Llega a España la maría sintética que causó un 'apocalipsis zombi' en Nueva York
Este cannabinoide sintético de última generación es, de acuerdo con la Guardia Civil, 80 veces más poderoso que la hierba tradicional.
5 mayo, 2017 01:34Noticias relacionadas
El pasado mes de abril, la Guardia Civil interceptó en el aeropuerto alicantino de El Altet unos paquetes de café procedentes de Hong Kong y dirigidos a un bar de ingleses de Campello, una localidad costera a unos 30 kilómetros de allí. Los envoltorios contenían, además de golosinas y el propio café, unos 12 kilogramos de una sustancia extraña.
Se trataba de un polvo comprimido que fue tildado por algunos medios de "hachís sintético" o "nuevo cannabis 80 veces más potente", debido a su aspecto y por contener varias sustancias químicas, entre ellas cannabinoides sintéticos de última generación, tan nuevos que ni siquiera aparecían tipificados en la lista de drogas conocidas por la Guardia Civil.
Dado el desconocimiento, los agentes enviaron el compuesto a la Sección de Inspección Farmacéutica y Control de Droga, dependiente de la Subdelegación del Gobierno en Alicante.
"Era como la leche que se le da a los bebés, un polvo que resultaba grumoso al tacto", explica a EL ESPAÑOL David Hermoso, de la Guardia Civil de Alicante. "Nosotros pillamos la droga en bruto, venía camuflada con café y otras cosas para difuminar el olor, y precintada".
Más que hachís, basado en resina, la droga interceptada se enviaba como polvo prensado. No estaba ideado, por tanto, para su consumo inmediato sino, según los agentes, para mezclarlo con agua y rociar cigarrillos o compuestos herbales -hierbas o flores secas- para elaborar cannabis sintético.
Otra alternativa para estos compuestos es disolverlos en propilenglicol, un alcohol incoloro e insípido que sirve de base para los cigarrillos electrónicos.
¿Qué contenía el paquete?
El mundo de las drogas sintéticas -de las que los cannabinoides representan una pequeña parte- evoluciona a tal velocidad que cualquier análisis está probablemente desfasado con respecto a la realidad.
La primera generación de estas sustancias que llegaron a España eran clones de dos compuestos, el JWH-018 y el JHW-073, que llevaban las iniciales de su inventor, John W. Huffman, profesor retirado de química orgánica en la Universidad de Clemson.
Como toda droga de síntesis, estos compuestos variaban continuamente de estructura molecular para no ser detectados, pero compartían una denominación común: unas siglas (pertenecientes a su descubridor o a la universidad donde se sintetizaron) y unos números, por ejemplo el HU-210 descubierto en la Hebrew University de Israel o el CP-47, donde CP corresponde a las siglas de Charles Pfizer, fundador de la farmacéutica homónima.
Todas estas sustancias estimulan los receptores CB1 del cerebro, exactamente igual que hace la marihuana. La principal diferencia es que el cannabis natural estimula los receptores sólo parcialmente, el sintético no tiene límite y puede llegar a causar la muerte al consumidor.
Desde enero de 2017, la legislación española recoge en el Boletín Oficial del Estado estos compuestos de forma genérica, y sólo menciona los de primera generación: JWH-018, JWH-073 y HU-210. En contraste, el Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías (EMCDDA) vigila actualmente unos 160 cannabinoides sintéticos.
Según ha podido saber EL ESPAÑOL, los cannabinoides que contenían esas bolsas eran, principalmente, AMB-FUBINACA y 5-F-ADB. El primero de ellos, aunque inédito en España, es responsable del llamado "apocalipsis zombi" que sucedió en Nueva York hace seis meses, en diciembre de 2016, cuando docenas de consumidores de una partida especialmente potente del compuesto sufrieron una sobredosis y se arrastraron por las calles de Brooklyn durante horas.
Por su parte, el 5-F-ABD está clasificado como uno de los cannabinoides sintéticos más potentes creados hasta la fecha. Tanto este compuesto de investigación como el AMB-FUBINACA están relacionados con la muerte de dos individuos en Estados Unidos: una mujer de 41 años, que se volvió extremadamente agresiva tras consumir una mezcla herbal con ABD-FUBINACA, compuesto farmacológicamente cercano al encontrado en Alicante, y sufrió una trombosis coronaria poco después. Por su parte, el 5-F-ABD provocó la muerte de un hombre de 34 años en Baton Rouge, Luisiana, en 2015. Fue encontrado sentado en una silla, completamente vestido y con una bolsa abierta de Apollo -un popurrí de hierbas al que habían añadido la droga- en el bolsillo.
"Un olor que mareaba"
Cuando los agentes de la Guardia Civil trasladaron la mercancía al laboratorio y abrieron los paquetes, un prominente olor los sorprendió. "Tuvimos que ponernos guantes y mascarilla del olor tan fuerte que desprendía", explica Hermoso, "era un olor que mareaba y todo, incluso nos costaba respirar".
El pedido procedía de Hong Kong, pero puede que este territorio soberano sólo fuera un sitio de paso y la droga hubiera sido creada en China, donde estas sustancias se están produciendo en masa. Según informó el gobierno chino en marzo, las aprehensiones de drogas sintéticas crecieron un 106% en 2016 con respecto al ejercicio anterior.
La última oleada de cannabinoides sintéticos se derivan de dos moléculas llamadas indol e indazol
La última oleada de nuevos cannabinoides son muy distintos: se derivan de dos moléculas, llamadas indol e indazol, hasta lograr elementos cannabimiméticos, que no tienen mucho que ver químicamente con el THC, principio activo del cannabis, pero son agonistas de los mismos receptores del cerebro.
En concreto, el compuesto de investigación ABD-FUBINACA y su familia fueron creados por la farmacéutica Pfizer en 2009 como derivados del indazol. Menos de cinco años después empezaron a aparecer por primera vez, ya como droga, en el mercado negro japonés. En enero de 2017, la DEA (Administración para el Control de Drogas) estadounidense propuso la inclusión de ambas moléculas en la lista de sustancias ilegales cuya importación está restringida.
Actualmente, España no permite la comercialización de estos compuestos como productos para consumo, aunque existe un cierto vacío legal que, en teoría, permite adquirirlos como productos químicos para investigación.
No lo hagan.