La gatita Wendy

La gatita Wendy

Zamora

La gatita Wendy es la segunda víctima mortal de la nueva ley de administración de antibióticos en veterinarias

El animal sufrió una grave infección durante un mes, en el que apenas pudo comer, y acabó muriendo por un fallo multiorgánico

Más información: Los veterinarios no pueden recetar antibióticos como antes: "Con la nueva normativa, un animal puede morir de infección"

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La pequeña gatita Wendy es la segunda víctima mortal en España por la aplicación del Real Decreto 666/2023. Y es que este prohíbe a los veterianos dispensar ciertos medicamentos sin antes pasar por un largo protocolo, que incluye realizar un antibiograma antes de aplicar antibióticos de cuarta línea y cuyos resultados pueden llegar a tardar hasta una semana.

Wendy se suma a la triste lista que inició Selva, una perrita gallega, que sufrió una mordedura de otro animal y que falleció con nueve años por una sepsis, mientras se le aplicaba un tratamiento insuficiente a la espera de los resultados de su cultivo. De esto hace ahora diez días, y hoy, 6 de marzo y después de una multitudinaria manifestación del sector veterinario ante la sede del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, se hace público el segundo fallecimiento por aplicación del conocido sistema Presvet.

Los centros veterinarios Vetoven, con sede en Benavente y Medina de Rioseco, se han puesto en contacto con EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León para denunciar públicamente lo sucedido con esta gata hace unos días. Leticia González, veterinaria y gerente de las clínicas, explica que la muerte de este pequeño animal era "evitable" de haber podido seguir con libertad su criterio médico.

Wendy era una gata de una colonia ubicada en Villanueva de la Condesa (Valladolid). Fue una vecina del municipio, que se dedica a cuidar dicho espacio y de alimentar a los gatos del lugar, quien acudió a Vetoven al detectar la visible y extendida infección que presentaba la gatita. 

Leticia González prodeció entonces a seguir el nuevo criterio establecido por el Real Decreto 666/2023, donde "solo pude prescribir antibióticos de primera línea", los que están permitidos sin cultivo ni antibiograma. "Yo ya sabía que no iban a curarle la infección, porque no son efectivos en casos de infección tan graves. Y es que Wendy presentaba una rinotraqueitis muy extendida, que ya afectaba a sus pulmones, ojos y vías respiratorias. 

Y como cabia esperar, dicha medicación tuvo "un efecto escaso o nulo en su tratamiento". Al tratarse de un animal de colonias, la persona que la había llevado a la clínica "no podía asumir el alto coste de pruebas adicionales", por lo que no se podía dar el siguiente paso hacia el cultivo que permitiera a la veterinaria prescribir antibióticos más potentes y específicos para la gatita.

Ante el empeoramiento del estado del animal, y después de días de agonía sin que la gata pudiera alimentarse, el equipo veterinario decidió hospitalizarla para administrarle marbofloxacino intravenoso, un antibiótico de cuarta línea que, "en su versión oral, solo puede ser prescrito con cultivo y antibiograma previo", explica Leticia González.

En un primer momento, Wendy presentó una mejoría que dio esperanzas al equipo veterinario. Pero desgraciadamente, el daño irreversible provocado "por la infección prolongada", provocó su muerte el pasado 2 de marzo "debido a fallos orgánicos en riñón e hígado".

Desde Vetoven denuncian que esta muerte podría haberse evitado si los profesionales veterinarios "tuvieran libertad" para prescribir antibióticos de eficacia comprobada en situaciones de urgencia. "Nos vemos atados de pies y manos", afirma esta veterinaria.

Leticia González insiste en que "los tiempos" son fundamentales en este tipo de casos y recuerda que no todos los propietarios de animales o quienes los cuidan por iniciativa propia "pueden permitirse los elevados costes de las pruebas obligatorias antes de iniciar un tratamiento efectivo".

Y es que el coste de un antibiograma ronda los 60-120 euros, a lo cual hay que sumar los antibióticos previos, que por fases los veterinarios tienen que ir "probando" antes de poder pasar a medicamentos de más alta escala. "Esto puede suponer unos 200 euros, cuando antes con 20-30 euros lo hacías", explica.

Leticia González transmite que muchos de los dueños que acuden a su clínica tienen "miedo" de no saber si podrán recetarle antibióticos a sus mascotas. "Dudan ya hasta de si los pueden desparasitar", incide. A lo cual se suma los muchos animales callejeros o que viven en los patios o fincas en las zonas rurales, que los vecinos cuidan, pero que "no pueden asumir los elevados costes" de este nuevo protocolo.

Esta profesional augura que la nueva normativa solo va a provocar "más muertes" y que el número de abandonos se multipliquen. "Este protocolo hace sufrir a los animales y a sus dueños, que lo van a notar mucho en sus bolsillos", indica. Lo cual puede provocar que algunos dueños decidan deshacerse de sus mascotas y quienes los cuidan en las calles dejen de hacerlo al no poderlo asumir.