Nicolas Guéguen.

Nicolas Guéguen.

Ciencia

Ni las mujeres de rojo quieren sexo ni los hombres con guitarras seducen más: la caída del 'psicólogo de la atracción'

En los últimos años numerosos estudios de Nicolas Guéguen han sido retractados o puestos bajo sospecha.

Más información: James Heathers, el 'detective científico' que afirma que uno de cada siete estudios es falso

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Es muy probable que haya leído alguna vez una noticia (o al menos el titular) sobre un estudio que confirma que los hombres ven una mayor intención sexual en las mujeres que visten de rojo, o que aquellos que portan una guitarra son percibidos como más atractivos.

Son investigaciones que parecen confirmar nuestras intuiciones y validarlas científicamente. En una discusión sobre la guerra de sexos, sirve para sacarse de la manga una carta ganadora: "Lo dice un estudio".

Bueno, hay un problema. Una gran parte de esas investigaciones proceden de una sola persona. Y, además, son poco creíbles. Tanto que a su autor ya le han retractado una decena de ellas —cinco este mismo año— y hay serias dudas sobre otros 30.

Nicolas Guéguen es profesor de Psicología Social y Ciencias Cognitivas de la Universidad del Sur de Bretaña, en Francia. También es autor de varios libros, algunos de ellos sobre metodología de la investigación en Psicología. Otros, los más famosos, sobre la psicología de los consumidores, de la autoridad... Y de la seducción.

De hecho, sus investigaciones más famosas tienen que ver con la atracción sexual.

Por ejemplo, en un estudio de 2007 concluía que las mujeres con los pechos más grandes tenían más éxito haciendo autostop. Lo mismo le pasaba a las que tenían el pelo rubio, mostraba en uno de 2009.

La situación se repetía si nos trasladamos de la carretera a la discoteca: era más probable que las sacaran a bailar. Otros factores de atracción, según los trabajos de Guéguen, son vestir de rojo o ir maquilladas: las camareras que así lo hacían recibían más propinas.

En sus trabajos también se analizaba el contacto físico o visual, el uso de tacones o incluso se relacionaba uso de maquillaje y ciclo menstrual.

Estos resultados tan jugosos, que confirman nuestras creencias más morbosas (mucho menos atractivo es refutarlas), le hizo popular entre las secciones de ciencia de los periódicos a lo largo de la primera década y media del siglo XXI, no importa cuán prestigioso fuera el medio.

Pero la fama tiene su reverso: la popularidad de su trabajo hizo que más gente se fijara en el mismo.

Unos números demasiado perfectos

En 2017, dos expertos en integridad científica, Nick Brown y James Heathers, de la Universidad Linneo (Suecia), comenzaron a escudriñar el trabajo de Guéguen. Primero, por su fecundidad: publica 10 artículos o más al año (algunos de los últimos analizan cómo las personas reticentes a vacunarse de la Covid pueden hacerlo por amor, o cómo se relaciona el tipo de moto con la intención de su conductor de superar el límite de velocidad).

Segundo, porque sus conclusiones son categóricas. Normalmente, en psicología social el efecto de una variable es, en el mejor de los casos, sutil, y sin embargo los de Guéguen eran espectaculares, cercanos al 100%.

Como los propios autores señalaban, el efecto observado en sus estudios se parece más a un anuncio de productos de limpieza domésticos contra los gérmenes.

Fue al analizar los resultados estadísticos de sus trabajos cuando saltaron las alarmas. Por ejemplo, un estudio afirmaba que los hombres estaban más dispuestos a ayudar a una mujer si llevaba el pelo suelto que lo tenía recogido en un moño o coleta.

En la escala de medición de los resultados del estudio, las puntuaciones arrojadas eran extrañamente redondas: 2,8 para las mujeres de pelo suelto y 1,8 para las de pelo recogido. Hicieron los cálculos y observaron que la probabilidad de obtener esos datos con solo 30 participantes era de una entre más de 700.

Sus sospechas sobre este y otros estudios también abarcaban cuestiones éticas. Por ejemplo, en uno de ellos, se filmaba a mujeres a sus espaldas para que observadores masculinos calificaran su atractivo. En otro, se recogían los números de teléfono de las mujeres pero no se aclaraba qué hicieron con ellos una vez finalizado el trabajo.

Con estas y otras cuestiones, advirtieron a la Sociedad Psicológica Francesa sobre 10 artículos de Guéguen. Tanto la sociedad como los propios Brown y Heathers se pusieron en contacto con el investigador, que no respondió a los requerimientos y, cuando lo hizo, ofrecía unas respuestas vagas, que muchas veces no estaban relacionadas con las preguntas.

La Universidad de Rennes-2, a la que entonces estaba afiliado el psicólogo, inició una investigación y en 2019 lo absolvió de irregularidades. Sin embargo, las revistas que publicaron sus artículos han ido emitiendo 'expresiones de preocupación' (dudas sobre los resultados y las conclusiones) o, directamente, retractaciones (retirada del artículo; en la práctica, es admitir que no debería haberse publicado) desde entonces.

Ese mismo año, Archives of Sexual Behavior retiró un estudio sobre el mayor atractivo en mujeres que usan tacones después de que una investigación concluyera que había graves problemas metodológicos y errores en los análisis estadísticos.

En 2020, la revista Psychology of Music retractó el artículo que afirmaba que las mujeres se sentían más atraídas por hombres que portaba una guitarra. En 2022 se retiró su trabajo sobre la percepción por parte de los hombres de la "intención sexual" de las mujeres que visten de rojo.

En 2023, la revista Perceptual and Motor Skills emitió expresiones de preocupación sobre ocho artículos, entre ellos los que vinculaban el éxito haciendo autostop de las mujeres según el tamaño de sus pechos o el color de su pelo. Al año siguiente se añadieron cuatro artículos más bajo sospecha.

Ya en 2025, la misma revista ha decidido retractar cinco de los artículos. Nick Brown, en declaraciones al medio especializado en integridad científica Retraction Watch, apuntaba que "es claramente improbable que cualquiera de estos estudios pudiera haberse llevado a cabo tal y como se describe" y que es estos problemas se pueden extender a unos 100 estudios más del autor.

¿Fuimos engatusados por el 'psicólogo de la atracción'? José César Perales, psicólogo de la Universidad de Granada, apunta que áreas como la psicología social o del consumidor "despertaron mucho interés en ciertos medios (como The New York Times o The Atlantic), lo que llevó a algunos autores a tener una enorme popularidad, a participar en eventos con millones de visionados, a publicar libros superventas y a convertirse en estrellas mediáticas".

"En el fondo, la ciencia tiene incentivos sociales y económicos poderosos para publicar resultados del mayor impacto posible, y eso ha llevado a que la 'ciencia sexy', en buena medida, se impusiera sobre la 'ciencia rigurosa'", apunta a EL ESPAÑOL. "Y eso ha afectado a todas las ciencias, no solo a la Psicología".

Perales recuerda el caso de Diederik Stapel, un psicólogo social holandés que alcanzó la popularidad gracias a sus trabajos relacionando los entornos más sucios con mayores tendencias racistas o el consumo de carne con actitudes más egoístas, y que fue suspendido en 2011 por manipulación de datos.

Resultados llamativos aunque no sean correctos

De hecho, teorías que han ganado fama en los últimos años en la psicología social como el agotamiento del ego (la capacidad de autocontrol disminuye cuando nuestras energías son bajas) o el 'priming social' (la influencia que ejercen en nuestro comportamiento detalles sutiles, como volvernos más creativos solo con ver el logo de Apple) "han sido sometidas a un escrutinio parecido y su fiabilidad, o incluso su verosimilitud psicológica, son ahora muy cuestionadas".

No obstante, Perales apunta que no siempre hay un fraude o una mala intención por parte de los autores sino que se trata en muchas ocasiones de prácticas metodológicas habituales que hasta hace poco tiempo "toleraban un nivel de flexibilidad en los análisis y en la reformulación de hipótesis que facilitaban un sesgo de publicación importante".

También se refiere a ello el psicólogo Ramón Nogueras, que apunta que este tipo de autores "producen investigaciones muy de titulares, que pueden atraer montones de financiación (la psicología positiva es un ejemplo de ello) y, por esto, hay un incentivo enorme para presentar resultados muy llamativos, aunque no sean correctos".

En este marco, la repercusión mediática "facilita la obtención de fondos" pero Nogueras también responsabiliza a un sistema "que incentiva publicar a toda mecha, y solo publicar aquellos resultados que son llamativos, mientras que se castiga el publicar investigaciones con resultados no concluyentes".

Con todo, el psicólogo recuerda que la mala ciencia se hace en todos los campos y descubrir los resultados erróneos y fraudulentos al intentar replicarlos "es un componente esencial del devenir científico". Después de todo, "que un científico haga mala ciencia, ya sea por error o intencionalmente, no es un desprestigio para la totalidad del campo".