Estoy empezando a crear una fórmula matemática con las series españolas de Netflix. Su calidad será inversamente proporcional a la cantidad de promoción que le dediquen. Sí, es una exageración, pero no deja de sorprenderme que mientras nos avasallaron con lonas de Sky Rojo y Jaguar, y con una campaña de promoción digna de cualquier superproducción de Hollywood, luego dejen en la estacada otros productos mucho más interesantes. A veces hay suerte, y aunque no se les dedique mucha maquinaria de márketing, hay productos estupendos a los que el boca a boca rescata.
Pocos se enteraron de que ¿Dónde está Marta?, el true crime sobre Marta del Castillo, se estrenaba. Sin embargo, desde entonces ha ido subiendo y subiendo en el top ten de la plataforma en España hasta estar en el segundo puesto. O fenómenos como Unorthodox o la más reciente La asistenta, que con la mitad de esfuerzo en entrevistas, medios y redes han logrado ser auténticos pelotazos. De hecho, esta última está entre las series más vistas de toda la historia de la plataforma según los últimos datos ofrecidos.
Todo esto me ha venido a la mente por El tiempo que te doy, la serie creada por Nadia de Santiago y protagonizada por ella y por Álvaro Cervantes. Un descubrimiento que es un retrato realista, hermoso y doloroso de las relaciones modernas, con dos intérpretes jóvenes pletóricos y un artefacto narrativo que funciona y que suena nuevo en el espectador. Capítulos de 11 minutos donde cada vez se dedica más tiempo al presente y menos al pasado. Un juego narrativo como metáfora de la relación que acaba. Es una serie pequeña, que no tiene la ambición de una superproducción, y que sin embargo es la mejor serie española que ha estrenado Netflix. Puede que con bastante diferencia.
Lo que no entiendo es como a una serie tan estupenda no se le ha dedicado ni la mitad de esfuerzo promocional que a sus otras grandes apuestas. Ni lonas en Sol, ni portadas en las grandes revistas, ni desembarco en youtube con vídeos que luego cuelgan en redes. Nada. Unas entrevistas en los medios -un mes antres del estreno- y unas grandes críticas. Demasiado poco para la serie. No me puedo creer que no supieran que tenían entre manos una pequeña joya que merecían cuidar. En este caso parece que la serie no ha tenido ni tiempo para el boca a boca, ya que sólo ha estado nueve días en el ranking que se puede ver en FlixPatrol.
Siguiendo con las metáforas facilonas de fórmulas matemáticas, la promoción no puede ser directamente proporcional al tamaño de la producción. Si es así, sólo la nueva temporada de La casa de papel, o la nueva película con Ryan Reynolds y Gal Gadot llegará a los ojos de todo el mundo. Es cierto que tienen tal cantidad de producción original a nivel mundial que es imposible centrarse en todos, pero al menos en el territorio donde se han producido deberían mimar aquellas que encima han salido bien.
El caso de El tiempo que te doy tiene otro problema. Netflix acaba de anunciar a bombo y platillo el lanzamiento de una página web en la que cada martes publicará listas mundiales y de 90 países de los títulos más populares de su servicio, con la gran novedad de que para estos listados se tiene en cuenta el número total de horas vistas y no los polémicos al menos 2 minutos de visionado. Malas noticias para una serie cuyos episodios duran 11 minutos y cuya duración total son dos capítulos de La casa de papel.
Parece que sólo existieran dos tipos de ficciones para Netflix. Las grandes producciones que están hasta en la sopa a nivel promocional, y aquellas hechas para ganar el prestigio de la crítica y de los premios. Todo lo que queda en medio está en un terreno de nadie que se la juega al buen boca a boca o a aparecer en el top ten de su interfaz e intentar sacar cabeza entre las decenas de nuevos títulos que llegan cada día. Por supuesto que hay que celebrar que Netflix haya producido una serie como El tiempo que te doy, pero también debemos pedir que no la abandone a su suerte una vez termine.