
O Marisquiño.
O Marisquiño cumple 25 años: Así se convirtió Vigo en un referente de la cultura y el deporte urbano
Un evento que comenzó como un campeonato local en O Castro, hoy se ha convertido en uno de los más importantes de la ciudad, abarcando cada año más espacios y pasando de aquellos 200 espectadores de 2001 a los más de 150.000
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El skatepark de O Castro, en Vigo, acogió en 2001 un evento local convertido en campeonato de skate de la ciudad; se convirtiró, en sus dos primeras ediciones, en un encuentro de la escena gallega que reunió a 200 personas de público.
A principios de este siglo, el skate en Vigo era una actividad undergrown, asociada al punk y al hip hop, alejada de los grandes circuitos. "Era difícil empezar porque partías del término skate, que no era tan habitual; para vender el evento tenías que explicar qué era aquello, un campeonato de chicos y chicas haciendo cosas con skates", explica Carlos Domínguez, Pity, fundador e ideólogo de O Marisquiño.
"Ese es el gran cambio de esos 25 años, que pasaron de ser considerados un juego a ser deportes que hoy en día muchos son olímpicos", resume Pity. "Ese proceso hubo que vivirlo para saber cuál ha sido la evolución", añade.
Como este hay más ejemplos; y es que en 2004, se integró el grafiti, con las consiguientes trabas por incluir en la programación "a esos vándalos", cuando hoy los artistas urbanos son de los más cotizados y sus diseños pueblan fachadas antes abandonadas en las ciudades. Una época pasada en la que internet no marcaba las relaciones y las presentaciones de los proyectos se hacían en formato físico. Aquí, también O Marisquiño se adelantó a su tiempo, con aquellos embriones de las redes sociales como fueron el Fotolog y MySpace.
Samil y el puerto de Vigo, siguientes escenarios
Ya desde sus inicios, O Marisquiño mostró los que serían rasgos de su personalidad como festival; entre ellos, un espíritu nómada que los llevó, en su tercera edición, a mudarse a Samil. A la orilla del mar, el evento fue creciendo, con la incorporación del break y la música, en 2005 y 2006, respectivamente. En 2007 interviene la figura del hoy alcalde, Abel Caballero, en aquellos momentos presidente de la Autoridad Portuaria; con él, se mudan de nuevo, en este caso al entorno del Náutico, donde siguieron creciendo con BMX y Flatland el año siguiente y el descenso desde O Castro en 2009.
Estos primeros 9 años, Pity los desgrana en dos fases del festival: unos inicios de "azar e improvisación", con un crecimiento de O Marisquiño que era orgánico, pero que carecía de "plan estratégico": "No sabíamos ni dónde estábamos ni qué hacíamos ni qué queríamos", sentencia. Y una segunda fase donde se da orden a ese crecimiento y se responden esas preguntas, aunque con unas líneas de actuación "mentales", sin plasmarse en un documento.
Un caos perfectamente organizado
Destaca también la llegada del BMX y el descenso urbano porque permitió abrir el festival a otros rincones de la ciudad, una expansión que no era fácil porque "aún no era muy conocido". En resumen, un paso adelante en la profesionalización de cada uno de los que participaba en la organización del evento.
De hecho, Pity señala una anécdota con relación a ese primer descenso urbano. Guillermo Janeiro, experto en enduro y responsable de esa actividad de O Marisquiño, cuando revisaron el trayecto desde O Castro hasta el mar, pasando por zonas del Casco Vello que antes era poco accesibles y a las que seguramente el festival ayudó a cambiar, le espetó: "Estoy sorprendido, porque esto es un caos perfectamente organizado". Una definición que Pity abrazó: "Éramos un grupo de amigos que trabajábamos juntos, no había un organigrama".
Más profesionales y más internacionales
A partir de 2010, O Marisquiño comienza a mirar hacia fuera: el gran objetivo es la internacionalización, y para ello es básico la consecución de la celebración de campeonatos del mundo. El World Cup Skateboarding y más tarde el reconocimiento de la FIBA al 3x3 de basket refrendarán la apuesta de Pity y su equipo: "Es un sello de calidad tener campeonatos del mundo, y son los deportisttas los que certifican y comunican que se está haciendo algo bien aquí".
En 2015 llega la profesionalización, con un organigrama y una estructura departamental; además, aparecen los embajadores, por lo que se crea un vínculo especial con los deportistas, que ayuda a que la marca se extienda y se relacione con la calidad de la competición.
Desde 2021 hasta esta edición, el enfoque ha sido más social, aunque Pity valora que siempre ha existido, aunque no se "presumía" de los resultados. El skate adaptado de la edición de 2024 es un buen ejemplo de la mirada a la integración a través del deporte del festival. Además, también han sido precursores en valores que hoy parecen irrenunciables, como la gran presencia de deportistas femeninas; el campeonato del Marisquiño de skate es el que tiene más inscritas del mundo.
Dos crisis afrontadas y superadas
Cada año, se presenta el reto de organizar el festival apoyándose en 3 pilares económicos: la inversión privada, las ayudas públicas de las instituciones y los recursos propios; en esta edición, el presupuesto se acerca a los 2 millones de euros, y más de 1,3 millones llegan desde el Concello de Vigo.
Pero también hubo retos puntuales, especialmente en dos años muy seguidos. En 2018, el accidente que dejó 377 heridos tras desplomarse una de las zonas del Paseo de las Avenidas, un momento que pudo terminar en tragedia pero del que el festival fue capaz de levantarse y borrar paulatinamente de la memoria colectiva, dejando sólo la huella de un compendio de mala suerte y responsabilidades ajenas a la organización.
En 2020, la llegada de la pandemia. O Marisquiño fue el primer festival que canceló su actividad: "Fuimos responsables para que el visitante no gastase el dinero en billetes de avión y hoteles, y también los deportistas no bloqueasen esas fechas, con los gastos que supone. Era un cara o cruz", explica Pity. Sabían que era hora de "pecar de responsables", a pesar de las "pérdidas enormes" que supuso.
La importancia de la imagen de Vigo
En 2022, haciendo gala de ese ADN nómada e inconformista, O Marisquiño volvió a incluir a Samil en su mapa y un año después lo consolidó como el espacio dónde transcurría la mayor parte de la acción.
"Buscamos ubicacicones que fuesen un reflejo de la imagen que queríamos transmitir de la ciudad", comenta Pity, que incide en el uso del dinero público que reciben. "Hacemos un uso responsable de las subvenciones, no es cobrarla y justificarla, es algo más", avanza, ya que considera que tienen "una misión en cuanto al retorno económico directo con la gente que viene al evento y otra no tangible, que es la imagen de la ciudad".
"Vigo está en una fase de reconversión y consolidación del turismo", considera el organizador de O Marisquiño, por lo que desde el festival quisieron ser "parte activa", por ejemplo, llevando a los deportistas más consolidados a visitar las Cíes, para que ellos comunicasen para dar "visibilidad fuera a Vigo".
Además de estampas impresionantes de la ciudad, O Marisquiño ha dejado otras imágenes para la historia, como las que protagoniza el alcalde en el arranque de cada edición, que se hacen virales al instante.
A falta de unos meses para la 25 edición de O Marisquiño, Pity ya traza la estrategia para los próximos 5 años: "Buscar el liderazgo mundial". Pero antes, la celebración del cuarto de siglo de un evento que comenzó con 200 espectadores y hoy supera los 150.000, dejará un Marisquiño de mayores dimensiones, con mayor programación y nuevos deportes.