Un paciente, durante una intervención de trasplante capilar.

Un paciente, durante una intervención de trasplante capilar. iStock

Salud DERMATOLOGÍA

Lo que nadie cuenta de los injertos capilares: los problemas habituales por querer lucir pelazo

El trasplante folicular es la técnica más utilizada para la calvicie común o alopecia androgénica, que afecta a un gran porcentaje de españoles.

14 septiembre, 2022 03:06

Si alguien te dice que va a hacer un viaje a Turquía, seguro que tus siguientes palabras serán las siguientes: "¿Qué vas, a ponerte pelo?". Así es, el turismo de implante capilar se ha asentado en la cabeza de anónimos y no tan anónimos, como sucede con los conocidos rostros —y cabelleras— de Rafael Nadal y Diego Pablo Simeone, entre otros. El motivo por el que inmediatamente pensamos en este país es el método FUE Zafiro, que supone el más avanzado de los tratamientos contra la calvicie y del que presumen en muchas clínicas turcas.

"En Turquía hay buenos profesionales y malos profesionales. Pero la seguridad del paciente con trasplante, la normativa donde se tienen que realizar, no es la misma en nuestro país que en otro", advertía Pedro Jaén, jefe de servicio del Hospital Ramón y Cajal y presidente la Academia Española de Dermatología y Venereología, en una entrevista con EL ESPAÑOL

Lo cierto es que la supervivencia de un injerto capilar varía mucho entre unos equipos de profesionales y otros. "Una cosa es que se extraigan equis folículos y se implanten, y otra que esos folículos vivan. A veces están mal extraídos". Tal y como reconoce el especialista en dermatólogía y tricología David Saceda, también del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, en algunos casos se han encontrado "infecciones graves".

Con situaciones como ésta, puede surgir la duda de si realmente conocemos los posibles efectos secundarios de unos implantes capilares que algunas clínicas en Madrid ya ofrecen a sus clientes más futboleros: injertos capilares junto con entradas para partidos de La Liga Santander. Fútbol y pelo, ¿qué más se puede pedir? A esta irónica pregunta, los expertos consultados por este periódico responderían —haciendo el símil futbolístico— con un "diagnóstico a diagnóstico". "A los dermatólogos nos gusta diagnosticar los tipos de alopecia", asegura Leandro Martínez, presidente de la sección territorial andaluza de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y jefe de servicio de Dermatología del Hospital Regional de Málaga.

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De los más de 100 tipos que existen, la más común de todas es la alopecia androgénica. También recibe el nombre de calvicie común y, aunque "suele iniciarse alrededor de los 20 o 30 años", como señala Saceda, "más de la mitad de los españoles tiene algún grado de alopecia a los 50 años". 

Medicamentos de por vida

Hay quienes no habiendo superado la treintena comienzan a preocuparse por la aparición de una calvicie en la coronilla o entradas en el pelo. Antes que buscar en Internet cualquier producto crecepelo, Saceda advierte que "el único tratamiento efectivo para la pérdida de cabello es aquel que esté sujeto a prescripción médica". Dos de los más utilizados son "el minoxidil y los fármacos inhibidores de la cinco-alfa-reductasa".

Se trata de fármacos que acompañarán a la persona que se realiza el injerto durante toda la vida. "Prácticamente todos los tratamientos se deben mantener a largo plazo", reconoce Saceda. Eso sí, matiza que debemos diferenciar dos períodos. El primero de ellos, que comprende de uno a tres años, es un tratamiento intensivo; mientras que "luego se tendrá que someter a una etapa de mantenimiento". "Si dejas el tratamiento, sí que hay un riesgo de perder el pelo al haber perdido la protección del medicamento", confirma el especialista.

Pero, ¿a qué edad es mejor realizarse un injerto? La recomendación del médico es que alguien "antes de los 30 años no debería someterse a un trasplante capilar porque su pelo es muy impredecible". Por ejemplo, "lo mismo a esta edad aparece la coronilla, pero no las entradas"; por tanto, "puede que a los 40 o 50 años no tenga garantías de que le quede pelo por injertar si lo necesita", advierte Saceda.

Aunque la edad no es el único factor a la hora de evitar pasar por un quirófano. De hecho, Leandro Martínez reconoce que "al trasplante capilar se recurre cuando no hay otra alternativa". La constante importancia que le dan ambos profesionales a este aspecto se debe a que "si no hacemos un diagnóstico correcto, el trasplante puede ser incluso perjudicial". 

La enfermedad del injerto

Tanto Martínez como Saceda reconocen que el injerto capilar es una técnica totalmente segura y que son "muy poco frecuentes" los casos en los que existen complicaciones. Sin embargo, "si la técnica no es correcta, pueden producirse problemas en la zona dadora", añade el jefe del servicio de Dermatología del Hospital de Málaga. Algunas de estas complicaciones se traducen en "cicatrices, procesos inflamatorios o infecciones".

El hecho de que una intervención de este tipo se realice en un periodo excesivamente largo de tiempo no suele ser, por norma general, sinónimo de un gran resultado. Más bien, todo lo contrario: "A todos los cirujanos nos gusta dar una buena publicidad de nuestras intervenciones, pero son situaciones que es mejor intentar evitar", dice Saceda. Se refiere a aquellas clínicas en las que ofertan dos días consecutivos de injertos capilares. "Pongamos que se realiza la extracción de 10.000 unidades foliculares, el trasplante de los 1.000 últimos están muertos porque llevan demasiado tiempo fuera de tu cuerpo", ejemplifica Saceda, quien reconoce también que esta técnica resultaría imposible de hacer.

Este dermatólogo coincide con su compañero de profesión en que entre las complicaciones más frecuentes se encuentran las infecciones. "Generalmente se soluciona con antibióticos después de la cirugía". Además, el efecto secundario más frecuente es una hinchazón muy llamativa que aparece en la zona injertada y en la frente. Ambas dos se caracterizan por terminar desapareciendo con el paso del tiempo.

Saceda apunta a "los centros no profesionales o poco capacitados" como los culpables de "las principales complicaciones a largo plazo". Aunque, en este sentido, también menciona la enfermedad inmunológica del liquen plano pilar, que se puede producir en cualquiera de este tipo de operaciones. Se trata de "una agresión de tus defensas sobre el pelo injertado", por lo que no solo se produce "un mal resultado, sino que también puedes perder pelo". Pese a no "ser muy frecuente", es una enfermedad impredecible y que se debe controlar bien, sobre todo en los cuidados posoperatorios a un año del implante.