Por qué los repuntes en Reino Unido y Portugal son una pésima noticia para España
Las 'olas' de la Covid en España han estado sincronizadas con las de estos países, y el aumento de la incidencia coincidiría con el veraneo.
16 junio, 2021 01:46Noticias relacionadas
Conforme va pasando el tiempo y se amplía la perspectiva, es posible apreciar en Europa cuatro olas de mayor o menor magnitud dentro del año y pico de pandemia que llevamos encima. La primera, y en general la más dura, fue común a todos en marzo de 2020 como lo fue la segunda, coincidente con la llegada del otoño y las primeras olas de frío.
Ahora bien, las dos siguientes no son uniformes: hay una tercera ola que empieza en Reino Unido en diciembre, vinculada a los primeros casos de la llamada "variante británica", que se extiende por determinadas zonas del continente a lo largo del mes de enero… y una cuarta que afecta sobre todo a aquellos países que se habían librado de la tercera.
Desde entonces, hablamos de un doble ritmo en la periodicidad de los picos de la pandemia. Los países que peor lo pasaron en enero -y lo pasaron realmente mal- fueron, con mucho, Portugal, Reino Unido, Irlanda y España. Se ha intentado averiguar exactamente dónde está el nexo de unión entre estos cuatro países, pero es difícil identificarlo al cien por cien.
¿Ciudadanos británicos que vinieron a pasar las navidades a sus segundas residencias en España? Puede ser. ¿Residentes en España que se fueron a ver a sus familias en Reino Unido y luego volvieron? Otra hipótesis nada desdeñable.
La extensión de España a Portugal, como la del Reino Unido a Irlanda, sería puramente geográfica. El resto del continente pasó bastante de puntillas por esa tercera ola. Italia y Francia estaban aún de recuperación de la segunda ola -terrible para ellos- y este repunte les pilló con la guardia subida y muchas medidas de restricción implantadas.
Lo mismo puede decirse prácticamente de todo el norte y el centro de Europa, con la excepción, quizá, de Suecia y Holanda, que, por su manera de afrontar la convivencia con el virus, la verdad es que apenas han tenido treguas.
Esta misma circunstancia se repitió al revés apenas tres meses más tarde, con la llegada de la primavera. En Europa central y del norte se vivió un repunte importante de verdad. Una cuarta ola con todas las letras… que en la mayoría de países fue en realidad una tercera.
Sin embargo, en los cuatro países atlánticos mencionados anteriormente, la cosa no pasó de una pequeña conmoción, que sí llegó en el caso de España a activar las alertas sanitarias en regiones puntuales como Madrid, País Vasco, Navarra o Cataluña, pero no disparó la incidencia más allá del umbral de riesgo extremo (250 casos por 100.000 habitantes).
Buena parte de nuestro optimismo en las crónicas de aquellos días en los que tantos hablaban con espanto de una nueva ola y se llevaban las manos a la cabeza con el fin del estado de alarma tenía que ver precisamente con el hecho de que la ola de marzo-abril de 2021 no terminaba de romper en los países con los que parecíamos sincronizados.
No era, quizá, un argumento demasiado científico, pero sí empírico. Por las razones que fueran y que se estudiarán en su momento, subíamos a la vez y bajábamos a la vez… y ver que ni Reino Unido ni Irlanda ni Portugal veían un aumento exagerado de casos como sí lo veíamos en Polonia, Bélgica, Italia o Francia, nos tranquilizaba.
Del mismo modo, la subida que observamos desde hace un par de semanas en Reino Unido y que ha obligado a las autoridades de dicho país a aplazar cuatro semanas el “Día de la Libertad”, como ya se conocía al 21 de junio, nos obliga a la cautela. No a la alarma pero sí a la precaución.
Recordemos que el 44% de los británicos ya están completamente vacunados mientras que en España aún vamos por el 27,4%. Esta subida, en principio, está relacionada con la mayor virulencia de la variante Delta o “cepa india”, pero, como decíamos el pasado sábado, de momento no se ha visto una importante alteración en la ocupación hospitalaria ni, afortunadamente, en el número de muertos.
El siguiente problema es que se empieza a observar una subida en Portugal cuyo origen desconocemos pero que nos recuerda inevitablemente a la sincronía de diciembre-enero. Aunque en el gráfico superior se aprecia una subida no muy exagerada, en términos de incidencia hablamos de 91,6 casos por 100.000 habitantes cada catorce días, cuando hace quince días eran 58,7.
Hablamos de un incremento del 56,04% en muy poco tiempo y con tendencia aún al alza. En Portugal, también se ha observado transmisión comunitaria de la variante Delta, sobre todo en Lisboa y en la región del Valle del Tajo. Los expertos temen que se llegue a los 120 casos por 100.000 habitantes justo a principios de julio, el principio de la temporada turística.
¿Podría pasar algo parecido en España? Bueno, lo primero es recalcar que la situación aquí, como en Irlanda, sigue siendo estable o incluso positiva. Según los datos de Sanidad de este martes, la incidencia a 14 días ha bajado ya a 101,39 casos por 100.000 habitantes, lo que supone la cifra más baja desde el 12 de agosto.
En este momento, hay 3.251 ingresados con clínica Covid, de los cuales 899 están en la UCI. Son los mejores datos de la serie histórica, pero es cierto que la serie histórica comienza el 20 de agosto, así que tenemos que recurrir aquí a la recopilación que hizo Miguel Ángel Reinoso para ver que nos movemos en cifras propias del 7-8 de agosto.
Una subida en España parecida a la de Reino Unido o Portugal supondría irnos a una incidencia en torno a los 160-170 casos en el total del país, con posibilidad de que algunas regiones concretas sobrepasaran los 250. Ahora mismo, ninguna está por encima de ese nivel y solo Andalucía y La Rioja se acercan.
En términos sanitarios, no es probable que veamos un importante repunte de los hospitalizados ni mucho menos de los fallecidos, teniendo en cuenta que el proceso de vacunación está llegando ya a la franja de 40 a 49 años y que es muy probable que, para finales de mes, casi todos los mayores de 50 ya tengan las dos dosis.
Ahora bien, en términos turísticos, sí sería una pésima noticia. España ha puesto mucha ilusión en la recuperación del turismo para este mismo verano y una subida de la incidencia podría suponer una marcha atrás.
No solo en las medidas de las comunidades autónomas, que tendrían que elegir de nuevo entre garantizar que la cosa no se vaya de las manos o dar manga ancha a la hostelería para que den su servicio con las menores restricciones posibles, sino en las reacciones de otros países, que pueden ver aquí una oportunidad de poner trabas a sus ciudadanos a la hora de viajar a España para fomentar así el turismo interior en sus territorios.
Para ello, es importante que se alcance cuanto antes un consenso en lo que respecta al llamado “pasaporte Covid”, para que al menos los vacunados puedan moverse libremente por la Unión Europea independientemente de la incidencia del lugar que visiten. Ya hemos hablado también otras veces de que este método puede tener sus riesgos porque no todas las vacunas han mostrado la misma eficacia, pero al menos regularía lo que ahora son decisiones estatales algo arbitrarias.
Si siguen pasando los días y no vemos el repunte asomar, más tiempo que ganaremos. Ahora bien, sufrir el repunte justo a principios de julio, como temen en Portugal, casi seguro que tendría alguna consecuencia económica. Y solo eso ya es suficiente para vigilar con los cinco sentidos y ser todo lo precavidos que podamos. Aprovechemos esta tregua sin considerarla una paz definitiva.