La Fresneda: el pueblito de la provincia de Teruel ideal para una escapada en Semana Santa
En este pueblo del Matarraña se encuentra El Convent 1613, uno de los lugares donde mejor se come de toda España según Karlos Arguiñano.
19 marzo, 2024 17:18En el Bajo Aragón se vive una Semana Santa de enorme simbolismo que alcanza su máximo exponente en la "rompida de la hora" de Calanda. Una excusa perfecta para escaparse a Teruel y alojarse en la considerada como la 'Toscana española', apodo con el que se conocen los dieciocho pueblos de la comarca de Matarraña.
Patrimonio cultural, gastronómico y de eternos paisajes naturales repletos de viñedos y campos de olivos, cualquiera de sus pueblos es un destino ideal para una escapada en Semana Santa. El más conocido puede ser Valderrobres, capital de la región de la que destaca su imponente castillo, pero el Matarraña esconde joyas que fascinan a quienes las descubren.
Es el caso de La Fresneda, un pequeño pueblo situado en la ladera de un pequeño cerro rocoso que parece salido de un cuento. Son paradas obligatorias la visita a los restos de su antiguo castillo, un paseo por la Plaza Mayor, uno de los conjuntos arquitectónicos más bellos de toda la región, con un Ayuntamiento del siglo XVI de estilo gótico-renacentista, el Palacio de la Encomienda o el Convent, un antiguo convento reconvertido en hotel-restaurante que se ha convertido en uno de sus reclamos más populares desde que Karlos Arguiñano lo etiquetó como uno de los lugares donde mejor se come de toda España.
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El restaurante favorito de Karlos Arguiñano
El convento en el que se encuentra el hotel restaurante El Convent fue construido en 1613. "Tras decenas de lustros, lo que antaño fueran capillas de adoración y presbiterios, se habían acabado transformando en establos y corrales, y los claustros y jardines, en huertos y cultivos", explican sus propietarios.
Unos regentes que se describen como "una familia del Matarraña que el año 1999 decidió cambiar el destino de sus vidas y emprender una nueva y arriesgada aventura". El convento llegó a la vida de Mariano, Ignacia, Ana Marta, Elena, Sara y Diana porque un antepasado lo adquirió poco antes de la Segunda República, sobre 1930.
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Desde entonces, ha ido pasando de abuelos a padres, y de padres a hijos, hasta que llegó un día en el que el convento "reclamó reabrirse paso en la historia, y fue capaz de revelar a Mariano y a Ignacia que debía volver a la vida, que debía resurgir de sus restos para alzarse orgulloso a un nuevo designio", relatan en su página web.
En la actualidad, y aunque algunos les trataron de locos al iniciar el proyecto, El Convent 1613 se ha convertido en lugar de referencia para los amantes de la cocina. Nada menos que Karlos Arguiñano lo nombró como uno de los lugares donde mejor se come de toda España.
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La relación del cocinero vasco con El Convent se remonta a 2011. En un viaje al circuito de Motorland, en Alcañiz, para presenciar las carreras del GP de Aragón, alguien le aconsejó que se acercara La Fresneda, a solo 20 kilómetros de distancia, para cenar en El Convent. "Antes de sentarse a la mesa ya dijo que en la próxima carrera se quedaría aquí a dormir, y a partir de entonces siempre vino", contaban las propietarias del establecimiento al Heraldo de Aragón en diciembre de 2020.
El restaurante de El Convent 1613 está distribuido alrededor de un patio acristalado y propone platos de cocina local a la carta acompañada por una amplia bodega amplia. Gastronomía tradicional elaborada con hortalizas del huerto, pescado del Mediterráneo y carne de la zona a precios asequibles.
La ruta de las cárceles
La Fresneda también forma parte de la ruta de las cárceles. Un recorrido cultural por las antiguas mazmorras de la comarca en la que se incluyen varias localidades del Matarraña: Cretas, Fórnoles, Mazaleón, Monroyo, Ráfales, Torre de Arcas, Torre del Compte, Valderrobres (declarada Bien de Interés Cultural en 1982), Calaceite, Peñarroya de Tastavins, La Fresneda y Fuentespalda.
Espacios carcelarios de los siglos XVI y XVIII que, en el caso de La Fresneda, cuenta con dos zonas carcelarias. Una en la calle Mayor, a la que se llevaba a los presos más humildes para meterlos en un pozo. Otra en el Ayuntamiento, más amplia y en mejores condiciones que la primera para aquellos con más 'posibles'.
Las visitas dependen de la oficina de Turismo local y, en algunos casos, es necesario llamar antes para concertar cita previa.