El embutido es carne procesada. Por desgracia para muchos consumidores, este tipo de carne es una de las que más demonizadas en este momento. Aunque los estudios que asociaban el sobreconsumo de embutido con el cáncer eran conocidos desde antes, la Organización Mundial de Salud confirmó en 2015 estos resultados. "Ejemplos de carnes procesadas incluyen salchichas de perritos calientes, otras salchichas, jamón, carne en conserva y cecina o carne seca, así como la carne en lata y las preparaciones y salsas a base de carne", enumeró la OMS en aquel entonces.
En concreto, el tipo de cáncer que se le asocia a estos productos es el colorrectal. De hecho, la organización supranacional alertó de que el consumo de 50 gramos de carne procesada a diario, aumentaba la probabilidad de sufrir cáncer en un 18%. Por esta razón, el consumo de embutido debería de ser esporádico. Sin embargo, en España la industria cárnica genera el 2% del PIB nacional y su consumo habitual está normalizado.
La carne procesada se considera parte del grupo 1 de carcinogénicos para humanos. En este grado también están contenidos el tabaco y el alcohol, sin embargo, no significa que tengan una mortalidad asociada similar. En realidad quiere decir que son productos que tienen una relación segura con el cáncer. La principal diferencia con el alcohol y el tabaco es que el embutido sí aporta un valor nutricional: es fuente de proteínas y de minerales.