Amat, el 'psicólogo punk': "El sufrimiento lo causa querer la perfección, la vida es un siete sobre 10"
"La autoayuda hace daño, con razón tomamos tantos antidepresivos en España" / "Aplaudo a Patricia Conde: madurar es elegir dónde pones tu 100%" / "Si te divorcias y estás jodido es que estás emocionalmente sano".
12 diciembre, 2022 01:12Víctor Amat no ha hecho otra cosa que aprender y enseñar a encajar golpes: en el ring, como campeón y entrenador de boxeo y artes marciales; como psicólogo y profesor, en la Universidad de Barcelona, la de Gerona, la Ramón Llull o la UAB. Su ópera prima, Psicología Punk. Contra el pensamiento positivo y naif (Vergara), es un derechazo a la mandíbula de la avalancha de mensajes simplistas y edulcorados, disruptores de la salud mental. Provocativo y directo, nos invita a rasgar las costuras de los gurús e influencers y reflexionar sobre las actitudes tóxicas que, inconsciente y bienintencionadamente, podemos estar contribuyendo a propagar.
¿Cómo definiría el concepto de 'psicología punk'? Hay algo de contestatario y crudo, pero también mucha creatividad en la forma de expresarse.
He ido dando forma a una manera de trabajar desde hace unos 20-25 años, ampliando contenidos mediante la práctica y la docencia. Ha tomado forma cuando surgió la oportunidad de publicar el libro, como la larga gestación de un parto.
¿Cuánto hay de experiencia personal? ¿De buscar tratamientos hasta descubrir que ninguno se adaptaba a sus necesidades?
Ésa es la esencia del libro: nos han vendido una serie de fórmulas para ser más felices, pero no funcionan para todo el mundo. Yo planteo el concepto de que la psicología te tiene que hacer el traje "a medida".
El libro plantea que hay que pedir ayuda, pero no a cualquiera: elegir a un psicólogo es un trabajo de ensayo y error.
Pretender encontrar un psicólogo o psicóloga a la primera es un poco ingenuo, naif. Hay muchas variables dentro de la relación terapéutica, y la más importante es que esa persona te pueda aportar las herramientas correctas para cambiar. Si te impone un trabajo, una manera de pensar o te juzga, a mi criterio queda descalificado.
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¿Qué son los 'problemas diabólicos', esos que pasamos toda la vida tratando de resolver de forma equivocada?
Yo los trabajo en el día a día: muchas veces, la manera en la que tratamos de resolver el problema se transforma en el propio problema. Siempre pongo un ejemplo: si una persona tiene una infección, y el médico le receta un antibiótico, mejorará. Pero, emocionalmente, es como si siguiera tomándolo toda la vida. Al cabo de un año tendría otro problema y no entendería por qué.
¿Creamos también problemas de cero? Cuenta el caso de una mujer que empezó a sentirse insatisfecha al oír los orgasmos que tenían los vecinos.
¡Y ella, hasta ese momento, no tenía queja! Nos han enseñado siempre a compararnos para perder. Hasta cierto punto, no está mal. Pero las redes sociales lo han agravado al mostrar solo las cosas buenas de la gente. Es una trampa perversa del sistema: mi libro también es un alegato político, contra una sociedad que estimula que solo mostremos el éxito, el tener unos abdominales de puta madre... Hay chicas súper valiosas que solo suben fotos a Instagram con su pareja como si su relación fuera su gran éxito, pero luego tienen terribles problemas.
¿Por qué caemos presa de esto, si sabemos de forma racional que en las redes sociales solo se enseña una parte sesgada de nuestras vidas?
No tengo respuesta, sinceramente. ¿Por qué somos tan gilipollas? No lo puedo entender, y llevo 25 años de práctica clínica. Yo mismo repito patrones y me acabo preguntando cómo he podido ser tan gilipollas. Diría que a veces racionalizamos en exceso: puedo tener problemas con mi mujer por pensar que nuestra relación debería ser idílica, y si nos peleamos, siento que estoy fracasando. Pero lo normal es que una pareja tenga fricciones. La vida es un siete sobre diez: el sufrimiento lo causa querer hacer las cosas a la perfección.
¿Estamos extendiendo también una cultura tóxica del éxito? El libro también habla de educarnos para el fracaso.
Yo, obviamente, no le deseo a nadie que fracase. Pero, si te das cuenta, tú eres el resultado de todos tus fracasos. Si eres más o menos organizado y eficiente, vas sacando conclusiones y mejorando. Pero eso no es el antídoto para hacerlo todo bien en el futuro. Las variables cambian, el entorno, tú mismo... Hay que romper con esta idea de perfeccionismo, hay que hacer las cosas y ver por el camino cómo ajustarnos. Lo que no te mata no te hace más fuerte, te hace mucho daño. Alguna gente se repone e incluso mejora, pero eso no es generalizable. Es como cuando te dicen que la crisis es una oportunidad. Sí, pero para el psicópata, el que se va a beneficiar con las necesidades y la precariedad ajena.
Usted nos advirtió: de la pandemia no saldríamos mejores, ni falta que hace.
Yo escribí en mi blog una "guía de supervivencia para sanitarios" una semana después de empezar el confinamiento. Estaba claro que nadie iba a salir mejor. La pregunta que nos tendríamos que haber hecho es: "¿Cómo vamos a apañarnos después?". El sistema capitalista es el menos malo, pero es perverso. Está encantado con mensajes de autoayuda como "Saldremos mejores", "Reinvéntate", "Sé tu mejor versión"... Hacen mucho daño, con razón somos el país que más antidepresivos consume y con razón estamos tan jodidos cuando en España, en comparación, no se vive tan mal.
Pero el resto de países occidentales también tienen estos factores. ¿Por qué somos líderes en el consumo de ansiolíticos?
Porque somos cristianos católicos. En EEUU, el protestantismo alaba a personajes de opereta como Donald Trump o Elon Musk por su riqueza, entendida como un regalo de Dios. En nuestra cultura, "antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos". Así que por un lado me presionas para que me enriquezca y al mismo tiempo me haces sentir un hijo de puta. Es una paradoja neurótica que sufren España, Italia, Portugal, Polonia también: países de rancio catolicismo.
¿Explica también esto el elevado índice de ansiedad entre los jóvenes, aunque hayan sido educados en una cultura diferente?
Los chavales hoy en día no están acostumbrados a superar retos. Yo soy un boomer, hijo de una sociedad que mejora, de una juventud que tenía futuro. Ahora veo por mis hijos que el futuro no está tan claro. Cuando la vida viene mal dada, no saben cómo reaccionar, porque no les hemos enseñado. La idea de mi libro es que hay que aprender a pensar, que hay que ser críticos, asumir que no todo funciona igual para todo el mundo. Si una persona se divorcia, lo normal es estar jodido. Eso es estar emocionalmente sano. No necesitas psicoterapia ni prescripción médica, salvo que se alargue más de la cuenta. Lo mismo para el trabajo: no es un lugar para dignificarse, es sano estar mal si estás sufriendo una situación abusiva.
¿Cómo interpretamos que Elon Musk exija compromiso 24 horas a sus empleados, y millones lo alaben como ejemplo de liderazgo alfa?
Alguien no puede ser tan perverso voluntariamente, no creo que se levante pensando: "¿Cómo voy a ser más hijo de puta hoy que ayer?". Aplaudimos a los tarados, como le hicimos una Iglesia a Maradona. ¿Seres racionales? ¡Yo tengo mis dudas! Considero que el trabajo ha sido considerado un lugar de crecimiento emocional, y no tiene por qué ser así. Es ingenuo pensar que tienes que llevarte bien con todo el mundo, en el trabajo como con tu familia.
¿Y la gran catársis mediática que ha tenido España con el caso de la renuncia de Patricia Conde en Masterchef?
Hay que tratarlo con prudencia: en un programa de televisión, nunca sabes cuánto hay de arreglo. Pero si esto es así, la respuesta de Patricia Conde fue absolutamente madura. Ellos juegan con otra herramienta capitalista: "si no lo haces bien, es tu culpa". La verdadera madurez se alcanza cuando uno es capaz de decidir dónde pone su 100%. Por eso aplaudo a esta chica. Eres libre de ponerlo donde te dé la gana: Musk lo pone en ganar dinero, fama e ir al espacio, pero otro lo puede poner en su vida privada, y será perfecto.
¿Hemos demonizado injustamente el pensamiento negativo?
Yo soy una persona positiva, pero no se me ocurriría obligar a nadie a pensar en positivo. Tener pensamientos negativos me ha servido de mucho: llegas a la conclusión de que "no será tan malo como me lo imagino". Son dos caras de la misma moneda, y hay que respetarlo. Sería pretencioso que yo le dijera a la gente cómo ser feliz cuando yo mismo no lo soy. Pero es un error creer que la felicidad es un logo. La madurez emocional es reconocer que son flashes fugaces, cuando disfrutas de una cena de Navidad o del abrazo de tu hija. El resto de la vida consiste en ir manejando cosas que ni tienen que ser malas, ni tienen todas por qué ser buenas.