Era 1985. Tan sólo habían pasado tres años desde que la familia Álvarez Mezquíriz adquiriera las bodegas Vega Sicilia y el pater familias, David Álvarez, le encomendó una misión a uno de sus seis vástagos. “Pablo, tienes que ocuparte de las bodegas”, le dijo. Él, un joven abogado que apenas había superado la treintena, asumió el reto y desde entonces es el máximo responsable de las bodegas familiares, aunque no el único propietario.
Bajo su mandato, tanto las bodegas Vega Sicilia como sus hermanas menores –Alión, Tokaj-Oremus, Pintia y Macán– no han hecho más que crecer hasta el punto de que este 2024 “el grupo cerrará con una facturación cercana a los 68 millones de euros”, confiesa a EL ESPAÑOL | Porfolio Pablo Álvarez (Bilbao, 1954). El buque insignia de este grupo vitivinícola, no obstante, siguen siendo las bodegas Vega Sicilia, nombradas recientemente como la Mejor Bodega del Mundo 2024 en los premios Golden Vines, unos premios conocidos como los Oscars del Vino.
Las bodegas Vega Sicilia se llevaron el máximo galardón en un evento que se celebró en el Palacio de Cibeles de Madrid y donde se reunieron los mayores productores vinícolas. Este premio, sin embargo, es fruto de la influencia directa de la familia Álvarez Mezquíriz en unas bodegas que, hasta 1982, habían pertenecido a varias manos. Ahora, reconoce Pablo Álvarez, “sólo las bodegas Vega Sicilia facturarán 50 millones en 2024”.
La diferencia es que Vega Sicilia se ha convertido en una bodega de oro que ha pasado de producir 200.000 botellas en 1982 a superar el millón y medio de botellas anuales. Pese a ello, Pablo Álvarez sigue pensando que “el mejor vino aún está por hacer”. Ése es el lema que le ha guiado a lo largo de cuatro décadas al mando de las bodegas y ésa es la filosofía que empuja a Vega Sicilia a seguir mejorando cada año. Aun así, los Álvarez no siempre fueron los dueños de estas bodegas situadas en Valbuena de Duero (Valladolid), un enclave que está bajo la D.O.P. Ribera del Duero.
De 1864 a los Álvarez, en 1982
Mucho antes de que la familia Álvarez se hiciera con la propiedad de Vega Sicilia en el madrileño restaurante de Zalacaín, lo cierto es que las bodegas ya acumulaban casi 120 años de historia. Fundadas en 1864 por el empresario Eloy Lecanda y Chaves, las bodegas decimonónicas ya se distinguieron desde el minuto uno por la búsqueda de “un vino de calidad”. “En aquella época, el vino era tan sólo un alimento que elaboraban los agricultores de la zona para el consumo propio”, explica Pablo Álvarez.
Pero Lecanda y Chaves, que era una persona viajada, quiso que Vega Sicilia se diferenciara y para ello “trajo variedades de uva de Francia”. Las plantó y fue el origen de unos vinos diferenciales que, en 1900, pasaron a manos de una familia, los Herrero. Ellos tuvieron en propiedad las bodegas hasta 1950 y, de hecho, hasta 1927 eran las únicas que existían en las tierras amparadas a día de hoy por la D.O.P. Ribera del Duero –en 1927 nació Protos–.
De 1950 a 1964, las bodegas pertenecieron a una sociedad llamada Prodes –Productores de Semillas–. Éstas fueron compradas por Hans Neumann, un empresario checoslovaco que huyó del nazismo y se asentó en Venezuela. Desde allí gestionó un holding en el que se encontraban las bodegas Vega Sicilia. “Y ahí fue cuando le encargaron a mi padre, a principios de los 80, encontrar compradores para las bodegas. Él encontró a un inglés y un suizo, pero cuando su hijo Miguel Neumann se reunió con mi padre, éste le dijo: '¿Y por qué no la compras tú?'”, dice Pablo Álvarez.
Su padre, David Álvarez, lo pensó, accedió y el 15 de abril de 1982 firmó su compra. Ya entonces Pablo Álvarez empezó a viajar “una vez por semana a las bodegas” y comenzó a empaparse de los saberes vitivinícolas. De hecho, el director de las bodegas seguía siendo el mismo que antaño, Jesús Anadón, quien tres años después se jubilaría tras 36 años de carrera. Pablo había desarrollado una buena relación con Anadón y cree que “él influyó” para que su padre le encomendara la tarea de dirigir las bodegas familiares desde 1985.
El 'imperio' de Pablo Álvarez
Con 70 años, Pablo Álvarez, uno de los seis hermanos de la familia Álvarez Mezquíriz –la cual tiene otras empresas como El Enebro o el Grupo Eulen–, sigue siendo el director general de las bodegas. Aunque otros Álvarez participan en las bodegas, Pablo sigue capitalizando la acción y el desarrollo de Vega Sicilia y las demás bodegas. Y lo hace desde hace casi 40 años.
La primera gran decisión trascendental que realizó Pablo Álvarez fue la de recuperar los viñedos decimonónicos que plantó Eloy Lecanda y Chaves a mediados del siglo XIX. Además, “suprimió el uso de herbicidas y abonos químicos”, explican a este medio fuentes de las bodegas. A partir de ahí, el desarrollo de Vega Sicilia pasó de producir 200.000 botellas hasta superar el millón y medio actual. En 1982, las ventas eran de 1,2 millones de euros y ahora ascienden hasta los 50.
Eso sí, Pablo Álvarez reconoce a este semanal que “la producciones eran altas y buenas desde el principio”. Pese a ello, la sed de vino empujó a Pablo Álvarez a acrecentar el negocio. Por ello, fue abriendo paulatinamente varias bodegas en otros puntos de España y el mundo para producir todo tipo de vinos.
“En 1991, creamos Alión, otro Ribera más moderno; en 1993, fundamos en Hungría la bodega Tokaj-Oremus, que elabora un vino que fue el más aclamado entre los siglos XVII y XVIII; en 2001, creamos la bodega de Pintia, con D.O.P. Toro; en 2013, los vinos D.O.P. Rioja de la marca Macán; y hace unos años compramos unas viñas en las Rías Baixas para empezar a elaborar Albariño. Los primeros vinos se comerciarán en 2026”, resume Pablo Álvarez.
A día de hoy, él y su familia acumulan entre 600 y 650 hectáreas de viñedos en todas las bodegas y emplean a entre 250 y 300 personas en las bodegas. Pablo Álvarez, pese a todo, empieza a sentir los años. “Tengo 70 años y como es natural mi capacidad va disminuyendo”, dice. Por ello, un asunto que está tratando con su familia es quién –o quiénes– se harán cargo de las bodegas tras su marcha, que augura que sea “en dos o tres años”.
“A mi familia y a mí nos gustaría que siguieran a cargo de las bodegas los miembros de la siguiente generación de los Álvarez que lo merezcan y estén preparados para ello. Es un proceso que estamos preparando y veremos qué pasa. Venga quien venga, a mí me gustaría estar dos o tres años más ayudando a esa o esa personas, enseñándoles; presentándoles en el mundo del vino”, dice Pablo Álvarez.
De momento, lo que ya ha conseguido Pablo Álvarez es colocar a Vega Sicilia entre las mejores bodegas del mundo, siendo nombrada la mejor de 2024. Un hecho que agradece y que considera “un honor”. Veremos si conserva tal honor en la próxima gala de los Golden Wines, que se celebrará en Miami.