La alerta de los científicos sobre el mortal virus del Nilo: "España empieza a ser un buen nicho"
Los expertos creen que se debería actuar con una cierta vigilancia especial ante lo que podría ser un año con más casos que los anteriores.
23 julio, 2024 02:00Granada Romero Ruiz, de 86 años, falleció el pasado viernes en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, donde llevaba ingresada apenas una semana. Es la segunda víctima mortal del virus del Nilo (la primera se produjo el 6 de julio) en lo que llevamos de 2024, un año en el que se han adelantado estos fallecimientos en comparación con los anteriores.
Por ejemplo, en 2020, cuando ocurrió el mayor brote registrado en Andalucía, la primera muerte tuvo lugar el 20 de agosto (cinco días antes que la del pasado año). Estas fechas eran más previsibles, pues la época de mayor actividad de transmisión coincide con el final del verano. El adelanto de esta temporada, sin embargo, no parece responder a una mayor virulencia, sino a unas condiciones que han favorecido una aparición más temprana del virus.
"Cuando los inviernos son más suaves, en los veranos siguientes se suele producir una mayor incidencia del virus", asegura a EL ESPAÑOL Jordi Figuerola, investigador de la Estación Biológica de Doñana-Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Al no tener unas temperaturas tan bajas, los mosquitos comienzan a reproducirse antes y, además, un mayor número de hembras sobreviven al periodo invernal.
A ello hay que sumarle la primavera lluviosa, la cual favorece la cría de los mosquitos. El final de la sequía en esta zona también ha traído consigo un aumento de la plantación en los arrozales cercanos al Guadalquivir, donde no se está llevando a cabo un control de las larvas, como denuncia Figuerola: "En muchos otros lugares de Europa y España sí que lo hay, pero aquí no".
La inundación en algunos de estos cultivos hizo que la situación se agravara: "Ahora que los mosquitos están volando es mucho más complicado controlarlos". Como detalla Figuerola, la fumigación puede resultar poco efectiva una vez que el mosquito ha encontrado refugio en las cercanas zonas habitadas.
El investigador pone el ejemplo de La Puebla del Río, donde el arrozal colinda con las calles del municipio sevillano: "Por mucho que dentro del pueblo tomes medidas de control, si no actúas sobre el arrozal, vas a seguir teniendo una entrada de mosquitos".
Que este año podamos tener una temporada más grave que las anteriores también va a depender del estado inmunitario de las poblaciones de aves, que hacen de hospedadores del virus. Así, si están menos protegidas, lo más probable es que haya muchos más casos.
Aunque esto también podría favorecer los próximos años. "La inmunidad que ha creado el virus va a proteger a la población al menos durante un par de temporadas o más", señala Miguel Ángel Jiménez, investigador del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA-CSIC). Esta protección es una de las posibles causas que se relaciona con la dinámica de ondas que presenta el virus: "Hemos visto que se agrava periódicamente pero aún no sabemos muy bien por qué".
Esta tendencia coincide con lo ocurrido en nuestro país en los últimos cuatro años, según los datos recogidos por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). De los 77 casos notificados en 2020 se pasó en 2021 a 6; una cifra que se mantuvo tanto en 2022 (5), con un ligero repunte en 2023 (21).
Estos informes también advierten que ha habido zonas en las que se han notificado casos en humanos por primera vez. El pasado año, por ejemplo, sucedió en hasta cinco provincias (Barcelona, Cáceres, Huelva, Valencia y Toledo). El linaje del virus, eso sí, es distinto: mientras que en el sur peninsular se ha detectado el linaje 1, en Cataluña se relaciona con el 2. "Esto quiere decir que la Península está empezando a ser un buen nicho ecológico para este virus", apunta Jiménez, "y eso es un problema".
Más casos que antes
Es evidente que aún es pronto como para comparar el presente año con 2020, cuando se notificaron un total de ocho fallecidos y 77 casos graves. Aunque para Javier Membrillo, vicepresidente y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), ya es motivo suficiente como para estar alerta: "No diría preocupación, pero sí que deberíamos tener una cierta vigilancia especial ante lo que podría ser un año con más casos que los anteriores".
En este sentido, Figuerola destaca que, comparado con 2020, se están tomando más medidas de control, "sobre todo dentro de los municipios". El problema es que este virus presenta "un comportamiento errático en los humanos", siendo el 80% de los infectados asintomáticos.
El 19% presenta síntomas leves y 'sólo' el 1% desarrolla la enfermedad de forma grave. Por ello, como subraya Jiménez, para que se registren unas cifras como las de hace cuatro años la transmisión del virus debería ser "altísima", tal y como sucedió entonces: "Es complicado, pero puede ocurrir".
En el caso de los humanos, al no existir una vacuna, las principales medidas de prevención son la gestión de los vectores, así como evitar las picaduras. "Tenemos que ir adquiriendo una conciencia de que la protección frente a estos mosquitos es un problema de salud pública", adviete Membrillo. "Es algo que tenemos que hacer en España, igual que lo hacemos si vamos a un safari a Tanzania".