Penalización a los granjeros de ‘Pesadilla en El Paraíso’ por comerse el pienso de los animales

Este jueves se celebró la primera gala de Pesadilla en El Paraíso, en la que la examiga de Isabel Pantoja Begoña Gutiérrez se convirtió en la primera expulsada de la edición, y que dejó a Kiko Jiménez y Maite Galdeano, yerno y suegra, en la cuerda floja para salir la próxima semana.

Uno de los temas que se trataron ayer es cómo el hambre está apretando entre los participantes, y cómo habían tenido que ingeniárselas ante la escasez de comida. En un momento dado, Nagore Robles, quien conduce el programa desde la propia granja andaluza donde se desarrolla la acción, les pidió que prestasen toda su atención, pues tenía algo importante que anunciar.

“Desde que llegamos os hemos dejado bien claro que los animales son vuestra prioridad. Tienen que comer mejor que vosotros y lo cierto es que os hemos pillado”, avanzaba la que fuese ganadora de Acorralados. Y es que el programa había sido testigo de cómo los concursantes saqueaban las cuadras con tal de llenar el estómago. “Habéis cruzado los límites. No podéis comer el pienso de los animales. Si lo hacéis, se lo estáis quitando a ellos”.

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Como es habitual en este tipo de formatos, saltarse las normas tuvo un castigo. “Hasta nueva orden, en El Paraíso no habrá agua caliente. Espero que recapacitéis con esta medida y que esto no vuelva a ocurrir”.

Maite Galdeano, mordida por un cerdo

No es el único disgusto que han tenido los granjeros en relación con los animales, y es que Maite Galdeano sufrió la mordedura de un cerdo. La madre de Sofía Suescun presumía de ser “la elegida de Dios”, y que por esta razón los animales no podrían morderla. “Maite, que te va a morder y que te va a dejar sin mano”, la advertía José Antonio Avilés.

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Después de hablar con los cerdos un rato, y animada por el guardés, acabó metiéndose dentro del recinto donde están estos animales, donde siguió dirigiéndose a ellos como si fuesen personas, y presumiendo de no tenerles miedo. “Hola, está aquí mamá, está aquí la elegida de Dios”, le decía a los cerdos.

En un momento dado pegó un grito de dolor, y su actitud fue completamente la opuesta hasta entonces. “Corre, llama al médico”, pidió. “Fue sentir un tenedor que atravesaba toda mi pierna, de verdad pensé que me faltaba un cacho”, explicaba más tarde, en un confesionario. Por suerte, solo acabó con un hematoma en la pierna.