Epilepsia por pensar
El último caso es el sudoku, pero la literatura registra periódicamente juegos y actividades intelectuales que inducen convulsiones.
20 octubre, 2015 01:31Noticias relacionadas
"El cubo mágico, inventado por el arquitecto húngaro Ernö Rubik, es un puzle tridimensional que requiere restaurar piezas coloreadas mezcladas entre sí en cubo de 3 x 3 x 3". Este párrafo no es la respuesta a una pregunta de Trivial, ni una definición en un diccionario o manual idiomático.
La frase es el inicio de un artículo publicado en 1987 en la revista Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry, que describe el primer caso de epilepsia refleja inducida por el cubo de Rubik, que afectó a un hombre de negocios de 30 años. Como contaba su médico, Nimal Senanayake -de la Universidad de Peradeniya, en Sri Lanka- , el paciente experimentaba convulsiones, sobre todo en su brazo derecho, cada vez que se cocentraba en intentar ordenar los endiablados cuadraditos.
No se sabe si el afectado logró finalmente resolver el cubo pero, a raíz de su caso, el hospital que lo trataba incorporó el juego a sus pruebas diagnósticas para intentar averiguar el origen de las convulsiones en pacientes que no sabían por qué las sufrían.
Por hacer sudokus
28 años después de este suceso, otro juego "de pensar" ha sido descrito como detonante de ataques epilépticos en una publicación científica, JAMA Neurology. En esta ocasión el afectado es un hombre que, cuando tenía 25 años, quedó enterrado debajo de una avalancha.
Semanas después, mientras intentaba resolver un sudoku, empezó a sufrir convulsiones en su brazo izquierdo. Tras practicársele un electroencefalograma, se vio que los episodios coincidían con un tipo de anomalía eléctrica en el lóbulo centroparietal derecho. Los ataques cesaron cuando el protagonista de esta historia dejó de resolver sudokus. Ahora, según la web de información científica Materia, es periodista y sigue lejos de estos puzles.
Se trata de de un epilepsia por reflejo; es decir, causada como reacción a un estímulo externo. Para el secretario del Grupo de Estudio de Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología. Francisco Javier López, no el caso del sudoku llama la atención, por ser el primero descrito con este pasatiempo concreto, pero dista de ser excepcional.
"Las epilepsias por reflejo suponen entre el 1% y el 6% de todos los casos, y sólo un porcentaje pequeño de éstas son debidas a cálculos y pensamiento; cuando se descubre un detonante no descrito anteriormente, se suele publicar en una revista científica", comenta López.
Detonantes más comunes
El neurólogo recuerda un caso de este tipo "más común", el de ataques epilépticos asociados al ajedrez. Él mismo lo ha visto en su consulta, "hace ya bastantes años". No fue el paciente el que describió la asociación, sino que ésta salió a la luz tras preguntársele qué actividad solía coincidir con sus ataques.
"El ajedrez como detonante es más común, pero también los juegos de cartas; son los que más se mencionan en los congresos de Neurología, pero tuvo bastante eco el caso del cubo de Rubik cuando se publicó", concluye López.
Además de los juegos ya mencionados, la literatura científica tiene otros ejemplos curiosos de epilepsia refleja por cálculos y pensamiento.
Un joven de 19 años acudió al hospital con diversos síntomas. Resultó tener meningitis y fue ingresado. A los 10 días, su madre comentó al médico que tenía dificultades para encontrar palabras y, tras una revisión neurológica que descartó cualquier patología, sus neurólogos le preguntaron por qué había tenido problemas para hablar.
En ese momento, el muchacho se concentró para responder y tuvo una convulsión, que duró un minuto y a la que acompañó ceguera lateral y parálisis muscular, además de una cierta tartamudez.
¿Qué había sucedido? El joven, según relató su médico en la revista Neurologist en 2012, no podría describir el proceso de pensamiento específico que había precedido la convulsión, pero declaró que ésta había sido antecedida por "un sentimiento vago, que a lo que más se acerca es al entusiasmo".
Aunque se le recetaron fármacos para la epilepsia, cuando volvió ocho meses más tarde había decidido dejar la medicación a causa de los efectos secundarios. No había vuelto a tener convulsiones, aunque la revista no recoge si se había entusiasmado más.