Ni alcohol ni calor: esta es la mejor manera de limpiar las mascarillas
Las dos maneras más frecuentes de esterilizar y limpiar las mascarillas tras su uso pueden dañar las fibras y disminuir su eficacia al reutilizarlas.
20 julio, 2020 02:38Noticias relacionadas
Los dos métodos para esterilizar una mascarilla reutilizable usados más habitualmente no son los más seguros, según una serie de pruebas realizadas en el Centro para Estudios de los Aerosoles Relacionados con la Salud de la Universidad de Cincinnati (EEUU).
Según explica el profesor Sergey Grinshpun, director del centro, han diseñado un test para probar dos marcas de mascarillas N95 y otras dos de mascarillas quirúrgicas, una de ellas con alta capacidad de filtración y otra con baja, usando un autoclave, un aparato que funciona de forma parecida a una olla exprés, esterilizando objetos mediante vapor, calor y presión durante un periodo concreto.
En paralelo, probaron a desinfectar los productos según un método habitualmente empleado en los centros sanitarios, que consiste en sumergir las mascarillas en un tratamiento con un 70% de etanol durante dos horas para luego secarlas antes de reutilizarlas. Las pruebas se repitieron cinco veces por cada una, para simular el uso al que estarían sometidas.
"La cantidad de veces que descontaminamos el utensilio da prácticamente igual: una, dos o cinco veces. El principal daño a su capacidad de protección se produjo inmediatamente del primer test", explica Grinshpun. "Vas a perder eficacia si estas mascarillas se esterilizan con cualquiera de estos dos métodos. Por su puesto, cuantitativamente hablando, los efectos difieren en función de cada dispositivo".
Según sus observaciones, publicadas en la revista Journal of Hospital Infection, ni la esterilización por autoclave ni el alcohol dañaron visiblemente las mascarillas quirúrgicas, pero sí se observaron desperfectos después de la primera desinfección con presión, vapor y calor en la N95 como una desintegración parcial del material blando alrededor del área del puente de la nariz. Además, se apreció una pérdida de elasticidad en las gomas, hasta el punto de que ya no se considerarían seguras.
El diseño experimental del estudio incluyó probar cada tipo de mascarilla montándola en un modelo diseñado para utilizar la totalidad del área de filtrado efectivo. Se proyectó un flujo de aire a través del sistema calibrado para simular la respiración de un trabajador sanitario con una carga de trabajo tanto moderada como de elevado esfuerzo. Para simular la contaminación de los dispositivos de protección, se usaron proteínas como contaminantes.
"Al aplicar distintas esterilizaciones, las mascarillas se ensuciaban antes de cada tratamiento para simular el uso de este equipo en entornos de elevada contaminación, una asociación con la emisión de viriones patogénicos que producirían las personas infectadas", escriben los autores. Este ciclo se repitió cinco veces para simular el uso intensivo a lo largo de una semanas.
Otro factor delicado, apunta Grinshpun, es que las N95 y algunas mascarillas quirúrgicas poseen fibras que contienen carga electrostática, una función que les ayuda a "atrapar" pequeñas partículas y cerrarles el paso, protegiendo al usuario. Pero la esterilización con autoclave y alcohol debilita esta capacidad.
"¿Qué ocurre cuando expones un objeto al alcohol, el calor o el vapor? Que sus fibras van a perder, aunque puede que no del todo, su carga eléctrica. Esto tiene un efecto perjudicial en la eficacia del filtro así que estos dispositivos pueden volverse incapaces de capturar partículas en aerosoles, incluyendo al coronavirus, con tanta efectividad como antes de la esterilización". De hecho, según apunta el investigador, algunas N95 podrían perder su eficacia de filtrado de las moléculas más pequeñas, cayendo por debajo del nivel certificado de 95% que les corresponde.
El funcionamiento de las mascarillas quirúrgicas también cambia tras pasar por el autoclave, estén sucias o no, siendo el efecto más pronunciado cuando el dispositivo ya partía de una pobre capacidad para el filtrado de base. Por todos estos motivos, Grishpun recomienda optar por opciones alternativas como la exposición a una fuerte luz ultravioleta. Reconoce, no obstante, que estos sistemas no están disponibles con facilidad para la mayoría de centros sanitarios.
"Lo que anticipamos es que la esterilización mediante ultravioletas y otras técnicas alcanzarían niveles equivalentes al tratamiento con autoclave y etanol para lograr la inactivación de los patógenos, pero al mismo tiempo no dañarían las fibras de los dispositivos de protección y la eficacia para recolectar partículas no se vería impactada", concluye, emplazando a nuevos estudios con diferentes métodos.
"La cuestión de cómo los tratamientos de desinfección impactan el rendimiento y la integridad de los mecanismos de protección respiratoria de los trabajadores de la sanidad sigue siendo importante, siempre que tengan que seguir reutilizando su equipo de protección debido a la carestía provocada por la pandemia", termina.