En medio del relativo shock que ha suscitado el -intuido- aplazamiento de la cena de Fogueres en Nadal, se ha destilado en los últimos días otra noticia que, pese a haber pasado desapercibida, surge como muestra de especial sensibilidad institucional hacia el colectivo más perjudicado por la ausencia de nuestras fiestas en 2020 y 2021; sus artistas.
Hablamos de la línea de actuación establecida por parte de la Diputación Provincial de Alicante que preside Carlos Mazón hacia nuestro Gremio de Artistas, destinando una importante dotación de 370.000 euros para que sus componentes realicen motivos navideños instalados en diferentes localidades de la provincia.
Todo ello, como fruto del acuerdo establecido entre el Gremio que encabeza Joaquín Rubio, y la vicepresidenta y Diputada de Cultura del organismo provincial, Julia Parra, acordándose la creación de obras decorativas en cuarenta poblaciones y entes locales de nuestro mapa provincial, fundamentalmente para núcleos de menos de cinco mil habitantes.
La idea resulta valiosa a varios niveles. En primer lugar, al acudir en ayuda de un sector especialmente castigado, al tiempo que el más importante para la identidad de nuestras fiestas. Pero, además, brinda una puerta abierta a esa necesaria reinvención de esta profesión, en la que se temen tiempos sombríos.
La oportunidad de ofrecer su profesionalidad, esta vez no para el fuego, sino para alegrar y ornamentar estas tradicionales celebraciones en nuestras poblaciones, supone ofrecer nuevos alicientes a nuestro arte efímero, que lucha por mantener su peso específico.
Uno quizá hubiera apostado por aprovechar esta valiosa sugerencia, para posibilitar una ‘siembra’ e imitar aspectos de la iniciativa paralela establecida en la Diputación de Valencia, permitiendo la plantà de pequeñas hogueras en algunos de estos pueblos. Quién sabe si con ello se hubiera fomentado la implantación de fiestas del fuego en ciertas de estas poblaciones, como ha sucedido en algún caso en nuestra provincia vecina.
Sea como fuere, y dada la aceptación albergada, la intención del órgano provincial es mantener estas ayudas el próximo año. Ello proporcionará un plus de seguridad laboral y económica a nuestros artistas. Pero, sobre todo les va a permitir abrir su abanico de actividades, ratificando el hecho de que una profesión tan genuina en la Comunidad Valenciana, alberga bastantes más posibilidades que la primordial de realizar obras para ser quemadas ritualmente.
Conviene evocar que mucho antes de consolidarse la profesión de artistas falleros -y de surgir nuestra derivación alicantina-, en nuestras tierras existían desde tiempos muy lejanos profesionales encargados de realizar carrozas, arcos triunfales y todo tipo de escenografías efímeras, como directas herederas de un barroco tardío. Y es que este actual aggiornamento gremial, en el fondo, no supone más que una actualizada vuelta a sus orígenes.
No conviene tampoco olvidar las ayudas que el pasado junio brindó el Ayuntamiento de Alicante, contratando la realización de diversos ninots alegóricos ubicados en contenedores de vidrio estratégicamente situados en la ciudad, e intentando ofrecer cierta presencia de arte efímero ante la ausencia de nuestras fiestas. Algo que se ha prolongado en fechas recientes, con el encargo de diversas escenografías navideñas.
Intentos para paliar una crisis que, pese a todo, se va a extender al conjunto del arte efímero valenciano. La ya percibida subida de materiales, o la previsible merma en la inversión en numerosas comisiones conforman un coctel explosivo, bajo el que pende una espada de Damocles, que esperemos se pueda sortear. Ya veremos.