Crítica: 'Beckett' (Netflix), las vacaciones griegas de pesadilla y conspiración de John David Washington
La plataforma estrena la segunda película como director de Ferdinando Cito Filomarino, la mano derecha de Luca Guadagnino, después de pasar por el Festival de Locarno.
12 agosto, 2021 19:18Noticias relacionadas
Netflix estrena la segunda película como director de Ferdinando Cito Filomarino, mano derecha de Luca Guadagnino, después de pasar por el Festival de Locarno. Beckett es una atípica elección para inaugurar uno de los últimos bastiones del cine de autor en todo el mundo. El thriller protagonizado por John David Washington (Tenet) también es un movimiento sorprendente en la carrera del director de una ópera prima (Antonia, un recorrido por los últimos años de la poeta italiana Antonia Pozzi) que nada se asemeja a su nuevo trabajo.
Beckett y April (una infrautilizada Alicia Vikander que demuestra una vez más que ganar un Oscar no tiene por qué favorecer la carrera de un actor) son una pareja de estadounidenses que pasan unas vacaciones en Grecia. Su idílica escapada se frustra cuando un brutal accidente convierte al taciturno Beckett en protagonista involuntario de una persecución sin tregua por un paradisiaco y potencialmente letal país que está viviendo su propia pesadilla.
El nuevo estreno de Netflix es una prima lejana de estupendos thrillers como El fugitivo, El caso Bourne y La tapadera. Como la película de Filomarino, detrás de sus respectivos artificios, todas cuentan una historia similar: la lucha por sobrevivir y destapar la verdad de un hombre misterioso y atrapado en una conspiración que no alcanza a comprender y puede costarle la vida.
Todas comparten también otro elemento clave: la conexión del espectador con ellas depende de la relación que la audiencia estable con su héroe (a su pesar) protagonista. Y, digámoslo ya, John David Washington no tiene el carisma de Tom Cruise y Harrison Ford, ni la versatilidad de Matt Damon.
Durante el último lustro, Hollywood ha intentando desesperadamente convertir en una estrella al hijo de Denzel Washington con papeles de lucimiento en algunos de los títulos más comentados de los últimos años. Fue el Protagonista de Tenet, el pionero policía negro que intentaba acabar con un grupo de racistas en Infiltrados en el Kkklan y el prometedor director que esperaba las críticas de su debut en Malcolm & Marie. En todas ellas, sin embargo, fue devorado en la pantalla por sus compañeros de escena: Robert Pattinson, Adam Driver y Zendaya.
Es muy posible que Washington se acabe convirtiendo en un intérprete notable con el paso de los años, pero no todos los buenos actores son capaces de ser estrellas y cargar sobre sus hombres con el peso de una película. Y en el caso de una propuesta como Beckett, donde su protagonista se pasa en pantalla el 95% del tiempo, eso es un problema.
Washington se entrega físicamente a un personaje que pasa por todo tipo de situaciones (algunas de ellas a punto de cruzar la línea roja de verosimilitud, como ese salto a un coche que parece sacado de una aventura de la saga 007) en los poco más de 100 minutos que dura Beckett, pero es incapaz de insuflar emoción y personalidad a alguien que está constantemente al borde de un precipicio. Literal y metafóricamente hablando. Además, la peripecia del hombre que debe dejar a un lado un luto paralizante si quiere sobrevivir aparecía ya en el thriller de Andrew Davis, una obra maestra del género que recibió una histórica nominación al Oscar a la mejor película en 1993.
Tampoco es la primera vez que el cine de Hollywood juega con la pesadillesca fantasía de lo que pasa cuando un ciudadano norteamericano corriente queda atrapado en un país ajeno, hostil y con una idiosincrasia que no entiende. De las desventuras de Richard Gere en El laberinto rojo a las accidentadas vacaciones de Kate Beckinsale y Claire Danes en Sueños rotos, el tópico del americano en apuros que cree que la embajada de su país es su única posibilidad de salir con vida es un socorrido recurso del género.
La decisión de anclar la historia del privilegiado turista en una Grecia asfixiada por los recortes internacionales es una de las ideas más interesantes detrás de Beckett. Desgraciadamente, el guion abandona las complejidades del relato (dando más peso al familiar personaje de Boyd Holbrook en detrimento de las activistas que podrían ayudar a expandir los claroscuros sociopolíticos de la nueva Grecia) y la dirección de fotografía de Sayombhu Mukdeeprom tampoco parece demasiado interesada en explotar los salvajes escenarios del país heleno.
El último estreno veraniego de Netflix es un thriller funcional que queda lastrado por su falta y de personalidad, delante y detrás de las cámaras. Te arreglará la tarde, pero al día siguiente habrá desaparecido de tu cabeza.
'Beckett' se estrena en Netflix el 13 de agosto.
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