Si fueras perro ¿cómo preferirías llamarte? ¿Algo clásico tipo Toby, Fido o Flopi? ¿Quizá un nombre más descriptivo como Huesos, Greñas, Pecas, Pelusa? ¿De la familia de las especias, tipo Pimienta, Perejil o Comino? ¿O con un apelativo más sexy, como Golfo, Brutus, Trompa? ¿Y qué tal Don Can? No es esta una pregunta baladí, sino un asunto en el que hay que pensar detenidamente si pensamos en trocar la identidad humana por la canina (cosa que ocurre mucho más de lo que creemos, y no sólo en la clase política).
Los humanos-perros siempre existieron, pero se han popularizado cuando Internet permitió que quienes practican esta clase de fetichismo puedan estar en contacto, conocerse y salir al parque a pasear, eso sí, bien sujetos por sus amos. Se trata de todo un estilo de vida que incluye indumentaria perruna, ya sea pantalón corto o faldita plisada, bozal con orejas, cuatro pezuñas y, por supuesto, rabo con un extremo insertado en el ano para que quede más natural. Todos estos elementos han de ser de cuero o látex, sin olvidarnos del collarín con tachuelas y la correa. El hueso es opcional, lo mismo que la pelotita de goma.
Dentro de esta curiosa comunidad existen dos roles: el del amo y el de la mascota. Hay más mascotas que amos, así que se dan con relativa frecuencia casos de humanos-perros extraviados que no logran encontrar pareja. De ahí los aullidos desconsolados en la Red. Ahora bien, si llega a producirse el feliz encuentro, ambos se implicarán en tener una relación estable y, para demostrarlo, el amo pondrá una placa en el collar de su perro, con su nombre y sus datos, como si de una alianza matrimonial se tratara. Quizá pronto reivindiquen la posibilidad de acoplarles un microchip en la oreja, aunque imagino que la Asociación de Veterinarios Españoles se resistirá como gato panza arriba.
Una vez resueltos todos estos aspectos formales, los amos y sus mascotas se encontrarán en el parque, en la playa o en alguna fiesta privada. Allí, los canes más dóciles correrán, ladrarán, levantarán la pata contra un árbol, y los más desobedientes recibirán azotes agachando las orejas y moviendo el rabo en señal de agradecimiento. Un planazo. ¿Alguien quiere ser mi perro? A mí me encantan los chihuahuas.