Todo comenzó con un joven inglés de 24 años. Nació en 1781 en Exeter (Inglaterra), pero pronto emigró al sur de España al calor de un contexto en el que los hombres de negocios ingleses fijaban su mirada comercial en Cádiz. Allí llegó Thomas Osborne, el primero de una saga familiar cuyo apellido, tras siglos de historia, ha penetrado en el ADN gastronómico español. Los vinos de Jerez, los brandys o los embutidos del Grupo Osborne son desde hace centurias parte de la idiosincrasia patria. Por no hablar del toro de Osborne, que sin aspirar a ello en sus inicios, se ha convertido en uno de los símbolos más reconocidos de nuestra geografía.
La historia de la familia Osborne, sin embargo, comenzó hace 252 años en el sur peninsular. Desde entonces, ha habido ocho generaciones familiares participando en la bodega, bien sea trabajando, bien sea como accionistas. Pero, de momento, sólo la sexta ha llegado a la cúspide empresarial de este potente grupo. A esta generación pertenecen la actual presidenta del Grupo Osborne, Sofía Osborne, y el actual CEO, Fernando Terry Osborne. Ellos son primos, ejemplificando nuevamente que, generación tras generación, todo queda en familia.
“Nosotros tenemos una familia muy amplia. En la actualidad seremos unos 2.000 y, de ellos, 358 son accionistas del Grupo Osborne”, explica a EL ESPAÑOL | Porfolio Carla Terry Osborne (Cádiz, 1983), responsable de Relaciones Institucionales del Grupo Osborne y miembro de la sexta generación de la familia. A estos accionistas –y familiares de las distintas ramas de los Osborne– se les informó el pasado fin de semana que la entidad cerró 2023 con una facturación cercana a los 250 millones de euros.
Una cifra que, según explica Fernando Terry Osborne (Puerto de Santa María, Cádiz, 1966), “se prevé repetir en 2024 a pesar de que está siendo un año complicado por la bajada en el consumo”. De todas formas, el CEO del Grupo Osborne confía en el trabajo de los más de 1.000 empleados que tiene la empresa por todo el mundo para mantener este transatlántico empresarial activo y navegando. De ese mismo modo, desde la entidad gaditana aspiran a alcanzar los 16 millones de euros de beneficio neto que obtuvieron en 2023.
Pero, evidentemente, la familia Osborne no siempre ha tenido y producido lo que hoy. Todo empezó con aquel inglés que abría este reportaje. Aquel chico de Exeter soñador y “audaz”, como le describe la propia familia, “que llegó a Cádiz buscando fortuna lejos de su país, asolado por la guerra de los Siete Años”. La migración de Thomas Osborne marcaría el origen de una de las familias más reconocidas de España a nivel empresarial: los Osborne.
252 años de arte gastronómico
Ya en Cádiz, Thomas Osborne entabló amistad con el comerciante inglés, James Duff, y con su sobrino y socio, William Gordon, quienes le propusieron comerciar con el vino de sus bodegas. Años antes, en 1772, Duff había fundado “una compañía con la que obtuvieron unas soleras de vino de excelente calidad”, explica el archivo histórico de los Osborne. Thomas, en 1830, se vincularía a la empresa como financiador, pasando a ser el socio mayoritario en 1831.
“Aun así, aunque hubo que esperar hasta 1857 para que el 100% de la empresa perteneciera a la familia Osborne, nosotros fijamos la fecha fundacional en 1772, porque fue cuando se fundó la bodega, que en ese momento se llamaba Duff Gordon”, explica a este medio Ignacio Osborne Cologán (Puerto de la Cruz, Tenerife, 1953), ex-CEO del Grupo Osborne perteneciente a la sexta generación de la familia.
“Bien, Duff y Gordon tenían un gerente alemán llamado Juan Nicolás Böhl de Faber, que tenía una hija, Aurora, y Thomas Osborne se enamoró de ella. Se casaron en 1825 y tuvieron dos hijos: Tomás Osborne Böhl de Faber y Juan Nicolás Osborne Böhl de Faber”, continúa. Nacía así la segunda generación de los Osborne.
Entretanto, Thomas Osborne asumió la dirección de la compañía desde 1836 hasta su muerte, en 1854. Su viuda, Aurora, sería quien compraría el 100% de la empresa en 1857. “Años después, Tomás Osborne se pondría al frente de las bodegas y Juan Nicolás, su hermano, sería diplomático. Él vivió mucho tiempo fuera de España, pero guardaba muy buena relación con su hermano. Lo sabemos porque conservamos las cartas que se enviaban entre sí y, gracias a ellas, sabemos cómo estaba la compañía durante aquellos años porque se lo contaban el uno al otro”, desarrolla Ignacio Osborne Cologán.
En 1869, el Papa Pío IX le concedió a Juan Nicolás Osborne el título nobiliario pontificio de Conde de Osborne “por defender los derechos de los estados pontificios de la Santa Sede”. Este título, como todo lo que rodea al universo Osborne, también ha sido legado generación tras generación y en la actualidad lo ostenta el V Conde de Osborne, Tomás Osborne Gamero-Cívico (Sevilla, 1948), expresidente del Grupo Osborne y actual presidente honorífico y presidente de la Fundación.
Sea como fuere, el que lideraba la empresa familiar era el primogénito, Tomás Osborne Böhl de Faber, que se casó en 1860 con Enriqueta Guezala. Tuvieron 10 hijos y, como era tradición, el primero de ellos se llamó Tomás, Tomás Osborne Guezala. Cuando murió su padre en 1890, él y sus hermanos, la tercera generación de los Osborne, se hicieron cargo de la empresa.
Y tanto Tomás como Roberto, uno de sus hermanos, iniciaron en 1904 una empresa que ha llegado a nuestros días: la cervecera Cruzcampo, cuyo nombre original era La Cruz del Campo. Ambos hermanos eran accionistas de sendas empresas hasta que, en 1916, “separaron sus caminos de mutuo acuerdo”. Tomás seguiría al frente de las bodegas Osborne y Roberto, de Cruzcampo.
El nuevo siglo y el toro de Osborne
Casado con Elisa Vázquez y García de la Serna, Tomás Osborne Guezala –tercera generación–, tuvo siete hijos. El siglo XX ya había llegado y el empresario seguía con sus negocios familiares. Lo hizo hasta 1935, cuando su hijo, Ignacio Osborne Vázquez –cuarta generación– le sucedió en la presidencia de la compañía. “Ignacio es mi abuelo y, en realidad, era el segundo hijo de mis bisabuelos. Como era tradición, el primogénito también se llamó Tomás, pero falleció muy joven. Por ello, mi abuelo llegó a la presidencia, siendo el primer presidente que no se llamaba Tomás. Rompió la cadena de Tomases”, puntualiza, con una agudísima memoria, Ignacio Osborne Cologán.
Ignacio Osborne Vázquez, de la cuarta generación, fue presidente del Grupo Osborne hasta 1972, año en el que falleció. Y, bajo su presidencia, ocurrió uno de los episodios más exitosos de la historia de la publicidad española. El brandy Veterano, uno de los licores más icónicos del Grupo Osborne, había adquirido una fama brutal durante la Guerra Civil y, por ello, durante los años postguerra se decidió potenciar su publicidad.
Fue cuando a Ricardo Churruca, un amigo de la familia Osborne, se le ocurrió que el toro del brandy fuese una valla publicitaria de carretera. “Le transmitió [la idea] a José Luis Osborne Vázquez, dueño de la ganadería de toros bravos Osborne. Con dicha idea acudieron a la agencia Azor, donde trabajaba el artista Manolo Prieto, que le dio forma en 1956. Su diseño, un hallazgo gráfico genial, supondría un hito que trascendió la publicidad para arraigar como símbolo cultural español”, se cuenta en el capítulo Un asunto familiar del libro Osborne 250 años al que ha accedido esta revista.
Se levantaría, por tanto, el primer toro de Osborne en la localidad madrileña de Cabanillas de la Sierra. Ya habían llegado los 60. A partir de ahí, cientos de toros de Osborne empezaron a custodiar las carreteras españolas. De norte a sur y de este a oeste. “Hasta que el antiguo Ministerio de Obras Públicas promulgó una legislación para quitar los carteles publicitarios de las carreteras. Y, nosotros, en lugar de quitarlos, pintamos los toros enteros de negro, sin ningún tipo de publicidad de nuestras marcas. Luego, salió otro reglamento en el que se nos pedía quitarlos”, prosigue Ignacio Osborne Cologán.
¿Qué ocurrió después? “Yo lo viví siendo consejero delegado: llegó una avalancha de peticiones de periodistas, artistas o gente del cine preguntándonos qué había que hacer para conservar los toros de Osborne. Y, aunque hay gente piensa que fue iniciativa nuestra, lo cierto es que salió una proposición no de ley (PNL) en el Parlamento para mantener los toros. Salió adelante durante los años 90 y los toros que había en pie fueron indultados. Desde entonces no hemos puesto ninguno más ni quitado los que había”, recuerda el hombre.
Rocío Osborne (México, 1980), directora de Comunicación del Grupo Osborne perteneciente también a la sexta generación, explica a este diario que en la actualidad “hay 92 toros de Osborne en España, 16 en México, uno en Dinamarca y uno en Japón”. “Y, a día de hoy, desde nuestro departamento de Marca Corporativa, que también dirijo, trabajamos para vincular al toro de Osborne con el talento español, ya que los españoles desde hace mucho sienten nuestro logo como suyo”, explica Rocío Osborne.
Como se estaba contando, Ignacio Osborne Vázquez –cuarta generación– vivió la creación y el auge de los toros de Osborne, pero no llegó a ver el final de su historia. Falleció en 1972 –no sin regular antes la entrada de los nuevos Osborne en el grupo–, siendo sustituido en la presidencia por hermano, Antonio Osborne Vázquez, de 1972 a 1980, y luego, por el primo de ambos, Enrique Osborne MacPherson, presidente del Grupos Osborne entre 1980 y 1988.
La cuarta generación dominó la presidencia del Grupo Osborne hasta esta fecha, cuando se dio paso la quinta generación. Volvieron los Tomases, pues Tomás Osborne Vázquez, hijo de Ignacio Osborne Vázquez, alcanzó la cúspide empresarial. Fue presidente del grupo entre 1988 y 1996 hasta que su hijo, Tomás Osborne Gamero-Cívico –sexta generación– le sucedió en el cargo. Desde 1996 y hasta 2017, él y su primo, Ignacio Osborne Cologán, también sexta generación, hicieron dupla en lo más alto del grupo. Tomás, como presidente e, Ignacio, como CEO.
Los nuevos Osborne
Un asunto que dejó cerrado la cuarta generación de los Osborne en los años 60, con Ignacio Osborne Vázquez como presidente, fue el sistema de acceso de los nuevos Osborne al grupo empresarial. Tener el apellido familiar no garantizaba y no garantiza acceder a la entidad. El componente de meritocracia empezó a desempeñar un papel fundamental a la par que la familia crecía por todas sus ramas.
“Cuando era joven, yo recibí un mensaje claro de mi padre: 'Búscate la vida'. Por ello, estudié ingeniería y pasé 15 años en Madrid ejerciendo mi profesión hasta que a principios de los 90, como la quinta generación empezó a estar mayor, me ofrecieron acceder al grupo porque mi perfil encajaba”, ejemplifica Ignacio Osborne Cologán, CEO entre 1996 y 2017 y presidente del Grupo entre 2017 y 2023. Tomás Osborne Gamero-Cívico, presidente de 1996 a 2017, cuenta a este medio que, en su caso, sí que empezó a trabajar en la empresa desde principios de los 70, pero que antes “ayudaba en el campo sin cobrar”.
Desde la cuarta generación existe “un régimen estipulado, riguroso y transparente” en el que es la empresa la que busca al trabajador, que puede ser Osborne o no, en función de su perfil profesional y las demandas del puesto vacante. “En mi caso, el proceso fue en 2016 y fue externalizado. Hice estudios en arquitectura y me había dedicado a gestionar el patrimonio privado de los españoles que tienen la suerte de tener casas familiares grandes, castillos o palacios y, llegado el momento, la empresa me buscó para encargarme de las Relaciones Institucionales”, explica Carla Terry Osborne.
El mérito y la trayectoria influyen a la hora acceder a trabajar en esta empresa. “Es normal que se regulara este régimen de acceso por parte de la cuarta generación. En aquel momento, eran una treintena de accionistas. Hoy somos 358, además de que trabajamos mucho con las nuevas generaciones para fomentar el sentimiento de pertenencia. Desde 2019, tenemos el proyecto Accionistas en Acción, que persigue cohesionar, aumentar el sentimiento de pertenencia familiar e, incluso, que nuestros accionistas y familiares sean embajadores de nuestras marcas. ¿Quién mejor que ellos?”, se pregunta Carla Terry.
Así, el Grupo Osborne busca tener encuentros anuales a los que pueda ir la familia y los accionistas para conocerse mejor, formarse, etc. “Hacemos hincapié en las nuevas generaciones para que asuman los valores que nos representan. En este sentido, nos gusta ahondar en el pasado enseñándoselo a nuestra familia. Y, para que te hagas una idea el nivel de cohesión al que queremos llegar, tenemos una aplicación interna, Directos 2.0., en la que nos mantenemos comunicados entre todos. Por último, tenemos un proyecto, Directos 2045, orientado hacia los accionistas que tienen entre 20 y 45 años, los jóvenes, para que conozcan mejor la empresa, la familia…”, culmina Carla Terry.
Presente y futuro
Hoy en día, y desde 2023, la presidenta del Grupo Osborne es Sofía Osborne (Puerto de Santa María, Cádiz, 1969). También pertenece a la sexta generación de la familia y es la primera mujer en acceder a la presidencia. “Las mujeres tenemos que aportar mucho dentro de la organización, pero hay que tener en cuenta que podemos tener un modelo de liderazgo complementario con el que puede tener un hombre. Lo importante es trabajar bien y comprometerse. Ser presidenta es una responsabilidad y cada uno de los que hemos tenido el cargo, tenemos la obligación de mejorar la empresa que recibimos de nuestros padres y antepasados y mejorarla para las generaciones futuras”, explica.
Sofía Osborne, que asume la presidencia con el objetivo de ser “cercana con los accionistas” y con un espíritu de “servicio”, pone en valor a su equipo y, en especial, la labor de su primo, Fernando Terry Osborne, CEO de la entidad desde 2017. Y, tanto ella como él, reconocen que el Grupo Osborne está viviendo “un año complicado”. “La tendencia del consumo está a la baja, al igual que en la última parte de 2023, ya que ha habido un cambio de tendencia en el consumo. La gente está teniendo menos renta disponible y, por tanto, gasta menos”, explica Fernando Terry.
Fundamentalmente, el Grupo Osborne percibe que sus productos se consumen menos en la hostelería y la restauración “porque la gente sale menos que en los dos años posteriores al Covid”, pero, a nivel de retail, “la cifras se están manteniendo”. Ahora, los cuatro pilares estratégicos que maneja la empresa de cara al futuro pasan por “rejuvenecer el portafolio, crecer a nivel internacional, buscar la digitalización para mejorar la eficiencia y, por último, seguir desarrollando la marca Osborne como paraguas de todo”, finaliza Fernando Terry.
Todo ello, por supuesto, tiene el fin de potenciar las cuatro vías principales de negocio que tiene el Grupo Osborne: bebidas espirituosas, ibéricos, vinos y restauración, una vía en la que actualmente hay abiertos seis restaurantes en España en la actualidad. A nivel de marcas, el Grupo Osborne tiene un amplísimo portafolio al que los consumidores pueden acceder en su propia web o en superficies como El Corte Inglés, Carrefour, Sánchez Romero o Ahorramás, entre otros.
Pero, ¿cuáles son las marcas más importantes del Grupo Osborne? “A nivel estratégico, la marca Cinco Jotas, de jamón; Nordés, de ginebra; o el recién incorporado caviar Riofrío, por ejemplo. De hecho, cada vez potenciamos más los productos no alcohólicos porque suponen el 47 % de nuestra facturación. Pero, a nivel sentimental, el vino de Jerez. Fue lo que los Osborne hicimos durante el primer siglo de la empresa, cuando éramos una empresa monoproducto. Es nuestro legado e historia y aunque en la actualidad sólo supone un 2% de nuestra facturación, es nuestro producto más sentimental”, culmina Rocío Osborne.
Ese legado. Esa historia. Ese amor por los productos de la tierra, por los productos tradicionales, como su vino de Jerez, se sigue transmitiendo generación tras generación. Cuando el inglés Thomas Osborne llegó a Cádiz a principios del siglo XIX quizá nunca imaginó que sería el origen de una saga familiar que ama la gastronomía, que sería el principio de una de las familias más importantes en el mundo empresarial español. Quizá nunca vaticinó el legado que iba a crear. Un legado que empieza a heredar la séptima y la octava generación de la familia Osborne, quienes, poco a poco, comienzan a participar en el Grupo Osborne con el fin de, algún día, recoger el testigo de sus antepasados.