpo y una acidez controlada”.
En cuanto al enoturismo, y fuera de los márgenes de su vanguardista Ciudad del Vino diseñada por Frank Gehry hace casi 20 años, Marqués de Riscal tiene prevista la reforma de una bodega de reciente adquisición junto a sus instalaciones en Rueda. Su objetivo, nos adelantan, es seguir ofreciendo nuevas experiencias entorno al vino en ese futuro próximo.