El epidemiólogo español de Harvard que desmonta la euforia por las vacunas: "No vamos a llegar"
"Una persona sin prestigio no puede meter en vereda a los políticos" / "España ha estado siempre en los bochornosos últimos puestos de cómo se ha gestionado la pandemia" / "No vamos a llegar a la meta de vacunación".
11 junio, 2021 09:58Noticias relacionadas
Los hermanos Martínez-González vivieron la embestida de la primera ola de la Covid-19 en España en trincheras distintas de un mismo frente. Miguel Ángel, como epidemiólogo y catedrático de Salud Pública de la Universidad de Navarra y catedrático visitante de la Universidad de Harvard; Julio, como médico internista del Hospital Regional Universitario de Málaga. De sus experiencias, sus investigaciones y sus reflexiones cruzadas nace La sanidad en llamas [Planeta], un libro que vaticinan como "polémico" pero necesario para rescatar del olvido las deudas pendientes con los sanitarios y los pacientes en los primeros meses de la pandemia.
Efectivamente, la obra tiene algo de cápsula del tiempo: estaba "prácticamente escrito" en agosto y revisado para publicarse en otoño como aviso de una tercera ola. "Hubiéramos quedado como adivinos", bromea Julio. Sus páginas son ajenas a las discusiones sobre variantes del coronavirus o combinaciones de vacunas. Antes bien, nos retrotraen a días oscuros de colapso hospitalario, EPIs con bolsas de basura, militares esterilizando las calles desiertas a manguerazos, partes diarios de Fernando Simón respondidos con virulentos memes en WhatsApp, y la morgue del Palacio de Hielo. Todo aquello que la fatiga pandémica y la euforia por un verano sin mascarilla nos impele convenientemente a ignorar.
¿Cómo valoran la evolución de la pandemia desde el momento de la última redacción del libro, diciembre de 2020, y ahora?
Julio: La clave está en lo que no se hizo a finales de 2020. Llamativamente, el ministerio de Sanidad no siguió las recomendaciones que se había dado a sí mismo. Y vino la tercera ola.
Miguel Ángel: Yo publiqué un artículo de opinión poco antes de Navidad alertando sobre la experiencia de Acción de Gracias en Estados Unidos. Y sabíamos que nosotros tendríamos más reuniones familiares todavía que los norteamericanos. Dijimos que vendría una tercera ola brutal, y así fue. La recomendación de nuestras autoridades sanitarias a mitad de diciembre debía haber sido mucho más clara y rígida. No han estado a la altura. Pero claro, lo que digo yo llega a algunos, lo que dice Fernando Simón llega a todo el país.
Hay dos elementos clave por los que abogaban en el libro que sí han logrado cambiar la tendencia: los tests de antígenos y las vacunas.
J.: Bueno, yo echo mucho de menos los tests de antígenos. Se los han estado haciendo cada tres días a los futbolistas, pero para los que estábamos en planta atendiendo a pacientes, doy fe que no se han hecho nunca. En todo el hospital se han hecho dos veces, solo cuando ha habido brotes.
M.A.: Son elementos que no se pueden comparar. La vacunación es lo que realmente está cambiando la tendencia, pero el ritmo fue desesperantemente lento en los primeros meses. Ahora está cogiendo velocidad, pero no vamos a llegar a las metas que se habían propuesto de vacunar antes del verano y que son necesarias. Cuánto más se tarde en vacunar, más circulará el virus y mayores posibilidades habrá de que surja una variante que inutilice la vacuna, con lo cual, se acabó la solución.
¿Cómo ha cambiado el perfil del ingresado por Covid-19 en España?
J.: La campaña de vacunación ha sido muy buena al empezar a vacunar por las residencias geriáticas. Los casos han bajado espectacularmente. Esa población anciana ya no ingresa, Cuando ingresan los mayores, empiezas a ver negacionistas. Dices, "Alma de cántaro, ¿por qué no te has vacunado?"; "Es que me dijo un cuñado...". Ahora llaman la atención los pacientes jóvenes y graves, a los que no se les ha ofrecido la vacuna. Pero también, en los ingresos de gente de 40, el que no es obeso, es hipertenso o diabético. Toca ser coherente y comportarse como gente racional, tener hábitos sanos como cuenta Miguel Ángel.
M. A.: Quizás se ha hablado poco de la importancia de la alimentación saludable y los hábitos de vida. El porcentaje de hipertensos en España es altísimo, también el de obesos y de diabéticos de tipo 2. Todos tienen mayor riesgo de enfermar y de tener un caso clínico grave. La Vitamina D se esta estudiando como protectora, especialmente en personas que sufren déficits, pero no actúa en solitario. Por eso hablamos del patrón de dieta en su conjunto: hemos podido demostrar, con el estudio de la Universidad de Navarra, que la dieta Mediterránea reduce sustancialmente el riesgo de infección.
¿Y cómo ha evolucionado el tratamiento en estos meses?
J.: Lo que hacemos ahora cuando ingresamos un paciente ahora es ponerle corticoides para bajar la inflamación y directamente anticoagulantes. Cuando un paciente parece evolucionar bien y de repente empeora, algo muy común con el coronavirus, lo primero que le hacemos es un Angiotac para descartar un tromboembolismo pulmonar, que causa muy rápido la insuficiencia respiratoria. La incidencia es variable pero muy alta, entre el 5% y el 10% de los casos. Ni punto de comparación con el riesgo de trombos por algunas vacunas.
¿Perciben una mentalidad de 'olvido colectivo' sobre lo que ocurrió en la primera ola de la Covid, una voluntad de dejarlo atrás lo antes posible?
J.: Alfonso Guerra decía que el peor defecto de los españoles no es la envidia sino la falta de memoria. Y tenía toda la razón. Escribimos este libro para que quedara negro sobre blanco lo que pasó. Hay una intención subconsciente y otra política, más o menos guiada, de dejarlo pasar, olvidarlo y enterrar los problemas.
M.A.: Yo creo que hay un cierto pacto de olvido que no es bueno. Tiene que haber una auditoría absolutamente independiente de cualquier instancia gubernamental. Entre quienes lo pidieron en agosto en la carta a The Lancet había personas que habían sido altos cargos de Salud Pública con el PP, con el PSOE o con el PNV. Verlos a todos juntos me animó a escribir el libro. ¡De esto se tienen que enterar todos los españoles! España ha estado siempre en los bochornosos últimos puestos de los ránkings internacionales de cómo se ha gestionado la pandemia, de cómo se ha maquillado la mortalidad, de contagios de sanitarios, de bajada del PIB. Es difícil acumular tantas calamidades. Las televisiones afines al Gobierno nos han vendido 'Alicia en el País de las Maravillas' y se han estado haciendo chistes con Fernando Simón mientras que nunca ha habido tantos entierros en España.
El oscurantismo de esos primeros días es lo que más llama la atención ahora. Se llegó a pedir a los sanitarios que no llevasen mascarilla para "no alarmar".
J.: Yo soy internista general, pero estoy 'cedido', como los futbolistas, al área de infecciosos desde el principio. Y ahí celebramos el 29 de mayo, el día en el que finalmente se instauró la mascarilla como obligatoria en España. Cuando el 11 de febrero el ministerio de Sanidad ya había publicado la recomendación de usarla. ¿Y todo eso para que a mitad de marzo me pidan a mí que no me ponga la mascarilla para no alarmar a la población? ¿Qué me estás contando? Llegó el momento en el que saqué la máquina de coser y me las hice en casa, porque no te las daban. Ahora que ves que se las dan a las visitas, te dices: "¡Cómo hemos progresado! ¡Qué dispendio!".
M.A.: Ha faltado autocrítica. Yo me he planteado muchas veces cuántos errores habría cometido si hubiera estado en el lugar del responsable del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. No se le puede pedir a nadie que sea profeta de una pandemia que nadie conocer, lo que sí se le puede pedir es que sepa leer. Debía haber leído las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, que decían: "Test, test, test. Nada de eventos multitudinarios". Yo, haciendo autocrítica sobre esos errores, me iría. Vergüenza torera. Hay que tener credibilidad. Y tenerla ante los profesionales sanitarios es muy difícil. Hay que suscitar admiración. Alguien sin publicaciones, sin especialidad por vía MIR de Medicina Preventiva y Salud Pública que es la que he hecho yo, sin doctorado, ¿qué prestigio tiene?
Comentaba el catedrático de microbiología Ignacio López-Goñi sobre Fernando Simón que el epidemiólogo no tiene que sustituir al político en las ruedas de prensa, sino estar a su lado para informar y supervisar.
M.A.: Esto es muy importante. Ignacio es un gran experto y un gran amigo, y tiene mucha razón. Cuando alguien tiene tanto prestigio como Anthony Fauci en EEUU, con más mil publicaciones y habiendo asesorado a seis presidentes, puede toserle a Donald Trump y a cualquiera. Cuando alguien no tiene ese pedestal, acaba siendo la voz de su amo. Sé que es muy duro lo que estoy diciendo. Pero a alguien como Valentín Fuster o Rafael Matesanz le da igual lo que piense el presidente del Gobierno de él. Alguien así puede meter en vereda a los políticos para que no se vayan del carril científico. A quien no tiene esa valía, le meten en una orquesta dirigida por un publicista. Y no digo más.