Tras la enigmática sonrisa del Buda: ¿una filosofía o una religión?
De estudiar filosofía ser practicante activo de budismo, Jorge Bartolomé es un académico y budista de la corriente tibetana en Valladolid, en una de las regiones con menos centros activos
25 agosto, 2022 07:00Noticias relacionadas
En España nos es familiar esa imagen meditativa de un buda gordo, con los ojos almendrados, una mirada calmada y sonrisa enigmática. Pero a la hora de preguntarnos por qué es el budismo o cómo es el budista, surgen muchas más dudas, y con ellas, también la desinformación. Así lo comenta Jorge Bartolomé, académico-practicante del budismo tibetano, una de las corrientes existentes.
Este joven vallisoletano de 25 años estudió filosofía en la universidad tras lo cual decidió especializarse en el máster en Ciencias de las Religiones en la Universidad. Ahora está haciendo el doctorado en esta misma rama acerca de la filosofía budista. Por otra parte, es practicante de budismo tibetano y pertenece a la comunidad (sangha) de un monasterio de Galicia, en Ourense.
Al hablar de su perfil, es lo que puede llamarse académico-practicante en el ámbito americano. "Es un perfil de estudios en el que forma parte de tu vida personas y eso ayudas a incorporarlo al mundo académico", explica Bartolomé.
Pregunta: ¿Qué es el budismo? ¿Es una religión, una ética o una filosofía?
Respuesta: Es una pregunta difícil. Cuando te planteas qué es el budismo, te tienes que plantear primero qué significa el término budismo. Ese término en Asia no existe, es occidental, al igual que el término hinduismo, que busca de alguna manera abarcar el conjunto de corrientes con un origen común históricamente que es la vida del Buda y su origen. Pero al extenderse, comienza a ramificarse de formas muy diversas y al llegar a Occidente de otras aún más diversas. Así que este es como concepto, una construcción occidental.
Como realidad, en ocasiones tiene elementos más religiosos y en ocasiones elementos más filosóficos, no hay una separación, pero no cabría en ninguna de las dos categorías. No lo abarcan por completo ninguna, pero acercan al estudio.
P.: ¿Cómo puede explicarse la filosofía budista?
R.: En términos tradicionales, la explicación que se da es que cuando el Buda sale del palacio donde todo era placer y se va al ascetismo más ascético que puede haber y no encuentra respuesta ni en un lado hedonista ni en otro para aliviar el sufrimiento, elige la vía media. Que es el punto medio entre aquello que decide aceptar todo el placer del mundo y aquello que busca eliminar todos los estímulos del mundo.
P.: ¿Cómo descubrió el budismo?
R.: Yo estaba empezando la carrera, y empecé a estudiar las filosofías y religiones de Asia, a meterme dentro de ellas. En cierto momento, por x o por b, empecé a estudiar el taoísmo. El taoísmo y el budismo están como pegados, así que al final de uno pase a otro. Aunque en realidad hay muchas causas diferentes para lo que ahora mismo en mi vida es el budismo, más adelante descubrí el budismo tibetano y poco a poco se me fue revelando esa complejidad. Ha sido un aprendizaje gradual.
P.: ¿Por qué el budismo, ¿qué le llamó la atención de él?
R.: Digamos que el budismo al tener tantas corrientes y ser tan personal, en cierta manera te permite encontrar tu propio camino dentro de ellas. Según seas una persona más intelectual, te guste más estudiar o seas una persona que prefiere la tranquilidad, el concentrar tu mente; la variedad de técnicas y escuelas es enorme. Así que la facilidad para elegir hizo que, en su momento, buscando, encontrara la corriente que más iba con la búsqueda que yo estaba haciendo en ese momento.
P.: ¿Por qué se decidió por la corriente tibetana?
R.: El budismo tibetano es muy "barroco", tiene muchos elementos, como los visuales, se puede ver con los monjes en monasterios y tiene muchísimas técnicas. Digamos que deriva de la tradición que quedaba en la India antes de que desapareciera en el siglo XII o XIII. Pero los tibetanos lo continúan, así que tiene una variedad y una riqueza muy amplia. Se adaptaba más a mi perfil que es mucho más intelectual, más académico.
Ser un budista en Castilla y León
P.: ¿Cuál es su experiencia siendo practicante de budismo?
R.: Yo vengo de tradición católica, educado en un colegio católico y un contexto profundamente católico, por lo cual el ser budista dentro de este contexto es casi un estado perpetuo de aislamiento en términos de creencias. Es verdad que con Internet tienes contacto con la sangha, con la comunidad a que quieras pertenecer o tengas relación. Pero en general, es una situación muy solitaria.
Sobre todo, la experiencia vital varía dependiendo de la persona, pero en mi caso, establece unos márgenes muy claros para seguir adelante en mi día a día. Me permite saber cómo guiar mi vida de una manera muy crítica y comedida. Sobre todo, controlar la mente, que es una de las cosas más importantes. Ves como van descendiendo las emociones negativas que surgen de primeras, acaba siendo todo más armónico. Es un crecimiento de la armonía mental, cómo me relaciono con el contexto y un trabajo continuo que nunca cesa. El compromiso personal que hace falta muy grande.
P.: ¿Cómo es ser budista en Valladolid?
R.: Difícil, en Castilla y León en general es difícil. Dentro de las Comunidades de España, es de las que menos presencia activa del budismo. Tiene algunos centros en Valladolid, algunas cosas en Palencia o Ávila, pero no son muy activos, es a un nivel mucho más pequeño.
No es lo mismo que en Galicia, que tiene un monasterio muy activo en lo que es la difusión de enseñanzas y contacto con la sangha, en el sur también. También tiene que ver con que hay muy poco conocimiento de lo que es el budismo por parte de la gente de a pie, además hay una tradición cristiana muy arraigada.
P.: Viniendo de tradición cristiana, ¿cómo ha aceptado su familia que seas budista?
R.: Creo que es una conversación que no se ha tenido como tal. Digamos que mi familia cercana es católica, pero no es profusamente católica. Nunca llegamos a tener esa conversación porque en el momento en que yo puse un altar en mi habitación, la cosa estaba bastante clara.
En el momento en el que decidí en un viaje a Galicia que quería ir a visitar este monasterio, entendieron que en cierta manera tenía ya un compromiso para con lo que es el pensamiento budista. Cuando me vieron meditar, recitar mantras; comprendieron que ese fue mi contexto.
P.: ¿El budismo impide rendir culto con su familia?
R.: El problema del budismo es el cómo lo concibas. En realidad, es compatible con el festejo de situaciones familiares. De hecho, hay budistas que plantean que Cristo fue un ser iluminado, un ser que había alcanzado estados superiores, de esa manera puedes justificar celebrar su nacimiento en un contexto de armonía. No quita de que vivas tu contexto social, sino el prisma con el que lo vivas. El trabajo interior es exterior, y al final el exterior es social, por lo cual adaptarte al contexto sabiendo que tienes unos compromisos es una de las partes más importantes, sobre todo en lugares como Castilla y León, donde no hay un contexto tan abierto.
P.: ¿Qué prácticas se llevan a cabo siendo budista?
R.: En la tradición tibetana hay mucha variedad. En el budismo no es tanto como en el cristianismo, el judaísmo, el islam; que tienen unas prácticas comunes muy habituales y es mucho más comunitaria. En budismo hay prácticas comunitarias, pero la más importante es la personal.
Por ejemplo, una de las más importantes es el estudio porque es la clave para eliminar los oscurecimientos de la mente, todo aquello que la negativiza se elimina por medio de un conocimiento de cómo es la realidad. Luego hay prácticas mucho más físicas como las postraciones, en las que estiras tu cuerpo frente al altar para practicar, no una adoración, sino una humildad ante lo que simboliza ese Buda, esa iluminación que representa.
Las recitaciones de mantras son muy habituales, con lo que se llama el mala, parecido a un rosario, pero es más una especie de contador. Son frases con cierto significado sobre el que reflexionas para ir purificando tu mente, tus emociones. También recitaciones de textos y los vas leyendo en voz alta, si sabes la legua tradicional, el tibetano, o sino en traducciones. En el budismo se dice que hay que escuchar la enseñanza, estudiar la enseñanza y meditar sobre la enseñanza. Es una forma de ir interiorizando el texto de forma personal.
Hay una variedad muy amplia, casi siempre cada uno tiene su propia practica personal que incluye una meditación, mantras, recitaciones; un poco de todo esto en determinadas combinaciones.
P.: ¿Cuál es tu experiencia en templos budistas?
R.: Mi experiencia es limitada, quiero decir, en general he visitado el monasterio de Ourense y poco más. En general, los centros en España suelen estar muy alejados, lo que son templos grandes solo el monasterio que es uno de los más importantes por la información con un programa de estudios es único en Europa.
Mi experiencia es muy positiva, hay una atmósfera de comunidad, de objetivo común y sobre todo de ayuda. De ayudarse los unos a los otros, con una dinámica bastante positiva.
Los mitos y la capitalización del budismo
P.: ¿Cuáles son los mitos y estigmas de ser budista?
R.: Por un tubo. Tiene mitos y malinterpretaciones hasta en el ámbito académico. Al principio se empieza a estudiar en el siglo XIX, bajo un prisma colonialista; que se está intentando eliminar. Una muy a pie de calle es que es una filosofía de vida, concepto que no está muy claro, pero que le quita todos los elementos culturales.
También piensan que te pasas el día meditando, que creo que es el más extendido y es un mito enorme porque en realidad el trabajo mental en meditación es la parte más pequeña. Es una práctica en el día a día.
Entre otros, también la idea de que eres como muy "puro", muy sosegado, que no te puedes enfadar. No es cierto, somos humanos y por muchas creencias que tengamos, seguimos teniendo fallos, errores. La idea de que somos ese Buda.
Además, la imagen que tenemos del Buda gordo, en realidad no lo es, es una imagen china, que no es cierta. Es el objetivo; no puede evitarte el mal día, la idea es que sea algo que le afecte como para calar en su contexto social. La idea es mantener lo que se llama la paciencia, que es la capacidad de controlar tus emociones, aunque no significa que no lo vayas a hacer.
P.: ¿Es el budismo machista?
R.: Hay que entender que el budismo al igual que el resto de las religiones, filosofías, no ha sido estático a lo largo del tiempo, ha evolucionado la tradición. Hoy en día hay dos dinámicas, una más tradicional que establece un lugar para las mujeres más bien en lo que son los monjes. Se dice que el Buda estableció la comunidad monástica tanto para hombres como para mujeres, pero a lo largo de los siglos se perdió la rama femenina quedando dos o tres linajes. Cada una tiene su linaje, su rama.
Con lo cual, hay un problema con las monjas para ordenarse completamente. Hay dos ordenaciones, la primera es la incompleta y la segunda es la completa, con 300 y pico votos. El problema es que una rama acepte a otra rama, por lo cual la mujer ha tenido una situación dentro de los monasterios de inferioridad, porque cierta parte solo se puede estudiar con la ordenación completa.
Con los años, el budismo va avanzando, se han producido ordenaciones femeninas, que han permitido adaptar la ordenación. Además, también se eliminó ese requisito para que las mujeres pudieran obtener el grado de gueshema, así que el budismo va avanzado.
P.: ¿Cree que se utiliza el budismo como marketing para otras prácticas como el yoga o el mindfulness?
R.: La recepción que ha tenido Occidente del budismo ha sido en el siglo XX, que es el gran desarrollo del capitalismo, y ha dado lugar a cosas muy curiosas como es un libro sobre budismo en la empresa, por ejemplo. También la técnica del mindfulness que tiene cierto valor dentro de la psicología, y de alguna manera benefician a algunas personas, pero su uso es poco ético. Se está convirtiendo en un utilitarismo como esta sucediendo con el resto de los elementos sociales y culturales que importamos, rozando límites muy curiosos.
Por ejemplo, del ideal de la compasión que permite alcanzar la felicidad y transportarla a los demás, sino una resiliencia que le permite a uno superar las dificultades y ser más eficiente y fuerte en el contexto.