La central térmica de Teruel que contamina un 900% más de lo permitido
Pese a saberlo, Endesa-Enel decidió no acometer las inversiones necesarias para cumplir con la normativa ambiental europea y la planta de Andorra cerrará finalmente en 2020.
11 mayo, 2017 03:00El pasado jueves 4 de mayo en Roma se decidió el futuro de una comarca turolense. El consejo de accionistas de la empresa energética Enel, principal accionista de Endesa, decidió que ya habían tenido suficiente de la Central Térmica Teruel y fijó su cierre para el 30 de junio de 2020, dejando en el aire cerca de un millar de empleos directos y otros tantos derivados de la actividad de la central, de la que depende en gran parte la supervivencia de la comarca de Andorra-Sierra de Arcos.
Pese a ser algo anunciado incluso por Borja Prado, presidente de Endesa, aún a día de hoy, un buen número de vecinos en Andorra -localidad de unos 8.000 habitantes- se resiste a creer que la central vaya a cerrar sus puertas para siempre.
"Nunca he trabajado en el sector de la extracción ni en el eléctrico, pero me siento un minero más", dice a EL ESPAÑOL Roberto Miguel, presidente de los empresarios de la comarca, "la mayoría de la gente de aquí se lo debemos todo al carbón".
Lo mismo ha sucedido en otros pueblos cercanos. "Es un mazazo, un varapalo tremendo", ha declarado al Heraldo de Aragón Joaquín Noé, minero de profesión y alcalde de Ariño, una aldea de 800 habitantes limítrofe con Andorra.
Fuera de los límites de la comarca, sin embargo, el cierre se daba por hecho desde hace meses, incluso años.
El pasado mes de febrero Endesa declaró que, si no había un cambio en la legislación, estaban prácticamente obligados a cerrar antes de 2020. No solamente la central andorrana, sino también las de Compostilla y Cubillos del Sil, en León.
En realidad, ese condicional no era tal, ya que en su Plan Estratégico 2017-2019, la compañía no contaba ya con invertir en estas centrales. Es más, en noviembre de 2014, la energética ya declaró haber aprovisionado 96 millones de euros "para el desmantelamiento de las centrales de carbón de Compostilla y Teruel".
Puede decirse que, quien quiso verlo venir, lo vio, pero en política, fingirse sorprendido da puntos. "A Enel no le importa hacer política de empleo en Italia generando paro en España; no le importa hacer política medioambiental en Italia a costa de hacer política de pérdida de competitividad en España", dijo el ministro de Industria y Energía Álvaro Nadal en respuesta parlamentaria a un parlamentario socialista, a quien reprochó que el gobierno de Zapatero intercediera para que Endesa terminara en manos italianas.
Por su parte, Javier Lambán, presidente de Aragón, pidió a Rajoy que "tome cartas en el asunto" y "asuma su responsabilidad" para evitar el anunciado cierre de la central.
¿Por qué se cierra la central?
Desde hace años, la Comisión Europea encarga al Joint Research Center (JRC) elaborar las mejores técnicas disponibles para todo tipo de sectores. Los científicos de esta institución, una de cuyas sedes está en Sevilla, calculan por ejemplo cuánto puede emitir una fábrica de papel, teniendo en cuenta que bajar mucho el límite significaría que muchas plantas tendrían que cerrar, especialmente en países de Europa del Este, pero bajarlo poco seguiría dañando al medio ambiente.
Entre 2006 y 2016, el JRC consultó a expertos en la industria, la academia o la política para elaborar el documento técnico para las Grandes Plantas de Combustión. Este documento, conocido como BREF, rebajó súbitamente los niveles aceptables de emisiones, y muchas centrales quedaron en fuera de juego. Entre ellas, la de Andorra.
Este BREF reemplaza los actuales niveles de la Directiva de Emisiones Industriales europea, que da cuatro años a todas las centrales para adaptarse a estos nuevos niveles de emisión. A raíz de esto, recientemente, un informe del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA) analizaba el futuro de las centrales de carbón en Europa bajo la nueva legislación. Su resumen: "Se avecinan tiempos duros".
El informe identifica 108 centrales térmicas que sobrepasan hasta en un 40% los niveles máximos de óxidos de nitrógeno y de azufre, establecidos por el BREF en 175 mg/Nm3 de óxidos de nitrógeno y entre 180 y 320 mg/Nm3 de óxidos de azufre. La mayor parte está en países como Polonia, República Checa, Bulgaria o Rumanía pero los países occidentales no se escapan. En total, 15 instalaciones españolas figuran en la lista.
Las emisiones de la planta turolense en 2014 superaban los límites de SOX establecidos en el BREF en un 917% y los de NOX en un 176%. Quizá por ello, se estimaba en unos 230 millones de euros la inversión necesaria para reconducir las emisiones de la Central Térmica Teruel. Lo mismo ocurre con la central leonesa de Anllares I, situada en Páramo del Sil y que superaba en un 1100% las emisiones máximas de dióxidos de azufre.
Que Enel supiera esto y no actuara en los últimos años supone, para Miguel, "una señal inequívoca de que no iban a invertir" en el futuro de la central.